martes, 7 de abril de 2009

La euforia

-Creo que no me quieres a mí, creo que buscas a otra persona.
Ella permaneció muda dejando que la frase cayera en el absoluto silencio de aquella noche demasiado calurosa. Él se arrepintió enseguida de haber dejado, otra vez, que su lengua fuera más rápida que su cabeza, de aquella nueva cesión a los impulsos. De haberse pasado con el whisky y con la euforia. Ella permaneció callada mientras acostaba a los niños y terminaba de recoger algunos trastos que habían quedado desordenados antes de salir. A la mañana siguiente, él intentó inútilmente una caricia de sondeo al cruzarse en el pasillo, mientras uno salía y otro entraba en el baño. Por la tarde, pudo comprobar que había dejado algunas camisetas viejas antes de hacer las maletas. Le comentaría, meses después, que aquella frase suspendida en el ambiente había resultado demasiado reveladora, después de meses, años, de toda una vida plagada de inútiles expectativas. Él maquinó una versión que repetir a los otros pero no pudo evitar que le machacara la duda: ¿Y si no lo hubiera dicho?


La imagen: Las maletas de papá, Michael Johansson, 2006

1 comentario:

genialsiempre dijo...

Y la duda es...¿sería mejor seguir viviendo una mentira?, por experiencia, puedo afirmar muy muy rotundamente que no, que hay que afrontar el desamor y cuanto antes se haga mejor, porque si no lo haces ... se pudre.

José María