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martes, 2 de diciembre de 2014

La solidaridad, la adopción y la dificultad para detectar acentos

-¿Dirección para enviarle el carnet?
-Bla, bla, bla, bla, bla... 08022 Barcelona.
-¡Oh! ¿Ves? Luego dicen que los catalanes somos insolidarios... ¡Una catalana aquí haciendo su contribución!
-No soy catalana, soy de Cadi.

Silencio.

-Ah... Bueno... Pero ya llevas mucho tiempo en Cataluña, ¿verdad?
-Nop.
-¿Cuánto llevas en Cataluña?
-No llega a dos años.
-Ohhh... Bueno, ¡pues ya te adoptamos!
-No, gracias. No hace falta.

Demasiado temprano, demasiado shockeada y demasiado piadosa como para contarle mi vida a esta pobre chica que además debe estar fatal del oído. Hija mía, es una cuestión de alergia al pensamiento único, fe en la terapia y descreimiento gadita pero, no, agradeciéndote tu amabilidad, prefiero seguir huérfana. Si me lo llegas a ofrecer hace unos años… 

martes, 25 de noviembre de 2014

Cosas de la vida

La RAE sabe lo que significa cutre. Sorprendentemente, puede rodearte gente que no. 

martes, 28 de octubre de 2014

La repipi se rinde al tributo o cómo hacer que baje la pastilla de matrix

freddie -con minúsculas- se quita la peluca
Ir a un concierto tributo es una cosa muy loca. Máxime si tu afición al grupo es relativa, si no has bebido suficientes cervezas previas o, como consecuencia de lo anterior, caes en la cuenta de que no te sabes las letras. Ir a un concierto tributo supone rendir homenaje al sucedáneo y hacer la vista gorda cuando el simulacro no alcanza a dar sentido y razón al espectáculo. Tiene un punto de concierto sí, pero, sobre todo, de coreografía y de teatro posible: de cómo bailaría él, de cuántos selfies te harías si fuera él, de cómo hubiera sido todo si en lugar de nacer en los ochenta hubieras llegado un poco antes, a tiempo de inaugurar el fenómeno fan o pasar por encima de la heroína y el VIH. Grandes bichas del talento en el pasado siglo.

En un concierto tributo la gente espera ver a su ídolo haciendo los mismitos gestos que el DVD edición 25º aniversario. Aspira a alcanzar ese momento mágico en el que creerse que todo es cierto. Un momento de karma, varias cervezas mediante, capaz de superar la malaje de quien lo que es cantar... canta bien, pero la dramaturgia no la domina tanto. Se espera del imitador que repita los pasos precisos y del técnico de luces que sepa perfectamente a qué atenerse: "Esta es la iluminación exacta que usaron en el concierto del ochenta y dos", oyes exclamar con entusiasmo a unos centímetros de distancia con ese oído licántropo de quién no lleva suficientes copas. “Se ha puesto la chaqueta, mira, mira, lleva la chaqueta amarilla”. De repente, estar ahí, en ese despertar de los muertos al que llegas rebotada, se te revela algo patético. El fenómeno fan descolorido, el sudor intergeneracional, la invasión de camisetas frikis y el saber que son treinta euros por tomar un enorme nespresso de música -que sabe a café, pero que no lo es- te dan un poco de pena.

Sacas entonces tu curso de psicología del CCC para reflexionar sobre esos tipos de la guitarra que eligieron vivir de triunfos que no son suyos. -¡Qué desperdicio!, piensas, Siempre me ha dado tanta envidia la gente que sabe tocar la guitarra... -  Para entonces me ha hecho efecto la pastilla de matrix y todo me parece impostado, como ciertas proclamas que me dan vergüenza ajena, como la gente que ve a su madre en una bandera o piensa que un partido de fútbol les va a cambiar el mundo. Sobria, despegada y algo aburrida contemplo con cierto resentimiento a una pareja que se esfuerza por grabar con el móvil el sainete de pop rock que anima a la muchedumbre emocionada. Mi juicio repipi está a punto de alcanzar una toxicidad peligrosa cuando bostezo.

Los aplausos preconizan el final de fiesta y freddie que no es Freddie –llamémosle freddie con minúsculas- muestra su corona de reina ante los alaridos del público que tributa. Entonces es cuando surgen los acordes de mi canción favorita y las tres neuronas débiles que me quedan despiertas me preguntan si no soy yo la equivocada, la que se pierde algo y desperdicia la entrada. Como las  hadas de Disney, las tres neuronas me agarran por la chaqueta y me abofetean a tiempo. Vuelan pajaritos de colores alrededor de mi cabeza. Empiezo a apreciar el timbre de voz -si cierro los ojos es como si fuera de veras-. Ya estoy moviendo el esqueleto cual posesa y reclamando el tercer bis. Soy una friki más cuando pillo las manos de mis amigos y les animo a corear que somos the champions echando a un lado esa mala conciencia que me da todo lo que me suena a la UEFA.

Cuando la luz se enciende me alegro de haber tributado algo –algo que no sea impuestos, Seguridad Social o IVA, quiero decir- y procuro no avasallar ojiplática a los que compran la camiseta con esa mirada mía, sabihonda, llena de honda condescendencia. 

Definitivamente, dejarse llevar por la euforia colectiva es un gustazo, me voy diciendo cual señorita pepis porque una no puede renunciar así sin más a su pedantería. Quizás debería ser un poco menos inflexible y buscarme algún grupúsculo afín en el que corear proclamas. Viviría mucho más feliz, canalizaría mi energía y además me sentiría la mar de acompañada. 

Esa noche pienso que voy a poner las canciones en el spotify por si me sale otro tributo de estos. Definitivamente, si te medicas con la pastilla chunga de matrix, me digo, al menos, que la música de vez en cuando me haga olvidarla. Entonces me detengo en seco. ¿No sería que ya llevaba tres o cuatro cervezas para bajarla?

Y, por si había dudas... Eh, voilà, mi favorita :D




miércoles, 18 de septiembre de 2013

Teoría Sentimental del Champú de Oferta

¿Honestamente? Me hubiera gustado que fuera mía. Lo reconozco. Hay teorías de finura tal que lamento mucho no haberlas pergreñado yo en esta cabecita entre penca y retorcida que me dio dios. Se llama La Teoría Sentimental del Champú de Oferta y pertenece a mi amiga Pilar que últimamente, aunque algo rota, está más mona, más sesi y más lúcida que nunca. A pesar de lo que su nombre pudiera indicar, la Teoría Sentimental del Champú de Oferta no está relacionada con lavarse el pelo con marca Vidal en casa de un extraño tras una noche confusa. Tampoco con enamorarse del primero que nos mira porque la mancha de una mora con otra verde se quita. Qué va… 

La Teoría Sentimental del Champú de Oferta tiene que ver con esos plastiquitos que un día te encuentras adosados a tu marca de champú favorita en el supermercado. Esos transparentes que colocan fuertemente adheridos a otra botellita de igual o menor tamaño de Body Milk, acondicionador o líquido crecepelo que tú, naturalmente, no necesitas. Seleccionado entre los stocks a punto de caducar de la multinacional Mycare&Mycare, el contenido indeseado -y a veces indeseable- de esas botellitas se convierte, por arte e ingenio del director de marketing de la firma, en tu "regalo" o "promoción" con esa compra. Un extra que a ti, fiel consumidora de tu champú para el pelo favorito, no te interesa en absoluto. ¿Problema? Que el plástico en cuestión está demasiado pegado, demasiado adherido a ambas botellitas como para separarlas limpiamente sin que alguien te vea. Cubierta diseñada para romperse con saña o con tijeras, el resultado es que no puedes salir del supermercado con tu champú del pelo favorito y haber dejado allí la promoción no electa.

¿Y toda esta parrafada sobre el packaging?¿Reoriento el blog para convertirlo en otra bitácora de prescriptores de marketing? Nada más lejos. Toda esta parrafada es para ilustrar la teoría sentimental de mi buena amiga según la cual, en toda relación, llega el momento de enfrentarse a la promo non petita, a la botella de oferta. Es decir, a ese día en el que ese ser del que te has enamorado aparece en tu vida adherido a un plástico pegado a una, dos, tres botellitas de contenido diverso que tú, ni por asomo, te hubieras comprado en la vida: su familia. 

Su familia -a partir de ahora "el regalo"- como los stocks de Mycare&Mycare, puede ser fantástica, el equivalente humano a un nuevo y revolucionario lanzamiento cosmético que tu economía doméstica nunca pensó permitirse. Un chollo, un encanto, una suegra adicta a cocinar tupers y comprarse ropa súper mona que luego heredas tú. O a comprártelas a ti directamente (por teorizar…). Más frecuentemente, "el regalo" puede ser un estándar increíblemente ajeno a tu manera de ver de vida. Un crepelo muy práctico si eres calvo pero que tú no sabes dónde narices meterte. Una suegra, por ejemplo, adicta a las manualidades, enganchada a regalarte cosas del Venca u obsesionada con los gatos y tú con alergia. Finalmente, y por dejar de ser políticamente correcta, "el regalo" también puede ser, y a veces, es, mucho peor. Una crema pringosa con olor a aceite de linaza, un after sun que te da alergia. Una suegra sobreprotectora que compite por tu sitio, una adicta a la alimentación macrobiótica, o al fitnes, o la cirugía estética. Alguien con quien te descubres un día en la cocina intentando hablar en un idioma que para ti es absolutamente ininteligible. 

El gran cabo suelto de la Teoría Sentimental del Champú de Oferta es que las botellitas anexas un día salen de tu casa y de tu vida "como obsequio" en el bolso de tu amiga rapiña "Uy, pues si no lo usas yo me lo llevo". O de tu cuñada o hasta de tu suegra. Pero encontrar una solución similar con la familia política pues está, la verdad, muy feo. Es en esos casos en los que una se aguanta con el obsequio y sólo espera que alguien del clan encuentre en el supermercado otra botella anexa que se le parezca. Una perfecta cuñada, o por opuestos, una cuñada imperfecta. Alguien que, al menos, haga grupo, o lo deshaga, y cubra el hueco físico o psicológico que tu dejas. Pinche en las comidas del domingo, chascarrillo en las charlas de la cocina, animadora en el grupo de guasap. 

"Hay que ver lo rarita que es tu mujer… No se integra" oyes de pasada mientras tu champú del pelo favorito asiente y te disculpa "Sí, mamá, sí se integra… Es que es tímida y le cuesta abrirse. Pero os tiene mucho aprecio".

jueves, 5 de septiembre de 2013

Bochorno urbano I

Piiiiiiiii!!!!!
-Vaya, la máquina dice que mi T-10 está agotada. Pero sí lo último es un seis. Está borrada, ¿verdad??
-Pues sí que está borrado sí.
-¿Usted acepta billetes de 50??
-No.
-Pero en este barrio no hay donde comprar el bono.
-Pues no.
-Ergo, ¿tengo que bajarme del bus??
-Sí.


Algo muy parecido me pasó una vez en Cádiz y no fue para nada así :(

martes, 3 de septiembre de 2013

Frases célebres

Pilar: "Los hombres son como el Windows Vista. Dios la cagó con ellos y, como no quiso reconocerlo, nos puso a nosotras para parchearlo".

lunes, 29 de julio de 2013

Nos falta pista de baile...

En la vida de todo hijo de vecino siempre hay un bobo con ínfulas que, inmerecidamente, consigue agitar tu universo. Y uno se siente como un personaje de Ionesco, cantando y sin pelo. En mitad de la pista, con leggins y una felpa en la cabeza. Absorto, medio tonto, con más cara de lerdo que el lerdo en cuestión. Pensando que la vida es trágicamente absurda y que, para lo que se ve por ahí y gracias a dios, la tuya todavía roza lo tragicómico. Un género agridulce, bufón, en el que al menos - par de cañas por delante- y aún amargamente, llegará un día en el que te troncharás de risa porque siempre tuviste debilidad por los ridículos.


