viernes, 31 de octubre de 2008

Símbolos


Oded Ezer

Soñar despierto y en la parada del 5


Cádiz, 08:25 a. m. En la parada del autobús de los Pisos de la Eléctrica

Viandante n1: Vamos a salir nadando de aquí.
Viandante n2: ¡Y qué frío más malísimo!
Viandante n3: ¿Y si llamaran nuestros jefes y nos dijeran que con este tiempo han decidido perdonarnos el día?

Mirada general de estupor. Ojos muy abiertos. Suenan varias carcajadas.

Viandante n3 (again): Como en el cole...

Entonces llega el bus, pero antes, como en un destello, un brillante relámpago azul de ilusión ha chisporroteado en algunas caras.

Viandante n2: Ojalá...



Está claro quién es el 3...

Algunas enseñan la carita...

¿Y la gente se sorprende?

miércoles, 29 de octubre de 2008

El viaje


-Bueno, soy coqueta, pero no tanto...
-¿Tú crees?
Para entonces, él ya había cruzado la autopista a velocidad de vértigo, atravesado sembrados, esquivado semáforos, atisbado un pequeño accidente dónde no parecía haber habido heridos. Había sobrevolado ciudades, enterrado Papas y atisbado revoluciones. Había sido padre y madre, hijo y nieto. Había sido huérfano envejecido mil años. Había bailado sobre el fuego y nadado entre cenizas. Conocido mil lenguas, dado mil rodeos para regresar a casa con el corazón templado. Antes de sonreír se sacudió el polvo con regusto. Adoraba volar empujado por el aleteo de sus pestañas.


Ilustración de Yoko Furusho

Frases célebres

Pablo: "Vila, de repente te he visto con claridad. Eres como una heroína de Matrix intentando esquivar ladrillazos. Algunas veces te rozan, pero analizas la trayectoria y, a la siguiente, ya sabes evitar el golpe"

lunes, 27 de octubre de 2008

Ciberespacio y nostalgia

La técnica codifica sus propios reencuentros. Mi móvil comodín -un más que desagradable artilugio que nunca falla y guarda mi agendaXtrem para cuando fallan otros terminales más pijos- atesora en su galería un par de fotos que me reencuentran con las importancias del pasado. Juego a no borrarlas, merece la pena probar la turbadora sensación de ser la misma persona y ser otra, al mismo, o mejor dicho, en distinto tiempo. El último salto espacio temporal de inspiración técnica ha tenido que ver con mi anciana cuenta de yahoo. La primera, la más antigua. La que me creó un novio americano (bueno, nacido en América) que allá por 1998 me bautizó como internauta. Lo que ha llovido. Para evitar más complicaciones y registrarme en Flickr me he atrevido a probarla. He introducido el usuario, la contraseña. He fantaseado con la posibilidad de encontrar los correos de antaño... Cándidas declaraciones de amor y proyectos trasatlánticos que esperaba saborear con la perspectiva de la experiencia. Su cuenta se considera desactivada, me ha avisado un mensaje.
Ante mí, el paisaje desolador de una web vacía. Sólo un dato, en la agenda de contactos: el primer correo de mi histórico cuyo dominio no creo que ni recuerde. Ni bandeja de entrada, ni enviados, ni papelera... Nada. Ni un ápice de las epístolas que cruzaban virtualmente el atlántico. Por las que salía del instituto a conectarme en aquel único ordenador con acceso a internet de la oficina de mi madre. Está claro que, utopías cibernéticas aparte, nada puede igualarse con el papel de las cartas, de los diarios, de las notas pegadas en el cristal del baño.
Una ex compañera de trabajo algo pirada me confesó una vez que imprimía los correos enamorados de su bandeja de entrada. Claro, era una visionaria.
Ella ya sabía que la web no tiene memoria, ni piedad con la nostalgia.

Hara-kiri sentimental


Basta que uno se acuerde de algo, para que lo reencuentre.

jueves, 23 de octubre de 2008

La conmemoración, el marketing y el tubérculo

Es el año internacional de la papa. No del Papa ni el papá. De la papa a secas. Así, bisilábica, humilde, femenina. El alimento más socorrido del mundo celebra su conmemoración mundial y, cómo no, vuelve, como junto al filete, a quedarse oscurecida por el despliegue mediático de celebraciones más finas. Es año de Juegos Olímpicos, es año de Eurocopa y un fornido mallorquín se las pasa acumulando premios allá dónde pone la raqueta. ¿Quién va a acordarse de la papa? Fea, sucia de tierra, elemental, pequeña. La FAO organiza el periodo que debe celebrar las beldades de este alimento y, como todas las cosas feuchas, nadie parece echarle cuenta. Las papas hacen bien.

Es lo que tiene… Tantos años quitándonos el hambre hecha una reina en nuestras cocinas y ni nada de inversión en marketing. Así se queda una… a merced de la imagen pública, de nuevos y sofisticados productos con más glamour, con más presencia, sacrificada al olvido de la sociedad de la opulencia. Otra víctima. Triunfa la sofisticación y el afán minimalista y el pequeño tubérculo de la nueva América se queda a un lado. No hay macroconciertos poperos, no hay merchandising, ni camisetas. Y mientras en el año de su onomástica todos se apuntan a otras fiestas, la papa calla, vestida de domingo y toda tímida. La papa, la joya de los Andes y su periplo por el mundo.

