miércoles, 2 de mayo de 2007

Mujeres


Yo, ser pluricelular ensartado de contradicciones, capaz de sucumbir a las más oscuras frivolidades, de viajar en una charla desde las desgracias de la Esteban a la crisis de la posmodernidad, del estilismo del Vogue al elogio de la pata de gallo; no soporto, no tolero, vivo con auténtico asco vital, cada uno de los repugnantes comentarios sobre la rivalidad femenina. Me da prurito el anuncio del té verde, me repugna la escena del spot de Pons y hasta me siento desfallecer con esa rivalidad idiota ante los beneficios de la lejía espesa.
Me ha costado años darme cuenta de quién gana algo con ese tópico deleznable que todas, alguna vez, perpetuamos como en una rueda destructiva. Me ha costado algún que otro episodio trascendente, algún batacazo en el camino, alguna mano que se adelanta para sostenerte, descubrir los niveles de falsedad de un aserto que disfruta separando lo que a cada una de nosotras nos une irremediablemente. Esa brutal caricia de ser cómplices, hermanas, amigas, hijas, madres, nietas y abuelas en mitad de un mundo forjado a nuestras espaldas.
Alrededor de una mesa de cervezas -un refresco para la más pequeña- el mundo fija contornos alrededor de seis mujeres con alguna década de diferencia. Una pizza para compartir y mil secretos, mil alegrías y decepciones. Cientos de momentos que huelen a mujer y a vida, a millones de esperanzas, a ganas de reír. Ser mujer es difícil y divino, es hormonal y socialmente vulnerable, es grande. Ser mujer es compartir maravillas y terrores. Algunos intentan disfrazarlo, pero al final siempre sale a flote. La empatía.

Publicado en La Voz de Cádiz el 1 de mayo de 2007

10 comentarios:

Anónimo dijo...

Desde nuestra mirada, la de las mujeres, la construcción de la amistad, del autoconocimiento, "empoderarnos" al fin y al cabo, debe promoverse desde la creatividad y desde las emociones, en eso somos expertas, nos enseñaron desde pequeñas. Si es verdad, que el mundo capitalista esta rodeado de simbologia patriarcal, tenemos que caminar hacia un objetivo común de las mujeres que vivimos bajo este paraguas, que es enfretarnos y evitar a toda costa la tendencia a interpretar el feminismo como el machismo al revés y por lo tanto descartarlo por imaginarlo radical. Para ello necesitamos bajar el discurso prototipo a las realidades más cercanas, confrontarnos con nuestros propios fundamentalismos.¿Sabemos realmente lo que somos las mujeres?. Se trata de descubrir quiénes somos en el interior para funcionar en el exterior con coherencia y plenitud con respecto a los que somos en el interior... Las emociones no se explican, se viven. Y vivirlas significa sentirlas en el interior, sentirlas nuestras y sentirnos con el derecho y el deber de escucharlas y explorarlas, para integrarlas y compartirlas con quien queramos
(ufff, vaya parrafada, no???)... creo que estoy bajo los efectos de la oxitocina...jejejeje

Unknown dijo...

Dice un compañero que no le gustan las diatribas de género... Yo, personalmente, no entiendo este artículo como una diatriba ni mucho menos. Como bien dices, tita, es una cuestión de sentimientos. Y, para mí, son estos los que se ponen sobre la mesa cuando varias mujeres se reúnen para conversar y compartir cosas... Eso no quiere decir que con los hombres no ocurra lo mismo, no me meto en ese tema. Sólo reivindico que, a pesar de lo que muchos pretendan, hay un gran número de mujeres que no saben nada de rivalidades y mucho de colaborar y extender redes emocionales. Y eso es algo que, publicidades aparte, nadie nos puede negar...

Anónimo dijo...

Pues yo estoy completamente de acuerdo con tu compañero. No es que sea una defensa de la superioridad de un género sobre otro, pero sí estableces una suerte de hecho diferencial que no comparto. Esa empatía – esos sentimientos que se ponen sobre la mesa– no tiene nada que ver con los órganos reproductores de quienes la alimentan. Prueba a mirarlo de otra manera: cambia la palabra mujer por hombre en tu artículo, cada vez que aparece. Y no me digas que no te chirría...

"en esos somos expertas" "nos enseñaron desde pequeñas" "desde nuestra mirada" Son argumentos que no dejan de reprendar que existe un carácter diferente, una forma de ser distina, entre hombres y mujeres. El primer paso hacia el sexismo, aunque sea bien intencionado.

