jueves, 8 de febrero de 2007

Prueba superada


Pasaron dejando la tarjeta caliente, la cabeza confusa y, para algunos, un cierto sabor de alivio, sabor salado a libertad. La de abrazar a quien quieras y no tener que se amable porque sí, porque es la fecha y se lleva pedir perdón. Como en el cuento de Dickens, en Navidad cada uno tiene sus fantasmas. Algunos vienen en forma de pasado, con los rostros de aquellos que ya no volverán a sentarse en nuestra mesa por infinitas razones. Algunas terribles, otras maravillosas. Otros espíritus se acercan con el vértigo del futuro, el miedo a lo que vendrá, la ilusión de lo que se desconoce, y se idealiza. Y los del presente, los del quebradero de cabeza y el dinero que no llega, la llamada que no se hace y la que no se recibe. El amigo que está ahí, siempre, para darte la mano y emborracharte de cervezas.
Se cierra la etapa y a respirar. Hemos sobrevivido. Con la lengua muy larga, la frente muy alta y la falda muy corta, que diría Joaquín. Algunos lo hicieron con el pijama solitario frente a las uvas multitudinarias, otros se escurrieron con una burda excusa al bar de abajo. Los que más, quemaron tacones sobre una pista de baile al ardor de la barra libre.
Un Mr Scrooge que conozco, uno al que este año se le han aparecido fantasmas adictos a la calle y al Cambalache –también al tango, aunque sea un poquito reaccionario-, diría que ya empieza lo bueno, caminito y sin frenos hacia el Carnaval. Mientras tanto, y con las calles llenas de fieras a la caza de las rebajas, sepan que este año han vuelto a ser un poco héroes. Cada uno con lo suyo, con sus miserias y alegrías. Porque en el calendario hay fechas que tienen miga y, ésta, señores, ya está sacudida.

Publicado en La Voz de Cádiz el 10 de enero de 2007

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