-Sí, sí… Estás así como radiante. Espera, quieta. Eso de ahí, ¿son dos canas?
-Sip.
-Vaaaaaya –el barbas abre mucho los ojos- Son como perfectas. Ahí, en todo el centro, tan solas... Me gustan.
-Me han propuesto hacer de cobaya. Me lo aclararían un poco, con unas mechas. ¿Crees que me sentarían bien? Lo del color es otro dogma, por romper, digo.
Se detiene en mitad de la calle para mirarme de nuevo con ese gesto gatuno que tanto le define.
-Espera… Sí, sí. Creo que te podría ir bien. Pero por favor, diles no te toquen esas dos canas por nada del mundo.
-Vale.
Y seguimos andando entre exultantes y serios, como si hubiéramos hablado de algo muy muy trascendente. Bueno, quizás sí.
Fotoconvencerse: [Abrev. de foto- y -grafía y reflex dellat.convincĕre]. Dícese de cuando se quiere hacer creer -primero a uno mismo y luego a los demás- que se tiene la vida que se quiere y se es extraordinariamente feliz usando predominantemente el eco de las redes sociales. Para ello se utilizan diversos sistemas de publicación de contenidos y fotografías en internet como Facebook, Twitter, Flickro similar. Estrechamente unido a la aparición de los dipositivos móviles portátiles o smarthphones, este verbo cobra especial relevancia en el grupo de edad entre los 30 y los 45 años con dos variantes principales: treintañeros solteros empeñados en demostrar que se lo están pasando muy muy bien con su vida loca y, su versión contraria y complementaria, treintañeros obsesionados con que nadie tenga dudas del orgullo que sienten por haber elegido el camino del matrimonio y/o la progenie.
Me encantaría decir que el término es mío pero no. Entre mis maravillosos amigos –la mayoría inconexos, por el mundo y entre sí- destaca con fulgor el genio de Vicnaranja, capaz de inventarse un nuevo término para el diccionario de mi generación en los brevísimos 20 minutos del desayuno.
Noviembre me trae una película que pocas veces quiero ver. Esta noche, además, he soñado que llovía, mucho. Que llovían todas las gotas saladas que yo sé que siguen dentro. Llovía y el agua me llegaba a la cintura, podía nadar dentro y no me asustaba. Llovía y no hacía frío. Podía ponerme a cubierto y, empapada, sentir mis pies bien secos. Quizás estoy perdiendo el miedo a dejarme llover.
Hoy llueve dentro pero fuera hace mucho sol.
Supongo que no está mal para empezar...
Porque los cuentos no son malos sino que lo es la forma en la que nos los contaron, aclara el Chapa que hay dos formas básicas de encontrar un príncipe. Una es topárselo de repente y cuadrar el círculo. Es lo que llaman "Amor a Primera Vista". Suele ser frágil y sale en las películas. Suele ser, básicamente, una mentira. Cómida rápida sentimental cocinada a base de ensoñaciones, obligaciones sociales –más vale conformarse con éste que quedarse más sólo que la una- y acuerdos más o menos explícitos de separación de bienes –Lo siento… eras perfecto hasta que tu tarjeta falló, tu trabajo falló, tu espada se oxidó-.
La otra forma es más lenta y está contraindicada en casos de cobardía o pereza. Consiste en conocer una rana diferente a las demás, besarla y besarla. Caminar con ella y ella contigo, tropezar, caer, darse un par de golpes hasta que un día, sin darte cuenta, la mires y digas Dios mío, aquí está. Entonces la rana ya no es verde, o sólo lo es un poco, o sólo lo es de vez en cuando. Tampoco es viscosa. Aunque tiene sus momentos. Es un príncipe imperfecto –de hecho, muy pocas veces se pone la corona aunque, por supuesto, siempre lleva encima Besos de Amor Verdadero-. Es un anfibio en proceso de transfiguración dispuesto a sorprenderte. Un ser cambiante, flexible, que crece contigo y se moldea. Una criatura real –real porque sangra y real por la estirpe que todo príncipe debe tener- a la medida de una princesa como tú. Porque todo hay que decirlo… Una princesa acostumbrada a las caídas, a repintarse los labios tras los besos de mentirijilla. Una princesa de protocolos flexibles, forjada también a base de errores y meteduras de pata, con una piel que a veces se vuelve verde y unas piernas largas largas, entrenadas, ya se habrán dado cuenta, a base de saltar de charca en charca.
El poeta se acercó al maestro de yoga y le preguntó:
-¿Es cierto eso de que se acerca un gran cambio?
-¿Es que tú no notas nada? El poeta se detuvo un segundo.
-Pues… Sí, la verdad es que sí. Sí que tengo la sensación de que algo se mueve, de que yo me muevo, de que las cosas se transforman a mi alrededor.
-Pues ahí lo tienes. El cambio ya está siendo. Ahora sólo depende de lo líquido que seas. Si quieres unirte a él o quedarte quieto, con miedo, ofreciendo resistencia y dejando que te arrase.
Luis B (Colgando el teléfono y levantándose con un grito de la mesa): ¿Cómo puede un profesor de instituto llamarle a esto "bicecentenario"? ¿Cómo puede? ¿Cóooomo puede?".
Para encontrar una sirena sólo hay que salir al mar...
Mermaid
So I said, man, pull her out of the water and then
Lay on hands and bind back her flippers and tail
Until international waters and there
We'll feel (uuh) all that's human inside of her
So she's chilly and slick
on her hips where the scales meet with skin
With the sickening flick of her tail
Circling her gills filled with cold salty water
And she thrashes and twirls (uuh)
aah the freezing fins flutter
But she's pretty, I think with her hair dark as ink.
And her belly, bone white.
and her lips of a slight seashell pink lightly part
And she's tonging the tubs rusty rim
As the salt (uuuh)
Of the water it flows out of it.
Oh farewells is to the land we knew well (?)
We'll never be touching again.
To fields where we rambled and ran.
Farewell to our wives and children.
Let's stand on the deck and lets watch
They're all disappearing.
And the days all float by and the days over waves
Under sky and the weeks slowly leak into years.
The last islands are all left behind
as we silently sail
Until late some dark night a wild wind starts to wail
And our map blows away and our compasses fail
And it's out on the lost boiling black water
where I see her float out
She's so thin and so pale.
I see her rise up.
she's so fast and so fair.
My hands knead and they press to a point in the air.
Then my mouth fills with a panicking prayer
My skull fills with more color than care.
Then my heart fills with love with too much love to bear.
And I know if I stay that she'll always be there
My hands soak in cold sand seaweed swam through her hair
-Salgo sobre las ocho. Te mando por mail dos opciones de restaurante y lo confirmamos por sms. Tengo que comprobar cuál está abierto. De todas formas, ambos estarán en Jerusalen Este...
Han tenido que pasar once años y muchas muchas cosas para que esta noche alguien muy especial me demuestre que podemos ser y tener lo que queramos, lo que soñamos.
Durante las primeras noches, insomne, se preguntaba qué pasaría, se preguntaba cómo sería. Había tomado la decisión en un impulso. Antídoto contra el dolor, mecanismo de salvación brutal y definitivo. Luego, con los años, casi se olvidaría. Protegido bajo su nuevo estatus. Salvado de contusiones dolorosas y cambios bruscos de presión y temperatura. La sensación de seguridad era francamente indescriptible. La nueva entidad bajo su pecho alejaba los demonios de los otros. Impedía, incluso, reconocer los propios. A su alrededor los que lo sabían y los que no celebraban -siempre tan centrado, siempre tan sereno- su exquisita educación, su saber estar, su sosiego. La verdad es que ?a quién le importaba aquella noche de lágrimas en la que lo había decidido? Una de esas noches interminables que olvidamos cuando dejamos de ser niños. Una noche, un impulso, que le llevó a cambiar la vulnerable y problemática víscera bajo su pecho en un grueso y rugoso órgano de roca de apariencia invulnerable. Aprendió a no defraudarles y continuó correcto y en su sitio -siempre tan centrado, siempre tan sereno-. El estable hombre del corazón de piedra.
Sólo muchos años más tarde, cuando ya surcaban su piel profundas arrugas, un día que almorzaba rodeado de los extraños con los que había compartido su vida, se preguntaría cómo había sido. Cómo había logrado disimular lo poroso que era en realidad aquel elemento, cuán definitivas las marcas que en él se imprimían y, lo que era más importante, cómo hería estar condenado a tener el alma hecha de una de las materias más resistentes sobre la tierra.
Sergio: "La gente se equivoca en una cosa: cuando alguien te da su confianza no te está dando un privilegio, sino una responsabilidad y hay que cuidarla".
Es el primer día de frío, en muchos sentidos. Nos hacemos casi quinientos kilómetros juntos. “Fíjate bien, si tomas este desvío hacia Puerto Real te ahorras más de media hora. ¿Te estás fijando? Luego dices que no te atreves sola”. Desde hace años soy su segunda conductora aunque me haya sentado poco tras el volante. Nos hacemos una buena tirada de kilómetros. Lo he elegido yo. “Así vas entretenido, será como una excursión juntos”. Cruzamos Andalucía en busca de algo que no sabemos qué puede depararle. Tomamos un café en compañía. Es una visita relámpago. “Qué bien veros aquí”, nos dicen desde el otro lado del mapa. “Os tendríais que haber quedado a dormir”.
Tras el almuerzo tomamos café. Mientras juega al Pájaro Pollo con el pequeño rubiales, cansada después de una semana de poco sueño y muchas emociones, le miro despacio. Contemplo sus rizos cortos, las canas salpicadas en las sienes, las marcas de expresión. Está muy guapo. Hace ya un par de años que está muy guapo. Siempre lo fue por dentro, ahora también por fuera. En los últimos tiempos él –el duro, el seco, el inflexible- nos ha dado una lección de vida y yo decidí que quería aprenderla. Otra más. Aprender que nunca está todo dicho sobre nosotros mismos, que ninguna idea es tan importante como para llevarse nuestra vida, nuestra felicidad, con ella. Los ojos se me llenan de lágrimas pero nadie se da cuenta. “Bueno, ¿nos vamos? Vamos a llegar tardísimo a Cádiz”.
Por la carretera hago muchas fotos. “Estás enviciada Vila”. Él sabe que me gusta que me llamen así. Dejamos el paseo de palmeras atrás y la carretera, con el mar a un lado, nos acoge azul y llena de nubes. Juego a adivinar las formas. Un perro que se estira, un ratón. Alrededor, los verdes son más verdes, los colores, contrastados, revelan otra intensidad sobre las cosas. “Dios mío, ¿has visto qué día? Esto es precioso...” Él me sonríe. Me sabe intensa, le gusta y lo sé. Entonces todo estalla. Bueno, yo estallo. Emociones descorchadas por una carretera de colores formidables. Le cuento todo lo que he pensado mientras tomaba ese café. Los recuerdos que se me han agolpado en la cabeza.
Su cara redonda de quince años atrás, las tardes de domingo en mi casa, los viajes, los novios pencos del instituto, las carcajadas cómplices. Mi madre. Su amiga. Los momentos brutales, muchos felices, algunos terribles. El miedo, las dudas. "Mete en una mochila el bikini, una toalla y la muda y espérame abajo. En 15 minutos te recojo, vas a salir de esto, tranquila". Las fotos de cuando era un señor mayor. Conocer al minúsculo Javier por el cristal del quirófano de la clínica. Los atracones de Nochebuena. Aquella tarde de noviembre en la cala de Roche. Escribo ahora y los ojos se me llenan de lágrimas. Sentada en el coche empiezo a gemir y el pecho se agita. “Tengo mucha suerte de que formes parte de mi vida”.
Lloro y lloro y también río. Soy consciente, por primera vez, de que hemos crecido juntos. Nos hemos hecho mayores. Yo me he hecho mayor. Y estamos ahí con nuestras vidas abiertas sin saber qué será de nosotros, si podré seguirle al cine la mañana de los domingos, si volveremos a nuestro idilio telefónico. Con la vida inexacta, indeterminada, pero juntos. Con esa unión que no exige, que no tiene prisa, que no ansía, que sólo disfruta de disfrutar de quien has elegido, de quien te ha elegido. Espera a que me calme, me agarra la mano. En el coche suena el cedé fetiche de este año:"Te reirás pero esta canción tiene toda la razón. Es cuestión de feeling... Eso nos unió desde el principio y eso es lo que nos une", me dice muy serio. Sube la música. "Eso es lo que hay que buscar en el otro Fatima, el resto de cosas tienen arreglo, el feeling no puede dártelo cualquiera".
