jueves, 8 de febrero de 2007

Daños Morales


No ha empezado una a resignarse al infiel bronceado que se va, a la cara pálida que regresa con la astenia de septiembre, cuando las fuerzas municipales te dan la sacudida. Ocurre un día. Tú tan bien, tomando birras, tan contenta, por qué no, por descalzarte el bikini y empezar a pensar en tus botitas -qué monas, ¿me aguantarán un año más?-. Ocurre y siempre hay un listo que da la noticia, que dice: «¿Has visto las luces que están poniendo?» y vuelves la cabeza con la elegancia de la segunda caña y te los encuentras, con el mono de trabajo, apurando las últimas horas de jornada, subidos a una escalera y rodeados de cables. «Son las de Navidad». Escuchas a tu colega antes de lanzar, incontrolada, una mirada de desprecio. Después te moderas, tampoco tiene culpa, el chaval, de haber elaborado la primicia.Es en ese momento cuando la clarita cruza la garganta como si fuera cicuta y pasan frente a la acera las semanas absurdas de los últimos meses, años, décadas y te das cuentas de que, un año más, volverán los polvorones, las reuniones de protocolo, el amargo fin de año para recordar que la inocencia no vuelve jamás. Emulando penosamente el sentimiento existencial parisien, la náusea te recorre la columna antes de que te des la vuelta hacia la barra, todavía -y antes de que la decoren con infames papa noel del chino- beatíficamente intemporal. La última cerveza sabe distinta, cíclica, impertinente. En la cabeza, valoro las posibilidades de formalizar una queja al Consistorio. «Daños morales por precipitación calendaria», podría encabezarla.

Publicada en La Voz de Cádiz el 17 de octubre de 2006

No hay comentarios: