jueves, 8 de febrero de 2007

Frivole

Adoro el lenguaje. Está lleno de sorpresas, puede jugar con una y con el resto, revolcar la realidad y transformarla al antojo del que lo piensa con más chispa, con más arte. El alcalde de Alhaurín el Grande –que no digan que no suena a gesta medieval– y sus ingenios semánticos son ya greatest hits de las descargas informativas. Sus vídeos en dos versiones –Soy inocente, mañana seré libre, venid alcachofas de la tele venid a mí y Humildemente me disculpo, que no doblego, la fiebre de la alcachofa me confundió (éste en edición limitada para coleccionistas)– son ya un clásico de esta literatura pulp que empieza a ser la información nacional, llena de freaks que se creen superhéroes de un planeta siempre a punto de recalificar.
El caballero –he aquí otra fineza de las letras– se revuelve en escena soltando prendas memorables: habla de «periodistas sometidos bajo el yugo socialista», de un Gobierno donde «los etarras están en la calle y los humildes –como él, se entiende– detenidos», país que es una «pseudorepública bananera» –el prefijo será por el peculiar papel de Don Juan Carlos, entendemos– y de un presidente que es un «descerebrado». El personaje no tiene precio –en realidad, sólo «acepta donaciones»– y se lanza a la piscina del victimismo heroticoideológico –no es una falta, es un palabro entre el héroe, el eros y la idea que yo acabo de inventarme– para denunciar que esto no es más que «una conspiración contra el PP». ¿Relacionada con mochilas? ¿Con la linterna del vecino de Fago? ¿Con los sms del 14M? Quí le sait? La cuestión es sacar titulares, pegar gritos, aterrizar en Salsa Rosa. Le moment frivole, señores. Lo que digo, el lenguaje puede ser divertido. Aunque este freak, como algunos otros, empieza ya a dejar de serlo.

Publicado en La Voz de Cádiz el 23 de enero de 2007

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