Tienes todo el derecho del mundo a defender esa postura. Pero, entonces, estarás haciendo una diatriba de género. Y no hay por qué negarlo.

Un fuerte abrazo... humano.

Unknown dijo...

El problema es que la diatriba de género es consustancial al momento en el que nacemos, si es que vamos a ponernos puristas, claro. Desde que ponemos un pie en esa sociedad tan construidita, tan mona, existen diferencias que nos marcan y que difícilmente podemos quitarnos de encima. Están en el lenguaje, en la división social, en la empresa, en la moda, en la familia... El hombre actual, azotado por estas nuevas tendencias del ciberfeminismo se siente, muchas veces, abrumado en relación con un montón de cuestiones que entendía como naturales y que ahora se miran con el ceño fruncido y la vara de medir lo políticamente correcto (Pongamos por ejemplo un piropillo por la calle, un requiebro en la oficina, etc, etc). Cuestiones que ahora se juzgan como crímenes contra la humanidad y en cuyo debate no pienso meterme...
La razón, la íntima razón, de este escrito, es que entre el millón de tópicos que circulan por este mundo plagado de reglas del juego existe uno -que tiene que ver con que las mujeres somos unas lobas con nosotras mismas, unas competidoras, unas envidiosas y no se cuántas más beldades de este tipo- que a mí me trina los nervios. Principalmente porque si es cierto, como refiere Bordieu, que la dominación masculina nos ha obligado a establecer reglas psicológicas ajenas a la primera línea de batalla -esto es, mecanismos subterráneos como la intuición femenina o el poder matriarcal doméstico-, también lo es que muchos de esos mecanismos no nos han hecho especímenes resentidos verdes de envidia hacia el resto de vulvas competidoras y sí individuos fuertemente empáticos y con capacidades que nos conectan irremediablente más allá del escalón generacional o social. Es cierto que en este mundo hay de todo, como en botica. Que yo conozco infinidad de mujeres que ensalzan el tópico y lo elevan hasta la categoría de repugnante verdad absoluta. Es cierto. Sin embargo -y de esto versaba mi escrito- a mi alrededor hay una red de féminas encantadoramente humanas, generosas e intuitivas dispuestas a hablar un lenguaje que, se siente, es más complicado establecer entre varones. Aunque también los hay, repito, también es cierto.
Ya está, he dicho y me he explicado...
Un fuerte abrazo... humano.

Anónimo dijo...

Poulainh de la Barre dijo " es incomparablemente mas dificil cambiar en los hombres los puntos de vista basados en los prejuicios que los adquiridos por razones que les parecieron más convincentes o solidas. POdemos incluir entre los prejuicios el que se tiene vulgarmente sobre la diferencia entre los dos sexos y todo lo que depende de ella. No existe ninguno tan antiguo ni tan universal"

Luis dijo...

Parece que hay una cierta envidia a la camaraderia que si existe entre los varones. Y que desgraciadamente es más difícil de encontrar entre las feminas.

Unknown dijo...

caray luis... que no te enteras... este post va precisamente de eso, de la camaradería entre mujeres. Perfectamente complementaria con la de los hombres, con la mixta y vegetal, y absolutamente deliciosa...

Anónimo dijo...

Si yo no digo que no sean complementárias. Aunque haberla hayla, la veo más como inexistente.

Anónimo dijo...

Coño, Luis, que has dado en el clavo. Si Vila le ha dedicado una columna al tema es precisamente por la "excepcionalidad" de esa empatía. Mal que le pese. Aún así, tampoco creo que entre los hombres exista algo que podamos llamar genéricamente "camaradería". Más bien hay colegueos circunstanciales y amigos de toda la vida. Como en las mujeres. En en fondo, no sé si la peña logrará entenderlo de una puta vez, nos comportamos COMO SERES HUMANOS. Lo de la brecha o el cipote es accesorio, salvo por pequeños matices culturales que tienden a desaparecer. Ni "empatía" ni "camaradería", ni masculina, ni femenina. Somos una puñetera panda de egoistas que buscamos la compañía de otros egoistas para suplir nuestras carencias emocionales. Y, eso, como otras tantas cosas, no entiende de sexos.

Unknown dijo...

Buffffffffffffffffffffffffffff...