sábado, 10 de febrero de 2007

Armadura


Todo el mundo sabe que en esta vida hay que tener amigos hasta en el infierno. O al menos, colocados estratégicamente en esos sitios que pueden hacer que la vida no sea tan cuesta arriba. Un primo en Hacienda, una vecina en Zara o, por supuesto, el conocido en Zamacola, pueden suponer tremendísimas ventajas a la hora de declarar al fisco, reservar prendas antes de las rebajas o saltarse, en plan atlético, tres meses de lista de espera para el otorrino. El último de los hitos de mi sencilla vida diaria ha venido de la mano de la inestimable amiga que cada uno de nosotros tiene trabajando en una perfumería. Esa que te avisa para que, el día del maquillaje gratuito, llegues al tajo como una puerta, maqueada como nunca para rutina moderna; la que te mete en la bolsa el neceser de marca impagable; la que siempre tiene una pequeña muestra gratuita con la que alegrarte la vida perra.«Expertise E3P, la protección más avanzada contra las ondas electromagnéticas», leo en el mini envase que, como trofeo, me llevo para casa con la sonrisa de boba plantada en la cara. Apenas dos mililitros de ambrosía cosmética destinado a preservar mi pellejo de las crueles ondas invisibles. Como armada con un antídoto contra el sufrimiento, esta mañana pienso salir a la calle con mi armadura psicológica. Una no sabe mucho de ondas bipolares pero intuye que debe ser algo de eso lo que destilan ciertos tipos de perfiles indeseables, ciertas damas entregadas al critiqueo... Una no sabe mucho de ciencia pero sí algo de malos rollos... el E3P dice servir «¿Para estar bella y sentirse bien en su entorno!». Se puede «aplicar tantas veces como se desee» y «utilizarlo toda la familia». Ahí lo tienen, ya saben, llamen a su amiga y prueben. Nos contamos.

Publicado en La Voz de Cádiz el 6 de febrero de 2007.

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