Porque por muchas ínfulas, por muchas tragedias absurdas, por muy pocas ínsulas de gente cabal que queden, sabes que nadie te podrá quitar la satisfacción elegante de reírte un poco de ello, de ellos. De levantar la cabeza con los ojos llenos de lágrimas y, en medio de la carcajada espasmódica,  ponerte la felpa, unirte al absurdo y salir a bailar. No me digas que no…

Lori Meyers

lunes, 9 de julio de 2012

Resaca Autoinducida Vol II


-Tienes mala cara, ¿dormiste mal?
-Bueno, tuve bronca en casa anoche.
-Oh… Vaya, mujer, paciencia… Todo tiene arreglo.
-Supongo.
-En serio… Todo pasa. ¿Algo grave que me quieras contar?
-No, nada… Si esto viene de largo. Es conmigo.
-¿Cómo?
-Que la bronca la tuve conmigo, conmigo misma. Estoy a punto de darme un ultimátum.

jueves, 8 de marzo de 2012

Pensando en este día

Se podrían añadir más cosas, pero por hoy quedémonos con la tiranía estética.

lunes, 13 de febrero de 2012

Melodía de la semana

Este blog no suele parecer político, pero, ¿para qué engañarnos? ¿Hay algo que no lo sea?
#estamoscongrecia



Armatae face et anguibus
A caeco regno squallido
Furoris sociae barbari
Furiae venite ad nos.
Morte, flagello, stragibus
Vindictam tanti funeris
Irata nostra pectora
Duces docete vos.

jueves, 2 de febrero de 2012

Dudas existenciales

Si las sirenas existen, también deben existir este tipo de criaturitas de dios, ¿no??

martes, 31 de enero de 2012

Melodía de la semana

-Pero quizás si hubiera tenido más suerte…
-No- me interrumpe- Los conflictos nunca se resuelven si no es afrontándolos. Ninguna persona dañada se cura por el amor de otro, ni porque tenga un hijo, ni  porque le toque la lotería. Y si en una generación no se resuelve un nudo, este se hace más grande y más grande, y se perpetúa en las demás.
Abro mucho los ojos, me siento agotada y vencida pero, aún así, pregunto:
-¿Para siempre?
-No, para siempre no, sólo hasta que a alguien le da por resolverlo. En el fondo es muy sencillo pero da mucho miedo.
-Vaya... Es un alivio...

Y con esta melodía semanal confirmamos:
1) Que será difícil que vuelva a creer en las soluciones mágicas, la suerte y los atajos.
2) Que el cantante de Love of Lesbian es un neurótico consciente y en proceso de curación.
3) Que esta canción y este vídeo son la caña.
4) Que terminaré comprando este libro.


Cuestiones de familia

 
Nunca te callas, vuelves a insistir,
ya ni respetas los días como hoy,
no nos reunimos para debatir
cuestiones de familia que
del antes pasan al después.

Especialista en aumentar la tensión,
tanto si callas como si hablas por dos
todas tus frases siempre acaban con
cuestiones de familia que
se evitan una y otra vez.

Tengo un plan,
digo "lo siento, ya me han vuelto a llamar",
y me levanto haciendo ver que es verdad,
simulacro de evasión
en mi antigua habitación.

Y una voz te dice: "ven ya,
no te hagas notar, hoy no, hoy no".

¿Cómo hablar y estar ausente?
Es mi actitud.
¿Cómo hablar y estar ausente?
Dímelo tú.

¿Sabes a quién te pareces?
¡Yo no quiero parecerme!
¿Sabes a quién te pareces
con tu actitud?

Y ahora tú,
preguntas si aún te aprecio y yo
pretendo desviar la atención
diciendo que ésta no es la cuestión.

Sólo son cuestiones de familia,
son comunes por definición,
en tablas el rencor y el perdón.

¿Cómo hablar y estar ausente?
Es mi actitud.
¿Sabes a quién te pareces?
¿Sabes a quién te pareces?

Conclusión:
La vida va deprisa
es dura
y la familia
no se elige

Love of Lesbian

miércoles, 28 de diciembre de 2011

Nos quedan grandes estos fríos

-Pasa, ¿quieres un té?
-Venga sí.
-¡Qué guapo! Me encanta tu jersey...
-Sí, es el uniforme del frío.
-Yo también me lo he puesto, ¿has visto? Voy forrada... Ahora, que tengo una pinta de bollera que te mueres.
Silencio.
-¿Qué?
-Fátima, no puedo decirte nada. No puedo negar la evidencia.