Yo me pregunto si, ante los nuevos especuladores de la comida, no tendrá que venir de vueltas la papa, a quitarnos el hambre, como siempre pasa. La Papa, alimento del futuro, cuenta entre mil epígrafes la web habilitada para la defensa de este alimento feo por fuera y precioso por dentro, como la bestia del cuento. La papa, tesoro enterrado.

Es tiempo de ponerse al día. Si el solanum tuberosum no reinvindica su sitio, tendrá que hacerlo una, defendiendo su importancia ancestral frente a los envites del cursilismo, el high tech y la cocina creativa. En todo el mundo se producen papas.

Algunos todavía se preguntaran qué tendrá que ver la papa con la cultura. Ay… dios, si ella misma es cultura. Cultura del hambre, de las migraciones, cultura transversal metida en las casas de individuos diversos, enfrentados, de confesiones distintas.

Herramienta contra la muerte y la miseria, cultura de la gorda metida bajo un fino pellejo marrón que, ahora que tenemos abonos de artificio, todo el mundo tira. Pioneros ellos, los de Nikon han convocado un concurso fotográfico mundial cuyos horizontes, piénsenlo bien, desbordan los límites de otras temáticas muchísimo más manidas. ¿Podrá la papa poner cara de pena, dar buenas exclusivas que despierten a favor de la caridad y de la crítica? ¿Qué es una papa? Perspectivas.

Antes de que se acabe el año y porque soy adoradora de las causas perdidas, levanto mi voz por si alguien me escucha y se acuerda alguna vez que este fue el año del tubérculo segundón de la comida. De la llave contra el hambre, de la hermana pobre de la historia y la cultura. De la papa, así, escrito como aquí, dónde –momento para reflexiones lingüísticas- se sigue manteniendo el apelativo auténtico, el andino.

La papa que nunca fue objeto de culto, ni musa para la lírica. La papa herencia de los hermanos pobres, la papa peruana, la papa india. La papa que, en año de fútbol y olimpismo, tiene una afónica oficina de conmemoraciones. Y eso, a pesar de vivir en un mundo en manos de un buen puñado de papas fritas.

Publicado en el Boletín Rivadavia nº 39
(Fundación Provincial de Cultura)

El chiste

A veces, cuando tienes el corazón agitado y estás a punto de mandarlo todo a la mierda, te llama, revolcada, tu mejor amiga:

-¡Es muy gracioso! ¡Es taaaan gracioso! Es que me lo imagino...

La oyes carcajearse al otro lado del teléfono y de pronto, en tu barriga, se abre una ventana de aire fresco. Eres capaz de salir de la pantalla y sentarte a ver la peli de terror de la que acabas de ser protagonista.

Mientras continúa repitiendo los detalles de tu dramático mail Diatriba de la Curranta Cap101, tu corazón se ha calmado y empiezas a verle el chiste a la cosa.
Recargas las pilas de la sátira. Asumes las no reglas del absurdo.

Qu´est-ce qu´on peut faire?

El chiste es malo -injusto, cruel, inmerecido- pero, si te fijas, tiene razón, es hasta divertido.

miércoles, 22 de octubre de 2008

Me suena...

Hace más de diez años, once exactamente, un sociólogo francés llamado Duclos Denis señalaba, entre las razones del colapso, crisis y destrucción del Imperio Romano, tres similitudes especialmente notables con Occidente:

1- La agravación extrema de la opresión-explotación de las clases inferiores del sistema.

2- El distanciamiento físico de las clases altas respecto del resto.

3- La irrupción aplastante del parasitismo de una "nueva burguesía mezquina (...) que utilizaba diversos subterfugios para eludir las obligaciones del Estado y que fundaba su prosperidad en la explotación y la especulación" (Rostovtzeff).

Ejem...

(garraspeo intencional)

