miércoles, 7 de marzo de 2007

Sucesos


Hoy el cielo se ha comido la ciudad. Tenía hambre y, como es tan grande, tan inmenso, tan brutalmente poderoso, ella se ha dejado hacer... devorar bocado a bocado. El cielo ha resultado no ser tan romántico como pensaba. Ha sido algo brusco, impaciente. Por momentos, aparentemente insensible... La ciudad ha sabido a tiempo que no era más que una máscara para protegerse de tantos desplantes y se ha dejado saborear con gesto abandonado. Al fin y al cabo, es ella la de las agresiones disfrazadas de emisiones contaminantes, la de las miradas esquivas en las que juega a no hacerle caso, la que sabe hacer el comentario certero que le agujerea el ozono, dónde más le duele...
Cansado de tanto desdén, el gigante ha preferido devorarla antes que seguir a merced de sus designios... Después se ha vuelto naranja, rojo, malva y azul... Ha suspirado algo así como un requiebro de arrepentimiento y se ha disfrazado de negro para asimilar nutrientes... Al cielo siempre le pasa lo mismo... se hace el duro y, luego, cuando ha dejado de verla, de sentir el zarpazo de su desorden, la echa de menos en una sucesión de horas en vela.
Por fortuna, cuando llegue la mañana, la renacida ciudad que no ha dejado de ser se despertará víctima de un momentáneo episodio de amnesia. En un juego algo bobo, muy parecido al amor, los dos volverán a iniciar el manual de seducciones y desaires. Ese que hace latir el mundo hasta que a cualquiera de nosotros se nos para el corazón.



(Visiones desde la Redacción... el cielo devora la ciudad frente a la mirada impávida de los periodistas de La Voz de Cádiz)

3 comentarios:

Anónimo dijo...

escribes estupendamente, da gusto leerte. un saludo

Anónimo dijo...

escribes estupendamente, da gusto leerte. un saludo

Anónimo dijo...

escribes estupendamente, da gusto leerte. un saludo