martes, 30 de agosto de 2011

¿Salvarle o salvarte?


J es hombre, soltero, guapo, ronda los cuarenta y tiene trabajo. J es lo que en mi tierra se conoce como un partidito. Un auténtico bombón si a eso le sumas que es funcionario de las Fuerzas de Seguridad del Estado, tiene un cuerpazo y ninguna enfermedad conocida. J podría colarse en la vida de cualquiera con la facilidad de un diestro conocedor de las debilidades femeninas con la única excepción de las mujeres introducidas por la que es su mejor amiga, A, autora de su apodo y sobrenombre de advertencia Soldado Ryan.

Porque J es soldado, solterón y encantador. Un hombre divertido, mono y educado que, a pocos segundos de ser introducido, hace saltar todas las alarmas hormonales: PIN PIN PIIIIIIIN Macho fertilizador disponible a las doce en punto. Y todas las mujeres rendidas a su pies. ¿Cómo que está solo? ¿Cómo que no sale con nadie? ¿Cóoooomo que no cree en el compromiso? El universo de referencia de la treintañera –aún más si se trata de treintañera larga- se pone en funcionamiento. Tienen ante sí un raro pero preciado espécimen de Hombre Perfecto Necesitado de Amor. Un hombre solo al que nunca han querido lo suficiente. Un hombre extrañamente huidizo de los ritmos habituales del matrimonio, la paternidad y el desamor que se cruza en la vida de una como pieza clave de su destino. 

Acicaladas las hormonas, desbaratada la razón, la mujer comienza entonces a construir un complicado y enrevesado universo paralelo de conexiones en su opinión perfectamente lógicas. En realidad, J no es un solterón cómodo con miedo al compromiso, ni un tarado pegado al pezón de su madre, ni un RV (rompebragas vulgar), ni siquiera es un equilibrado individuo con una rica y desapegada vida interior. No, no, noooo. De repente, J es un pobre chico que nunca se ha enamorado DE VERDAD, al que nunca han dado SUFICIENTE AMOR, una especie de niño perdido necesitado de chupar de nuestras glándulas para encontrar su mejor yo. 

 Es ahí donde A identificó hace tiempo que comienza la operación militar de altísimo nivel con la que Spielberg se forró.

 “¿O es que no te acuerdas de la película Mari?”, me pregunta mientras le mete un chupetón largo a su daiquiri de fresa. “El ejército veeeenga a mandar soldados y estos veeeeeenga a morirse uno detrás de otro para salvar al Ryan de los huevos”. A esta altura de la charla mi carcajada se eleva sonoramente. Vestidas de camuflaje y sucias por la lucha contra los elementos me imagino a la pandilla de mujeres –película mental en mano- peleando por salvar al soldado J, dejándose la piel, los nervios y el intelecto por entender porqué no responde a las llamadas, porqué se muestra esquivo o se ha enrollado con otras. Porqué, siendo ellas lo que él NECESITA, él sigue dejándose engañar por el camino del vicio, la soltería y la perversión. 

 “¿Sabes lo peor?”, me dice A mientras chuperretea con regusto la cañita, “Que él no le pide a nadie que le salve, que son ellas las que se montan la peli y se meten en el follón… Y terminan todas fatal. Imagínate. Una con un hijo, otra con los nervios destemplados… Y él, tan feliz”.

Nos reímos un rato de la estupidez femenina, de los hombres por salvar y del barro de los uniformes. Tenemos suerte de conocer el paño y el apodo de advertencia, de saber quién es este Soldado Ryan tóxico y encantador. 

Unos segundos más tarde y aunque aún me dura el cosquilleo en la barriga, ya no me hace tanta gracia. Me he dado cuenta de que yo tuve también algún Soldado Ryan a quien querer salvar y que también dejé morir una parte de mí en el intento. 

Otra de las A de mi vida, la cinéfila, se une a la carcajada cuando se lo cuento. "Si te lo encuentras un día por Cádiz, siempre puedes tomarle de la mano y, dramáticamente, soltarle lo que dice al final Tom Hanks medio muerto: Haz que haya merecido la pena". 

