viernes, 29 de febrero de 2008

Una de golondrinas, una de rosas


Las rosas tienen un efecto muy curioso en mi vida. También las golondrinas. Especie que este año, otra vez, parece haber encontrado un lugar perfecto para hacer nido en el orificio de ventilación de mi secadora. Como la obstrucción –reventón del motor incluido- ya es un hecho, ahora que el electrodoméstico se ha convertido en atrezzo las oigo cantar con ligereza, tan contenta, sabiendo que es posible que, como las rosas, me traigan luz, oxígeno y buena suerte.
Me han levantado esta mañana y lo seguirán haciendo durante semanas hasta que en verano pueda deshacer la nada romántica plasta de hojas, pajas y barro y confíe en que, para otra, la planta de maternidad avícola encuentre recodos mejores.
Como la racha mala no puede durar definitivamente y, como dijo la sabia señora a la que, secretamente, cotilleaba el otro día en el bus, “después del día viene la noche”, confío en que las golondrinas, como las rosas, sean presagio de una buena temporada. Aunque siga coja y bastante neurótica, aunque se vaya acercando la lista de espera, habrá que apurar sus buenos presagios. No queda otra. Son criaturitas muy monas y, seamos sinceros, por mucho que cueste tender en la azotea, no va a ser una tan salvaje de cargarse la incubadora…

Melodía de la semana


A veces, las cárceles nos las montamos nosotros mismos...

martes, 26 de febrero de 2008

Mocos y esperanzas


Últimamente arrancarme una lágrima no es que se diga una hazaña heroica. Desajustes hormonales y mamarrachocracias varias pueden enterrar a cualquiera en un pocillo de amargo lloriqueo a prueba de comilonas, cosquillas y ramos de liliums y rosas. Seguramente por ello la última declaración sincera de afecto me sumó en el hipo ayer por la mañana. La hacía un actor muy grande, de aspecto duro, un actor con el que todas soñamos asestándole un buen golpe al imbécil de turno -sí, sí, a ese que no insultamos, sino definimos «clínicamente»-.

El hombretón de Bardem recogía su Oscar y solo tenía ojillos para su madre, claro que hay madres, como para llegarte a su casa, con los veintilargos y un certificado de adopción. Se acordó de ella y de sus abuelos, y de todos los cómicos que un día prefirieron pasar hambre antes que bajar la cabeza. Mientras sorbía los últimos mocos ante tal derroche de amor maternal y entrega política, me preguntaba si el bueno de Bardem seguirá pregonando con el ejemplo. Si seguirá sin cesiones, lametones y otras demostraciones pseudocívicas propias de la gente con éxito. Dejadme, a veces es delicioso ser injusta.

Como todos necesitamos el beneficio de la duda y a pesar de que una sea demasiado arpía para casar el Imperio Cruz con el intelectualismo de izquierdas, las contradicciones del personaje aún no le roban confianza. En el fondo, soy una romántica y mientras se me pasa el hipo de recordar el moño gris de esa insobornable dama, hago revisión de los últimos casos en los que ganaron los buenos. Vuelvo a sorber mocos. A ver cuánto tarda en aparecer con un cheque de prestigio, dinero o poder el seductor de siempre bajo mil caras, el que sabe cómo entrarnos, pescarnos y, embebidos de bonhomía, hacernos bajar con cara de regusto la mollera.

Publicado en La Voz de Cádiz el martes 26 de febrero

lunes, 25 de febrero de 2008

Dialéctica bucal

-Para que digas que no me preocupo... Le he reventado a patadas esta noche en un sueño.
-¿Síiiii?
-Joder, todavía tengo mal cuerpo, nunca me había pasado esto.
-¿Y le dabas muy fuerte?
-Buff... Bastante.
-Mmmmmmmm.


(A veces, la Fase Mor es lo que más se acerca en nuestra vida a la justa paliza al villano de las pelis de ficción)

miércoles, 20 de febrero de 2008

El cambio


–Tengo miedo.
-Agárrate a mí.
En el último segundo soltó su mano. La sintió liberarse, refrigerada, al contacto del sudor con el aire. De repente, un impulso le empujó a hacerlo a solas, a pertrecharse en ese lugar seguro donde se mueven, solitarios, los que no precisan a nadie. Soltó su mano como quien sentencia que podía vivir sin sus caricias, la zafó como quien se reviste o se fortifica. Había vencido el miedo y alcanzado el margen opuesto. Se sintió más fuerte pero él, que le esperaba para tomarla en un abrazo, no pudo percibir que, aunque rozándola, se había quedado al otro lado.

martes, 19 de febrero de 2008

Melodía de la semana

Hoy nos toca bailar... :)

Da por seguro, mi amor, te lo juro, nadie va a amarte como yo te amé...
Miranda

Hacer Historia

El mundo se mueve...
mucho.

