sábado, 30 de junio de 2007

Melodía de la semana

A veces hacen falta cuatro botellas de vino y un montón de mujeres desconocidas con ganas de conocerse. A veces hace falta caerse, recaerse, levantarse, quedarse sentada y volverse a levantar para aprender que en el fondo uno es más dueño de su destino de lo que parece. A veces, después de una buena comida y de un millón de palabras, uno termina reverenciando al refranero español que tanta veces susurra "Cada uno tiene lo que se merece".
Y se sabe que cuesta eso de sacudirse el yugo del quebuenosoy y hayqueverlomalquemetratalavida para mirarse el ombligo -de verdad y sin pelusas– y exponerse a lo que nos buscamos nosotros mismos. Porque uno es feliz sólo si le da la gana, ama si se deja entrar y vive sólo si no tiene miedo a llorar, da algo de rabia tener que cumplir años para aprender eso que en casa, si tienes suerte, te han dicho desde que eras niña.
Es la historia de siempre y, al final, todos terminamos expurgando razones y cambiando de bando para darnos cuenta de que, después de todas las vueltas, de todos los kilómetros, de los amores, halagos y todas las cualesquiera cosas que creíamos nos ponían contentos, somos nosotros quienes, entre el punto chi y el agujero del cordón umbilical, tenemos la llave de esa cosa placentera, repanchinaga y plácida que llamamos felicidad.
Por eso a veces, en mitad de un barco que al ritmo de Volare cruza el Danuvio, te descubres dando gracias a eso que un amigo llama el Demiurgo. Regalando una lagrimilla de emoción en honor a las papillas de buena calidad, a las riñas a tiempo, a la intuición y a ese saber elegir que todavía no sabes en qué tómbola cósmica te ganaste.
A veces hacen falta cuatro botellas de vino y un montón de mujeres con ganas crecer para agradecerle al Demiurgo el que la tuya sea pasta ultrasensible, fotofóbica y algo reactiva pero bendecidamente resistente, cálida y empeñada en ser feliz.
Chicas, esto va por vosotras...

Eso que llevas ahí

Lo importante no es llegar
Lo importante es el camino
Yo no busco la verdad
Sólo se que hay un destino

Y eso que llevas en tu corazón
Y eso que llevas ahí
Y eso que llevas en tu corazón
Quizás también te hará reír

Lo importante es amar
Tan inmenso es el abismo
Lo importante es desear
Y no ser un muerto-vivo

Cabalgué sólo en la oscuridad
De las crinas de un caballo malo
Te di amor hasta el fondo del mar
Y lloré entre las flores de Mayo

Sólo una oportunidad
Sólo hay un solo tiro
Yo nací en una ciudad
De allí también son mis hijos

Y eso que espera en tu corazón
Y eso que espera salir
Y eso que espera en tu corazón
Tal vez un día te hará feliz

Conocí una muchacha de miel
Con aceros reforzó la casa
No dejó entrar a nadie después
Sin querer me devolvió mi alma

Lo importante no es quedar
Que todo pende de un hilo
Lo importante somos vos y yo
Y el amor que construimos

Y eso que llevas en tu corazón
Y eso que espera salir
Y eso que sangra en tu corazón
Confiá también te hará feliz

Fito Paez

jueves, 28 de junio de 2007

Frases célebres

María: "Tía, hay que probarlo... Si no te has acostado con una tía no eres nada moderna".