Mi gesto cambia. Lo mire por donde lo mire, no. No la mereció en absoluto.

martes, 23 de agosto de 2011

Cosas buenas, bonitas, serenas y en latín

Hoy tenía sobre la mesa una carta de amor. 
Venía en un sobre con membrete –porque las cartas de amor se escriben con lo primero que uno tiene cerca- y no hablaba de promesas apasionadas, de cenas románticas, expectativas a medio plazo, ni planes de futuro. Me recordaba que hay un ISBN que lleva mi nombre y que él -admirador desinteresado de mis letras, observador de mi desdén hacia el esfuerzo y de las cómicas muescas en mi autoestima- espera que no sea el último. "Hay gente que adularía, se prostituiría y mataría por ello", me recuerda desde su cuidada caligrafía.

Hoy, que divago sobre la perversidad de cierto sentimiento, me doy cuenta de que las promesas serenas son las únicas ciertas. 

Mucho más si vienen en latín. 

Amicus in aeternum tibi sum...

lunes, 22 de agosto de 2011

Cuestión nominal


Desde que a mi amiga PiliB le dijera el gran Jodorowsky que debía cambiarse el nombre no paro de darle vueltas a la cabeza.

Sin poder resistirse a la tentación de escudriñar los entresijos de la voz femenina al otro lado del teléfono, el chileno aprovechó su entrevista para hacerle algo así como una teleconsulta gratuita. Qué suerte por cierto. ¿A quién no le resultaría divertido-interesante-curioso escuchar una fórmula personalizada de psicomagia??? Uy… A la mayoría de gente tarada que conozco. Ok, retiro la afirmación.

Diagnóstico general: falta de cariño. Medicinas: Entre otras, zafarse lo antes posible de ese nombre maño heredado primero de su madre y luego de su abuela. Demasiada responsabilidad, demasiado peso, demasiada controversia eso de tener dos nombres –uno por mamá, otro por papá- y quedarse con el más recto, el que imprime más carácter, tanto que, según el psicomago, ha de arrancárselo para que salga el suyo, el suyo de verdad.

Pienso en los nombres, en lo que significan, en lo que proyectan, y la anécdota de PiliB –tan flaquita ella con ese nombre enorme sobre sus blanquísimos hombros- me parece escalofriantemente reveladora. Sacuden mi cabeza decenas de ejemplos. Generaciones y generaciones de hombres y mujeres perpetuando nombres como si de un resucitante se tratara, un guardador de memorias, un pulmón artificial de la familia, un tótem.

Y es que, dejando los prejuicios aparte, pensémoslo bien: Nos ponen el nombre de nuestra abuela desaparecida, o de nuestra tía soltera, o de nuestra madre neurótica y nos condenan para siempre. Finos hilos psicológicos y hasta mágicos –porque todo lo ritual tiene algo de hechizo- pululan sobre nuestras cabezas susurrándonos lo que se espera de nosotros, o lo que no, por cargar con ese apodo, por llevar, de alguna manera, una chapa conmemorativa a la memoria de alguien. Un cartel sobre nuestro cuerpo de átomos recién estrenados, una etiqueta sobre nuestra piel que nació rabiosamente nueva.

Alguno dirá que no son más que tonterías, que un nombre es un nombre y poco más. Sí, sí. Por eso saltaban pústulas en los almuerzos patrios cuando el Telediario anunciaba el Proyecto de Ley sobre el Registro Civil… Precisamente por eso, porque sólo es un nombre y poco más. Porque no se nos va el orgullo por la cañería oxidada de nuestra herencia heráldica, porque nos la trae al pairo algo tan peregrino y circunstacial como nuestro apellido. Jaja.

Nos ponen el nombre de la tía soltera o del abuelo que murió en la guerra, o de la madre sumisa, o del padre. Nos llaman por una palabra heredada y podemos admirar o no a su propietario (propietario incluso en segunda o tercera instancia) pero, sea como fuere, jamás podremos quitárnoslo de encima. Llevaremos al personaje encima filtrando su figura sobre nuestro inconsciente, en la parte más profunda de nuestro carácter, donde campan a sus anchas los lloros de la niñez y las muchas o pocas caricias.

Le doy vueltas a la cabeza y termino sintiendo un poco de alivio. Verlo a tiempo, antes de someter a un hijo mío al nombre –muy bonito por cierto- de un abuelo muerto demasiado joven y, por lo tanto, fruto de un sinfín de idealizaciones. Antes de someter a esa criatura inocente al peso de un señor de perfil casi perfecto que dejó un montón de cosas por hacer. Siento alivio y un poco de vértigo. Puedo recordarme a mí, hace bien poco, pugnando por ese nombre como si la vida me fuera en ello. Dios mío...