Consuelo para idealistas

El ser humano es impertinentemente contradictorio. A una le frustra que no la lean, pero le inquieta lo contrario. La mañana del domingo un amigo descolgaba el teléfono para reprocharme: «¿Tú qué? Llamando a la abstención desde tu columna...» El pírrico fragmento de galleta de jengibre se levantó en armas en mi barriga. «Nooo, yo, sólo decía...» Balbuceé con un desagradable retortijón culpable. Una cuenta con demasiadas bofetadas de humildad como para creerse gurú opinativa pero la sola idea de que algún friki me recordara quedándose en casa el domingo electoral, me puso los pelillos de punta.

Dentro de la ruidosa tropa del Criticón Medio existen dos tipos de individuos: los mudables y prácticos y los soñadores sin remedio. Yo, para desgracia de mis procesos estomacales, no pertenezco a la primera. Más que predicar con el ejemplo, mi vida se reduce a idas y venidas de sinsentidos y argumentos. Odiar a las esclavas de la imagen y estar suscrita a su biblia de dictámenes, detestar a los listillos y ser carne fácil del pedante, dejar de creer en el periodismo y prorrogar ad finitum esa oposición idílica con la que todos fantasean...

Desde mi amargo observatorio de injusticias, practico innumerables maneras de lamentarme mientras sigo atada a la esperanza de que un día el Bueno, el Justo y el Bello vengan en pandilla a partirle los dientes a todos los malos de la película.

El servicio de correos garantizará mi voto aunque me muera un día antes del esperado domingo. Mientras tanto, seguiré despotricando del sistema a ver si Dios me ofrece mil euros y, apurando el contrato por obras, arreglo el mundo. A estas alturas, una se queja pero no se rinde. Para pasar el trago siempre queda el consuelo típico: el de intuir que los crueles, mediocres, injustos y lametrompetas tienen la pilila pequeña.

Publicado en La Voz de Cádiz el martes 19 de febrero

lunes, 18 de febrero de 2008

Frases Célebres

Sonia: "Mira, los que nacemos pobres nos vamos a morir igual. Pilla la VISA y vámonos a cenar sushi... "

Frases Célebres

Una periodista: "Parece que no se enteran. En este puesto hace falta una persona, no una becaria".

viernes, 15 de febrero de 2008

ARCO II

A veces uno encuentra el invento perfecto...



El generador de optimismo de José Luís Serzo

ARCO


No sólo las plumillas operadas de hallux valgus sufren en el nuevo pabellón de Ifema, también lo hacen mis iconos culturales...

martes, 12 de febrero de 2008

El truco

Los adultos tenemos una especial capacidad para olvidar las cosas verdaderamente útiles. Ésas que tienen que ver con arrancar carcajadas a golpe de cosquillas o deleitarse en ensoñaciones que no llevan a ningún sitio. Los adultos tenemos una especial tendencia a subestimar los logros que alcanzamos de pequeños, cuando las cosas eran más grandes y los enemigos, aunque resulte raro, parecían más fieros. Tal vez porque hacerse mayor lleva parejo una dosis de seriedad que dicen que viste mucho, a menudo la madurez llega acompañada de un absurdo miedo al ridículo, a la explosión de sentimientos, a lo simplemente sencillo. Por eso, disimulamos como cabales nuestras cesiones al miedo y asumimos como propias las castraciones que, sin pena de gloria, un día cualquiera, se nos pegan al cuerpo como mejillones a la roca.
El otro día, una vez más, amargada tras mi sino, lamentosa crónica como parece que me he vuelto últimamente, me encontró por los espacios de internet una muy lejana amiga. Andaba yo tirándome de las falanges (lo de los pelos resulta obsceno cuando hay público) cuando decidió compartir conmigo el truco de la pequeña Lorena. La niña que un día fue su hermana -la niña que quizás para siempre siga siendo- que le confesó un día con expresión sabia su infalible fórmula para escapar de lo feo.
Muerta de miedo en mitad de la sala de espera del dentista -¿existe pánico peor en la vida de un niño que la esterilizada cámara de ese extraño ser con olor a pánico?-, la pequeña Lorena jugaba a escaparse concentrándose en Heidi. Apretaba los puños, seguramente también los dientes, y se salía del cerco del aparataje estéril y el hilo musical para correr por los Alpes junto la niña de mofletes que, con probada eficacia, le arrancaba la sonrisa.
"Piensa en Heidi, nena, piensa en Heidi", me aconsejaba Noe como intentando prestarme mecanismos de evasión porque, como todos alguna vez nos repetimos, estonopuededurartodalavida...
Confieso que en los últimos días he pensado mucho en ella. En el vestido rosa correteando entre montañas, en Pedro, Niebla, Clara, el abuelo y eso panecillos con queso en cuya reproducción matérica mi madre invirtió tanto tiempo y dinero... He dado la vuelta a Heidi e imaginado a la pequeña Lore con sus ojos asustados. Las manos frías, la barriga revuelta. Los mismos síntomas que yo. Tan adulta, tan madura, tan seria y mayor. Los mismos síntomas que sentimos cualquiera a ver que de mayores pudimos esquivar los higadillos pero no las cosas que no nos gustan, las salas de espera que dan tanto miedo.
He pensado mucho en Heidi y, de repente, he encontrado mi propio tótem. Es una rata canija que todavía cree en los sueños, le gusta el pisto gabacho y, la encuentre dónde la encuentre, dondequiera que la imagine, consigue que a esta adulta cercada por el tedio, agotada de tanto esperar al dentista, se le escape una sonrisa.


