viernes, 6 de abril de 2007

Le petit mec


¿Cuán importante puede ser alguien a quien no conoces? ¿Cuánta atención puede llevarse un fantasma que no tiene nombre, ni apellidos, ni sabe cuál es tu comida favorita o que detestas las películas de Jim Carrey? En las antípodas de las relaciones tradicionales, los nuevos tiempos imponen renovados códigos entre los seres humanos. De repente, en mitad de la noche, y ante el estupor de quién se pregunta cómo alguien es capaz de entregarse a quien acaba de conocer, una pareja intercambia fluidos sin que el momento –arrebatado, sensual, casi cinematográfico- tenga porqué trascender…
A veces la instantaneidad de la escena impide el intercambio de identidades, de datos que en otros casos, en otros momentos, son fundamentales. Una escena aparece en mi cabeza. Chica conoce a chico. Chica y chico se gustan. Chica y chico quedan. Chica y chico vuelven a quedar para salir. Chica habla con sus amigas del tema:
-Esta noche he vuelto a quedar con el buen chico… es súper tierno…
-¿Cómo se llama?
Entonces escuchas la risotada general….
-No lo sabemos… -suelta la tercera en discordia.
-¿Cómo? ¿Qué? No jodas… pero si te gusta…
-Ya, ya…-la protagonista coge fuerzas- pero el primer día no me quedé con el nombre, estaba nerviosa, habíamos bebido, había ruido… y ahora me da apuro preguntárselo…
“No me lo puedo creer”, te repites antes de soltar una carcajada nerviosa y empezar a cavilar una estrategia de recuperación nominal que no hiera los sentimientos del tipo ni deje mal a tu colega…
-¿Y como le tienes en el móvil?- escupes reaccionando de repente.
-“Le petit mec”…
-Ok… de puta madre…- vuelves a descojonarte porque, hay que reconocer, tu amiga es un crack.
Vuelves a casa pensado que qué suerte tienes de acordarte y, para qué mentir, hasta algo resabiada con el tema, te dices: “Claro si es que la gente no se centra”. Unos días más tarde, en un bar, un chico encantador se te acerca para saludarte.
Bla, bla, bla… Bla, bla, bla…
-Bueno, pues ya nos vemos… - te despides, al rato, con cara de haba.
-Tía –irrumpe tu amiga- ¿Por qué no lo has presentado? Si es monísimo…
-Sí, ya lo sé, no me lo digas… le conozco de desde hace millones de años pero es que no me acuerdo de su nombre.
Entonces te llega la ducha de humildad y reconoces lo absurdo de todo esto. En la vida de una siempre hay un petit mec a quien no quieres herir los sentimientos… Alguien que tiene un pequeño papel sin nombre en tu vida. Es un nuevo fenómeno social de la vida moderna y, además, ¿quién está libre de convertirse en la petite?

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Un clásico, nena, un clásico...

Gracias por recrear algo en lo que tanto hemos pensado, de lo que aún más nos hemos reido y que todavía no hemos solucionado...

Rabitos de pasa pa nuestros "petitmec"!!!

Phanfarl dijo...

mu bueno..
más vale recordar una cara que un nombre

Anónimo dijo...

lo mio fue peor... no recuerdo su cara, ni su nombre, ni na de na...pero recuerdo su olor... memoria sensorial dicen... y yo digo que nuestra memoria tiene voluntad propia

Phanfarl dijo...

hostia, los olores, qué mundo ese... se olvidan y a los años vuelven e instantáneamente recuerdas a una persona..

Anónimo dijo...

¿Seré yo un petit mec para alguien?

Anónimo dijo...

Muy bueno, gracias por mandarmelo. A ver si retomamos nuestras costumbres juevesistas ehh?Un beso guapa