Maite y yo tomamos un té cuando le cuento todo esto. Ella lleva el nombre de su madre, pesado, enorme, precioso.
-¿Sabes? Mi madre nunca te llamó así, prefería llamarte Teresa.- le apunto.
-Tu madre tenía algo especial, me trató desde pequeña como a una personita, no como a una niña o como a la hija de alguien.
-Ya, sí, lo sé. Tiene sentido, al final, yo me llamo Fátima y no Isabel ni María.

Bebo un sorbo y me siento liviana. Floto en toda la dimensión esdrújula de mi nombre.
Me quedé con otras taritas pero, afortunadamente, no con ésta.

domingo, 21 de agosto de 2011

Frases célebres

Luis: "Cariño, siento decirte que en el penoso camino que lleva a alguien de lo lamentable a lo patético, lo primero puede ser responsabilidad de otros pero lo patético es siempre cosa de uno".

martes, 16 de agosto de 2011

Creamfields Andalucia. Sudor, electro y otros ritos

Antonio Rodríguez Peña
Una luna altiva, gigante y blanca. Un paisaje de colinas. Un valle de asfalto. Tres puntos de luz donde germinaban los sonidos. Las hordas de personas que entraban el sábado, ya noche cerrada, en el recinto de Creamfields parecían recién aterrizadas de ese platillo volante y luminoso de la zona VIP del Circuito de Jerez. Se acercaba el gran momento del sábado, del fin de semana, del mes, del año y, movidos por el ritmo triunfal de quienes acababan de conquistar el suelo de un nuevo planeta, venían a la llamada de un nombre. A unir sus cuerpos -la mayoría por primera vez en su vida- al ritual marcado por quienes han sido chamanes históricos de la música electrónica internacional. The Prodigy no podía defraudar el sábado a las más de treinta mil almas que, sudadas, se rendían a su música. No podían defraudarles porque cuando alguien cumple un sueño, un propósito, un rito, nada importa que los ecualizadores confundan los sentidos, que el sonido sea sucio, que las palabras sean difíciles de identificar. "Where is the fucking spanish people?" Gritaban arrancando la piel de un público al que le bastaban tres acordes para identificar los hits del grupo y perder la cabeza en el sacrificio. Sigue leyendo en MondoSonoro.

Frases célebres

PiliB: "Qué aliviooooooo. No entro en su target".

jueves, 11 de agosto de 2011

Frases célebres

Antonio P R-T: "Para los españoles el 95% de los países son más tristes y el otro 5% son más pobres".

miércoles, 10 de agosto de 2011

Humanidad

Bride of Frankenstein 1935

"No te hurgues en la llaga",  increpó el Dr. Frankenstein a su criatura al verle tocarse, una y otra vez, la tumefacta cicatriz. Al científico le molestaba la desobediencia casi infantil del monstruo pero debía reconocer el íntimo placer que sentía al percatarse de su predisposición al dolor autoinflingido y al sentimentalismo masoca. Claro síntoma, como comprobó más tarde, de que había conseguido en él una naturaleza inequívoca y dolorosamente humana.

lunes, 1 de agosto de 2011

Bueno, bonito, barato y… fresquito

Fuel Fandango. JM Grimaldi
El Adobo es un aliño, salsa o caldo que sirve para condimentar o para conservar alimentos, en el sur de España, en su mayoría, pescados. Entre los tenderetes de comida que custodiaban el recinto ferial del Festival Al Rumbo 2011 no había puestos de fritos con aromas a comino y vinagre aunque sí una extrema mezcla humana, sabrosa por lo especiada, capaz de convertir en éxito un cartel heterodoxo en el que abundaban los nombres consolidados y alguna apuesta en su punto justo de cocción. La cita de dos días -al precio de 20 euros con abono y camping en su oferta inicial- no defraudó a las casi quince mil personas que llegaron a contarse entre el público y consiguió hacer suya a una audiencia mayoritariamente veinteañera que a las ocho de la tarde del viernes –hora oficial del comienzo y mientras sonaba el funk de Niños Velcro- andaba aún montando el paisaje de tiendas de campaña, neveras y hasta una gallina/mascota, que de todo podía verse. Más de nueve mil abonos se habían vendido el viernes y la asistencia desbordó las previsiones. Sigue leyendo en MondoSonoro