Su nación


A pesar de la inestimable ayuda de la bandeja de Correo No Deseado -una pena no tener algo similar para las relaciones sociales- a veces se cuelan en mi bandeja indeseables mensajes preparados para el odio. Habitualmente los manda algún conocido facha, que piensa redimirme a costa de una torturapowerpoint como si fuera el protagonista de la Naranja Mecánica. Otras veces son los moderados que, por si tenía alguna duda de en qué siglas voy a depositar mi voto, me mandan correos encendidos con el pienso intelectual del contrario. En ambos supuestos me muero de asco.
Dicen algunos expertos que más allá de campañas, vídeos, mailing masivo y encuestas, el votante indeciso termina depositando su confianza en el candidato que vota su vecino. Así de simple e incontrolable. De nada sirven los mensajes encendidos si eres de esos que, realmente, no tienes ni puñetera idea.
En la última perla que se me coló en el mail, mi nación reclamaba mi energía. España te necesita, rezaba en el archivo. La sucesión de improperios catastrofistas me duró los segundos de mandarlo a la papelera. España me necesita. Una pena que todavía no se hayan enterado de que el voto reflexivo se mueve al contrario. Que es la gente la que necesita a un Estado decente que se llame España o como le venga en gana. Que necesita futuro, esperanza, cambio. Acabar con hipocresías, dictaduras de necios e insostenibles bolsas de ejecutivos mediocres y vagos. En un país lleno de nimileuristas (los que lo son, han triunfado), nuevos ricos, explotadores y ladrillos, todavía los hay que pretenden que hagamos un esfuerzo para salvar su nación. Porque será la suya. Para muchos es un cubículo chillón que no merece que el domingo electoral nos movamos del sillón.
Publicado en La Voz de Cádiz el martes 12 de febrero

miércoles, 6 de febrero de 2008

El disfraz que nos desnuda


Hijo, ¿No puedes buscar otra cosa? Es que eso está mu visto » La peluquera sujeta el teléfono apoyándolo incómodamente entre hombro y ojera. Tiene las manos ocupadas en mi pelo, que va segando con mano diestra -lo comprobé, no tengo, a primera vista, ningún destrozo en mi melena-. «Mi novio, siempre igual -se explica- Que dice que este año vuelve a disfrazarse de puta».
A los que todavía nos atrevemos a sacar el hocico por la gran meadera del primer sábado de Carnaval nos queda claro que hay cosas que nunca cambian, razones más o menos desconocidas que nos llevan a repetir clichés cuando en esa noche de alcohol, oscuridad y alevosía, puedes, por unas horas, meterte en otra piel.
Todas, alguna vez, en esa hormoactiva adolescencia del primer acné, nos vestimos de guapas enfermeras. Todas nos negamos a perder el punto sexy y, todas, alguna vez, descubrimos el placer de ir hechas un mamarracho cuando las ganas de hacer el chorra anuncian que, irremediablemente, estás llegando a la madurez.
Hablaba Freud del conflicto femenino entre gustar al hombre y gustarse a sí misma. Al rollo enfermera/diablesa/animadora me remito. También del psicoanálisis como vía rápida para alcanzar nuestros más secretos anhelos, vectores invisibles bajo contradictoras conductas.
En estos días de lujuria y despiporre el disfraz me asemeja una suerte de vitrina onírica con la que ahorrarse una sesión de hipnotismo. Rodeada de piratas, bebés de chupete, inexplicables curas y monjas ligeritas; me sorprende, vuelve a sorprenderme, tanto machito ibérico -ejemplar tipificado en familias, vecindarios y pandillas- pintarrajeado de prostituta.

Publicado en La Voz de Cádiz el martes 5 de febrero.

sábado, 2 de febrero de 2008

Advertencia

Cuando alguien vuelva a tocarme las narices, amenazaré con echarle a la Bartoli...

Mmmmmmmmmmm

Frases célebres

María: "Tía, no se lo digas a nadie. Cuando las cosas se democratizan pierden, progresivamente, su calidad. Uff"