martes, 21 de octubre de 2008

Sujeto Nominal

Descubrir ciertas nóminas ajenas es como ver a tus padres poniendo los regalos la noche de Reyes. Como llegar a razonar que es imposible que un ratón con apellido se cuele para llevarse un diente sin dejarte pelos, parásitos o, en su defecto, la peste. Como descubrir que Romy Schneider no fue feliz. Ocurre un día, después de volver de la máquina del café, mientras los directivos discuten de la Ontología del Garbanzo en su acristalada sala de reuniones y tú esperas que alguien se ponga a trabajar y te encargue la tarea.
Sucede un día cualquiera, a menudo uno en el que no tienes plan con amigotes que justifiquen tu posterior necesidad de ahogar el desconsuelo con grandes dosis de ginebra. Alguien que asumió como natural, lógico e incuestionable que lo suyo es talento y no el producto de nuestro patrio Sistema Nacional para el Mantenimiento de la Incompetencia, sufre un apretón de vientre, recibe una llamada íntima y/o abandona su puesto de trabajo. Maldito momento en el que tú regresas del cafelito rápido para encontrar un misterioso papel semidoblado sobre tu teclado.
Cuando quieres reaccionar ya es demasiado tarde. "Se lo prometo señor juez no tengo costumbre de torturar mi autoestima curioseando los méritos económicos ajenos. Estaba allí y creí que era mío... ¡¡¡¡Quiero que sea mío!!!!". Para entonces ya has visto la cifra como una bofetada en la malísima cara que tenías que haber maquillado -escudo psicológico a prueba de decepciones- esa mañana. ¡Jesús!, ¡Mahoma!, ¡Abraham!, ¡Al Gore!, ¡Carrie Bradshaw! Mentas el catálogo de nuevos y viejos profetas y sientes que un escalofrío, helado de rabia, te recorre la espalda.
Mierda, mierda, mierda... ¿Qué he hecho mal? ¿En qué momento me equivoqué de profesión, de calle, de vida, de gameto?
El sujeto nominal -a partir de ahora serás incapaz de llamarlo de otra manera- vuelve de dóndequiera que ha estado y recupera el documento que tú, como herida de muerte, has dejado caer lánguidamente, entre la decepción generacional, el desconsuelo de género, el despropósito general y el mareo.
Tras la rabia viene la pena. Tus recuerdos de las notas del colegio, los nervios de los exámenes, la publicidad engañosa, tanto logras tanto vales... Creer que algún día... no sé... podrías pagar un coche, un alquiler, un hijo... Te palpas las tetas, inconstante amor de tetas, demasiado pequeñas para disimularlas -¿y si hubieras sido un tío?-, demasiado chicas para utilizarlas -¿y si hubieran sido gordas?- y rebuscas en tu cabeza cosas que mantengan tu equilibrio. "Es rico, pero no le luce. Es rico, pero no hay quien le aguante. Es rico, pero no tiene amigos. Es rico, pero no encontrará otro que lo contrate en ninguna otra parte... " Vas pensando como en una retahíla de frases preparadas para autoengañarte. Sin caer aún en que es falsa esa lógica popular que parte de que que en este mundo tiene que haber equilibrio.
El sujeto nominal hace uno de sus geniales comentarios -Sientes asco, ya no hay piedad- y, de repente, te deja de dar lástima que lo dejara su novia, que su perro esté enfermo, que se operara el pene, que el otro día le robaran la cartera, que sea un sujeto ridículo... En ese mismo instante que no tiene vuelta atrás sabes, como una bofetada, que tú eres la única que da pena. Tú y tus sueños, tú y tu idea de justicia, tú y tus niñerías.
Ese día vuelves a casa y llamas a tu amiga. También ella descubrió la mentira de los Reyes y ratones, de la media naranja, de la emancipación femenina, de la igualdad de género, de la sociedad lumpenburguesa, de la socialdemocracia, de las tarjetas VISA.
La llamas para contarle que, mierda, otra vez más y cómo si aún te quedara mucha, has perdido la inocencia.

domingo, 19 de octubre de 2008

Frases célebres

María: "Cariño, si vamos a formar una familia, uno de los dos tiene que sacarse el carnet"

jueves, 16 de octubre de 2008

Mamones, nunca mejor dicho

Alguien debería repartir este artículo en octavillas, pegarlo en las paradas del autobús, tatuarlo en alguna espalda, enviarlo vía email, repartirlo en los colegios, incluirlo en los planes de estudio, colgarlo en los corchos de todas las clases, en los marcos de todas las puertas, gritarlo por altavoces...
Y, lo peor, es que aquí, en el micromundo, todos conocemos uno o dos casos parecidos...

Yo me caliento
Tú te calientas...

Frases célebres

Raquel: "Tienes los pies bonitos. Y eso que a mí los pies, en general, me dan asco"

Lo que estaba haciendo I





Una metáfora

Se ha sentado a mi lado después de la tarde de luto, del viaje tenso en autobús, de la incómoda espera mientras hablaba el cura. Se ha sentado a mi lado de casualidad y a mí me temblaban las piernas. Este mundo de algodones no nos prepara para ciertas dosis de dolor, negro y frío, que no se quita con sueño ni aspirinas. Ha clavado en mí sus azulísimas pupilas y esbozado una sonrisa: "Fue un capricho, un puro gusto. Un día le dije a su padre, ay... qué ganas tengo de volver a oler a Nenuco..."

Emilio tiene para mí una voz, una sonrisa pícara y un sabor a desayuno y cigarro en el cuarto del ordenador. Tiene cientos de fotos, un montón de músicas. Tiene Tarifa, miradas cómplices, un consejo a tiempo y un amor inmenso por una pelirroja flaca de mirada tímida. Desde esta tarde también tiene un olor, pequeño y delicioso, que no puede apreciarse en el bote, sino en la piel nueva, rosa y dulzona de un bebé querido.

Me la ha regalado su madre. Una metáfora perfecta, pequeña, bonita, capaz de quebrar el velo sucio de la tarde de misa.

Un capricho.
Un amor.
Un buen tipo.
"Un tipo perfecto", como decimos las niñas.

Hoy soy apenas una más, entre todos los que le echan de menos.