miércoles, 27 de junio de 2007

El módulo profanado


La alarma ya ha saltado y el rumor echado a correr. Una anda medio en pijama -calcetines con chanclas y pelo anudado en una cola- cuando el reality del momento te pega un cosquis en el cogote. Frente a tu mismísima cara, distorsionada por la mala calidad de la tecnología aún macarrónica, pero suficientemente reconocible como para que te des cuenta, ves la característica ducha pintada de rojo, la silla de plástico en la puerta de la pared a rayas, la maruja al fondo sacudiéndose la arena. «Joder, es mi módulo». Allí en mitad de la televisión nacional, como si alguien te hubiera robado para siempre la intimidad de tu sitio de recreo, te sientes morir ante la pantalla. Una chica en topless se enjuaga en las duchas públicas de tu playa -TU playa- ante el objetivo indiscreto de un móvil o cámara oculto.
«Es el colmo», repites sabiendo que a partir de ahora tus tetas -TUS tetas- pueden ser de dominio público por arte y gracia de la represión y el cutrerio patrios Porque, vamos a ver, en pleno siglo XXI, en un país que se dice desarrollado, ¿todavía hace tanto lo de espiar sin permiso unas mamas que además se muestran en toda su imperfección? ¿O es que resulta que con tanta prótesis de soja y tanta simetría se echa de menos la disimilitud de los pechos de veras?
Mientras tus compañeros rompen a reír ante el panorama, tú lamentas haber nacido en un lugar tan ridículamente sexuado. Resoplas ante la profanación de tu rincón playero y te vas haciendo a la idea de que este año, para broncearte, tendrás que pillar el coche. Una puede soportar el voyerismo en directo pero convertirte en streaper sin encima ver un duro es el colmo.

Publicado en La Voz de Cádiz el martes 27 de junio

lunes, 25 de junio de 2007

De nervios y vocación


Hay días para borrar del calendario. Hay conjunciones capaces de hacer que 24 horas de tu existencia se conviertan en una pesadilla con monstruos incluidos bajo la cama. El teléfono te revienta, te azotan los compromisos y serías capaz de vender tu alma a Lidia Lozano con tal de sumar 180 minutos más a la jornada para seguir sufriendo, pero sin estrés.

Para los individuos hipersensibles la cosa se salda con un incómodo grano en la barbilla, una taquicardia galopante y una sensación paralizante de no poder más. A algunos, en versiones epiteliales, les sacude la dermatitis, a otros la infección de las mucosas y las incómodas llagas. En esos momentos, en los que la pastillita bicolor late sin freno al fondo de tu bolso, en los que el ansiolítico parece ser la única solución, ocurre que puedes toparte con un buen amigo. Tener la suerte de verte reflejado en sus ojos de perro viejo, tranquilo que no manso, siempre con la mano tendida para la confianza. A veces una parada a tiempo aplaca el alma y recoloca las cosas.

Son los casos en los que vuelves a charlar con un reportero de sangre y gasolina, con un conocedor de millas de información, con un lobo de la noticia del que siempre fuiste cómplice. Él te refresca que la literatura es un refugio -¿cómo es que casi se te olvida?-, que el mundo tiene más aristas de lo que parece, que un día tú también saliste con los dientes apretados en busca de una noticia. Recuerdas entonces tu primera firma a los veinte años, tus entrevistas, tus contactos, tus amigos y esa encantadora sensación de ser siempre un aprendiz. Te das cuenta entonces de que al margen de todas las movidas, liberada del teléfono infame, de la catarata de compromisos, tranquila y liviana sin tocar el suelo, difícilmente serías feliz.

Publicado en La Voz de Cádiz el martes 19 de junio

viernes, 15 de junio de 2007

Melodía de la semana

Me voy. Reventada, estresada, inexplicable y explicablemente nerviosa. Cansada de no poder estar cansada, cansada de estarlo, y de desarlo. Muriendo por sentarme esta noche en el incómodo asiento de un autobús y dejar la masa encefálica en Cádiz.
Por favor, que nadie me llame si no es por algo verdadera y absolutamente frívolo.

Me voy pero a lo grande... con el maestro de maestros...
Franco, Franco, Franco!!!!!

El rouge adictivo

Que el mayor de los sufrimientos puede ceder de la mano de un rouge de labios es una realidad extrañamente comprensible para ciertos individuos. Y digo -viduos, en neutro, porque la cesión a la máscara de pestañas, las medias de seda o los tacones de aguja, es una debilidad ridículamente achacable a los géneros aunque alguno se sienta morir leyendo tal aserto. Y es que que los varones hayan andado por el pasado siglo -más atrás la cosa fluctúa- sin sucumbir a los polvos translúcidos y el colorete, no les libra de la cesión futura a la cosmética ni a la estética. Dos realidades terminadas en -ética, mira por dónde, a las que parecen aproximarse de manera galopante si atendemos a las nuevas líneas pour homme puestas en marcha por las principales firmas del sector. También si nos diéramos un paseo por los secretos de ciertos dormitorios masculinos. Detrás de los muy machos, de los extrañamente agresivos. A alguno le levantará el estómago eso de imaginar a su compañero de farras con los ojos como Farah Diva, aunque señores, háganse a la idea, el köhl no es patrimonio femenino.

