jueves, 22 de febrero de 2007

Relaciones

Currito me pregunta que porqué y yo le respondo que porque sí. Que en esto de las relaciones no hemos inventado nada, que todo, al final, responde a un código supraestructural, como diría Lacan. Un espejo en el que reconocernos y en el que todos somos un poco iguales. Da lo mismo que, una vez en el ajo, creamos que es sólo nuestro corazón el que amenaza con detenerse. En las lides del cortejo todo está escrito así que, antes de que el romance acabe contigo, aprende de los clásicos y, juega, pero sabiendo las reglas de la partida. Las que hablan de los celos, la posesión y de querer lo que no se tiene y tienen otros... Lope las tenía bastante claras...



DIANA (leyendo): "Amar por ver amar, envidia ha sido;
y primero que amar estar celosa
es invención de amor maravillosa,
y que por imposible se ha tenido.
De los celos mi amor ha procedido
por pesarme que, siendo más hermosa,
no fuese en ser amada tan dichosa,
que hubiese lo que envidio merecido.
Estoy sin ocasión desconfïada,
celosa sin amor, aunque sintiendo:
debo de amar, pues quiero ser amada.
Ni me dejo forzar ni me defiendo;
darme quiero a entender sin decir nada:
entiéndame quien puede; yo me entiendo."

DIANA: ¿Qué dices?
TEODORO: Que si esto es
a propósito del dueño,
no he visto cosa mejor;
mas confieso que no entiendo
cómo puede ser que amor
venga a nacer de los celos,
pues que siempre fue su padre.
DIANA: Porque esta dama, sospecho
que se agradaba de ver
este galán, sin deseo;
y viéndole ya empleado
en otro amor, con los celos
vino a amar y a desear.
¿Puede ser?
TEODORO: Yo lo concedo;
mas ya esos celos, señora,
de algún principio nacieron,
y ése fue amor; que la causa
no nace de los efetos,
sino los efetos de ella.
DIANA. No sé, Teodoro: esto siento
de esta dama, pues me dijo
que nunca al tal caballero
tuvo más que inclinación,
y en viéndole amar, salieron
al camino de su honor
mil salteadores deseos,
que le han desnudado el alma
del honesto pensamiento
con que pensaba vivir.
TEODORO: Muy lindo papel has hecho:
yo no me atrevo a igualarle.
DIANA: Entra y prueba.
TEODORO: No me atrevo.
DIANA: Haz esto, por vida mía.
TEODORO: Vuseñoría con esto
quiere probar mi ignorancia.
DIANA: Aquí aguardo: vuelve luego.
TEODORO: Yo voy.

1 comentario:

Luis dijo...

Nada más cierto que tu advocación a los clásicos. Lo que pasa es que como somos unos burros pues de nada servirá. Tb esta por ahí el refrán ese de que no se escarmienta en carne ajena.