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martes, 20 de diciembre de 2011

No me apeteces nada


No sin maquillaje

Me estoy preparando un cola cao. Muy cerca, Inés pasa la fregona y agita un cubo que huele a lejía.
-Vaya, estoy helada, encima han puesto el aire a 20 grados. Ni que estuviéramos en agosto!!
Inés me mira con ojos tiernos, aunque yo aún no sé por qué.
-Vamos que ya yo me he puesto las medias bajo los pantalones. Cinco grados... -prosigo.
-Ya, además tú con la barriga...
¿Cómo? ¿Cuándo? ¿Dónde? ¿Por qué?
-¿Qué barriga? Si yo no estoy mala de la barriga- Apunte: No estoy mala, esta vez.
-La tuya, mujer, el embarazo. Yo tenía muchos cambios de temperatura con los embarazos.
-¿Qué embarazo?
-¡El tuyo!
Lo peor es que me paro en seco y la cabeza me da una vuelta que cualquiera podría identificar con una duda.
-Yo no estoy embarazada Inés. Por dios, para nada...
-¿Seguro?
-Claro que es seguro.
-Pues alguien me lo ha dicho a mí. ¿No te hizo una broma Emilio el otro día?
-¿A mí? Noooo.
Ambas nos reímos. El microondas hace tilín, saco la taza y me dirijo de nuevo a mi mesa.
-Inés.
-Dime.
-¿No me dirás todo esto porque tengo mala cara?
-No mujer...
Pero me voy a mi mesa, engancho el khöl, la barra de labios y el corrector de ojeras y diez minutos después soy otra. Decidido, mañana me levanto más temprano.

viernes, 16 de diciembre de 2011

El amor eterno y los alcaldes sin romanticismo

Se supone que es romántico. Vas a una ferretería, eliges la medida adecuada -¿alguna preferencia en la tonalidad del cobre? ¿En la marca? No, está bien, me llevo este mismo-. Entonces te vas, no sé, de cena romántica por ejemplo. La tomas de la mano, o le tomas tú a él, y allí, frente al plato de pasta fresca -dicen que no pero allí siempre terminas comiendo pasta fresca- le dices que quieres hacer esa cosa tan romántica del puente. Entonces os acercáis cogidos de la mano, elegís en cuál de las farolas hay un huequecito donde encanchar el artilugio y os disponéis a cerrarlo.
-Espera cielo, las iniciales, hay que poner las iniciales.
-Es verdad, espera, lo traigo todo pensado.
Entonces sacas -o saca él- uno de esos bolígrafos indelebles que nunca encuentras cuando tienes que clasificar un cedé y escribes vuestras letras: M y P o P y M, o lo que sea. Hace frío pero el corazón late tan fuerte en mitad de este alarde de proporciones cinematográficas que ya no sientes nada. Sólo vuestro amor flotando como el boli, indeleble, eterno. Os miráis a los ojos mientras lo hacéis. Oís el click del cierre y os dais un beso -con lengua por supuesto- sintiendo que el corazón se agita y que, de repente, hace calor.
Como llevado por el espíritu de todos los hombres que una vez amaron, o al menos, de todos los hombres que una vez amaron en la gran pantalla -en la chica vale también- él, en un gesto atávico de macho dominante, tira con un gesto cargado de impostada impulsividad las minúsculas llaves a las heladas aguas del Tíber.
Ella se siente morir, literalmente, de amor.
Se toman de la mano, se disponen a seguir su camino.
-Espera, vamos a hacerle una foto.
Sacas el móvil, o lo saca él, y click. Momento inmortalizado. Momento imperedecero, perenne como vuestro amor, como el candado que habéis adosado a la histórica farola del Milvio en un gesto del que podréis fardar a gusto con el grupo de amigos.
Un candado...
UN CANDADO.

Nada sospechosa de no ser moña, pasto de cuentos y estrategias de marketing emocional, una servidora imaginó la escena con los pelos de punta.
-Mari, ¿Qué te pasa? Se te ha cambiado la cara.
-Sonia, creo que esta mierda es la cosa más sádica que he visto en mi vida.
El profe hippie de mi lado sonríe y me pasa el pitillo.
-Qué poco romántica eres- dice con su acento cálido.
-Una cosa es ser romántica y otra jugar con metáforas emocionalmente tóxicas...

Por eso hoy y desde mi humilde espacio plagado de pasto sentimental, debo decir que me alegra mucho que Gianni Giacomini tampoco sea un romántico y que me reitero en mi idea de que Federico Moccia es francamente gilipollas.

viernes, 11 de noviembre de 2011