Esta servidora, en su peligroso equilibrio de contradicciones, todavía no se ve de la mano de un tipo más pinturreado que ella, aunque quién sabe... Por ahora me quedo más con los defensores de la cada lavada capaces de apreciar cómo brillan, relucen y se ensanchan tus pupilas frente a un rouge allure satiné del 18.

«No me puedo creer que sea tan importante», te dicen mientras contemplas, como extasiada, el pequeño artilugio negro y dorado con el que te han salvado el día. «Mejor cariño, éste, como todos, es un placer adictivo».

Publicado en La Voz de Cádiz el 12 de junio de 2007

domingo, 10 de junio de 2007

La limpieza


Aquella tarde tenía tanto trabajo pendiente que fue rebuscando excusas hasta encontrarlo de frente. Desordenado, caótico, lleno de frascos superpuestos, repetidos, caducados y polvorientos. Se había acostumbrado a dejarlo pasar más intrigada en otras cosas. Tan sencillo como tirar de la puerta corredera y ya. El marasmo del armario desaparecía. De ahí la sorpresa al encontrarlo allí, acodado entre el esmalte de uñas y un bote de laca vacío al que siempre recurría minutos antes de salir de cena, cuando el supermercado estaba cerrado y ya era demasiado tarde. Vestía camisa de cuadros y un pantaloncito a rayas, nada conjuntado, por cierto.
–¿Quien eres?
–¿Y tú?
–¿Yo?– esperó unos segundos aturdida antes de elaborar la respuesta– Vivo aquí.
–Y yo.
–Pero yo... soy la dueña de la casa. Vivo aquí siempre.
–Y yo del armario, estaba desocupado- le explicó como si tal cosa mientras recolocaba, pesadamente, un sacapuntas viejo que se había desplazado en la limpieza– Perdona, me sirve de mesa, lo has desplazado con tus movidas.
Antes de lanzar un suspiro, entre asustado y expectante, Mara reconoció la legitimidad de la sentencia. Un ocupa, simplemente, entre los peines viejos, las compresas y los cepillos de dientes.
Antes de salir, rescató de la basura un bote de body milk que hacía las veces de pilastra y, tras colocarlo, corrió con cuidado la puerta de aluminio. Claramente, era demasiado tarde para arreglar el armario del baño.
Ahora, de vez en cuando, en los domingos de tedio y fútbol en la tele, se pregunta si seguirá ahí el hombrecillo demodé. Intuye que es uraño pero de corazón noble. No quiere comunicarse pero, en los momentos de urgencia, cuando acude desesperada con el moño deshilachado y el vestido a medio abrochar, siempre encuentra, delante del inexpugnable caos de la balda, dispuestas como si del tocador de una novia se tratara, un ramillete de horquillas.

miércoles, 6 de junio de 2007

Melodía de la semana

¿Quién dice nada de miedo?


Abre el mundo ante tus pies
abre todo sin querer
abre el zen, la vanidad
abre la profundidad
abren sexos en tu piel
abren cofres si querés
abre el fuego si cantás
abre el mundo una vez más
abre el roce y el amor
se abren paso entre tú y yo
abre el miedo y el dolor
abrís todo
y entro yo

Abre un cuerpo, se abre el sol
abre dar también perdón
abre verse en realidad
abre gritar de verdad

Abre el rito de la fe
abre el riesgo de perder
se abre sólo mi ataúd
abre el plexo en una cruz
abre drogas, abre amar
abre besos, abre andar
abre hablar, abre callar
abre el pulso del lugar
abre hacer e imaginar
abre nunca interpretar
abre toda sensación
abre música y color
abre el fin de la razón
abre el cielo y el terror
abre un poco de piedad
abre toda inmensidad
se abre el mundo ante tus pies
abre todo sin querer

Abre al fin la vanidad
abre la profundidad
abren sexos en tu piel
abre un cofre si querés
abre el fuego si cantás
abre el mundo una vez más.

Fito Páez

martes, 5 de junio de 2007

Feminismo y adoquines


Me ha costado muchas visitas al zapatero, muchas amargas caídas, desgarbados tropezones rostro al frente, darme cuenta, por fin y clarividente, de que Teófila Martínez es feminista. Una anda muy en otras cosas, demasiado volcada en historiasparanodormir como para reflexionar sobre minucias de su urbanismo, aunque éste, de vez en cuando, le amenace los colmillos.

Mujer moderna, no hay más que verla, nuestra alcaldesa se ha propuesto, lleva años proponiéndose, liberar a las féminas del pesado yugo de los tacones. Lo hace con cuita, como hay que hacerlo, sin imponerlo por la fuerza. Planteando minúsculas trampas contra el tacón de aguja tan imperceptibles que una, si no está pendiente, puede tardar años en detectar. Es este mi caso.

Instrumento de sumisión al servicio de la dominación masculina -no lo digo yo, lo dice Pierre Bordieu-, el tacón, esa prenda adorable que nos vuelve más delgadas y elegantes, no hace, como bien señalaba el filósofo, sino mantenernos incómodas, en equilibrio, frente al varón. Nos pone, de nuevo, aparentemente guapas pero, en la práctica, heridas. De rozaduras, de callitos, de quemazón.

Compañeras de penas ambas las dos, miembros de ese club doliente del hallux valgo, de las hormas anchas, de los zapatos bajos, Yo todavía -debe ser porfía de la edad- me enfrento de vez en cuando a mi propia anatomía.

Es entonces cuando me encuentro las trampitas. Esos brillantes adoquines de granito que todas hemos maldecido alguna vez. Pum, plaf, pum... Subida de calor y repeine del flequillo. «Nada, nada, estoy bien... el dichoso suelo éste», mascullas. Luego sueltas una risa nerviosa, azorada del tropezón, y reconoces que lo de esta mujer es estrategia. Esa tarde te calzas las converse y los taconcitos... al arcón.

Publicado en La Voz de Cádiz el 5 de junio de 2007

viernes, 1 de junio de 2007

Melodía de la semana

No es la típica aria magnífica que todos saben tararear pero es mi preferida. Pequeña y sin grandes alardes, breve y coqueta, a menudo descuidada y fuera de los repertorios.
Ya he dicho alguna vez que no quisiera ser la protagonista de mi ópera favorita. No tengo ningún interés por los amores imposibles y el azote del bacilo de koch... Me van más las historias sencillas, jugar quizás a los desdenes, dramatizar un poco y, luego, firmar con letras doradas el papel secundario de un final feliz...

Dice mi rubia que soy más coqueta que Musetta, ustedes juzgarán...



Quando m´en vo soletta per la via,
La gente sosta e mira
E la bellezza mia tutta ricerca in me
Da capo a pie'...

Ed assaporo allor la bramosia
Sottil, che da gli occhi traspira
E dai palesi vezzi intender sa
Alle occulte beltà.
Così l'effluvio del desìo
tutta m'aggira,
Felice mi fa!

E tu che sai, che memori e ti struggi
Da me tanto rifuggi?
So ben:
le angoscie tue non le vuoi dir,
Ma ti senti morir!

Cuando camino sola por la calle,
la gente se para y me mira
y todos admiran
mi belleza
de la cabeza a los pies...

Y saboreo, entonces, ese sutil anhelo
que brilla en sus ojos
y la suave evidencia de mostrar
la oculta belleza.

Así, la esencia del deseo,
toda me envuelve,
y me siento feliz, ¡Liviana y feliz!...

Y tú, que conoces, que recuerdas
y te abrasas, ¿Tanto huyes de mi?
Lo sé bien:
no vas a demostrar
tu angustia,
¡Pero te sientes morir!


Quando m´en vo. Aria de Musetta. La Bohéme. II Acto.
Giacomo Puccini