Tarareamos la canción mientras me sorbo los mocos. Rendirse a los consejos de Mina ha sido la lección de hoy pero sé que habrá muchas otras. Con él he aprendido lo que es tener palabra, palabra callada, palabra sin golpes de pecho, sin promesas, tener palabra a secas. He aprendido como llorar en los nacimientos y reír en las misas de difuntos. A ser honesto, a ser cascarrabias, a escaparse a la francesa sabiendo que nadie se enfada. He aprendido cómo quiere alguien que quiere incondicionalmente. Que nunca estamos hechos del todo, que puede llegar alguien muy especial que merezca darle la vuelta a tu cabeza, abrir tu escafandra, dejar que entre el agua, los peces, las sirenas. Alguien con quien tengas feeling y que te enseñe que bajo tu piel hay una versión mucho mejor de ti mismo. Contemplo ahora la versión mejorada de este hombre guapo en el que se ha convertido y vuelvo a dar las gracias. A cada persona, a cada cosa, que nos ha empujado a estar en este momento, en este coche, preguntándonos adónde nos llevaran los caprichos del destino. Y cómo nos organizaremos para vernos.
Sí, sé que una primera escucha causa estupor pero... a LI, EV y a mí nos encantaaaaaaaaaaaa
The Rivers: "Dios mío Fátima, acabo de plantearme con cuánta gente me he acostado que no sabe lo que significa Alter Ego. Y lo que es peor: me he planteado con cuánta gente me he acostado que no ha escuchado Guns & Roses".
-Hola, ¿Qué haces?
-Estoy cenando...
-Ah, vale. Yo pongo el edredón, bueno, pongo el segundo edredón. Oye, ¿qué es eso que se oye?
-Walking Dead, estoy viendo Walking Dead.
-Ahhh... ¿Y no te da miedo?
-No, en la tele ponen el debate y eso sí que me da miedo.
Música ambiente. BSO Películas de terror. Todos los nuevos sabores del concurso Lays. Y Cruzcampo, mucha Cruzcampo.
-A ver este juego me parece un poco sexista. "Tipo duro", "Pistolero", "Niña"... Hasta ahí bien pero... ¿"Rubia cachonda"?
-Mujer... es una traducción de internet... En realidad podría ser "Rubia buenorra"...
Como es el anfitrión, se ha currado toda la tarde recortando y pegando fichas y ha convertido su casa en una especie de parque temático zombie, me callo.
-Ah... Vale...
Una hora de lectura de instrucciones. Voz engolada por delante.
-Un momento. ¿Por qué si la Rubia Cachonda está en uno de los territorios se aumenta el número de zombies del ataque?
Todos me miran con cara de estupefacción. Una de las rubias de la reunión, que a la calladita se convierte en mi cómplice para escapar de este holocausto caníval de los muertos vivientes, me lanza una mirada de ternura.
-Pues por esto sí que no paso... -Gruño con la boca llena de patatas sabor Gambas al ajillo.
El juego continúa y para orgullo de mi género ganamos mi rubia, el anfitrión y yo. Todos rescatados por un helicóptero que, no sabemos si por sincronización musical del dueño de la casa -le sospecho capaz de todo- puede oírse también en la musiquilla que circunda alrededor.
-¿Te ha gustado? Al final, te has salvado...
-Pues sí, la suerte de la novata...
¿Para qué me engaño? Aquí no soy la novata. Soy la morena torpe que hace demasiadas preguntas, que se cae en las persecuciones, por la que casi se cargan a los protagonistas un par de veces y sobre la que al final de la película todos se preguntan: "Ya le vale al guionista, deja morir al héroe cachas y salvar a la petarda ésta".
Después de esta sesión intensiva y sabiendo lo novelera que soy sé que voy a mirar la vida aplicándole esta suerte de estructuralismo zombie. Me queda, mínimo, una semanita de introspección. Espérate que llegue a la oficina...
El manual de supervivencia llega al martes agotado y con alguna página rota. El papel ha absorbido la humedad y es una especie de librillo de textura blanda, lleno de tachaduras y notas en los márgenes. He logrado no perderlo pero a veces no entiendo mi letra. El Puerto de Santa María se levantó el miércoles con la sensación de que de este puente nadie va salirse descansado, de que hacen falta una, dos semanas para recuperarse. Cuatro días de Monkey Week 2011 y la ciudad tiene que volver a replegarse, volver a colocar las esquinas, las calles. Las plazas volver a ser plazas, los bares volver a ser bares. La edición 2011 de este festival de culto sellaba el lunes su gran noche y dejaba a la localidad de gaditana aún vibrando. Once escenarios, 140 actuaciones, varios millares de personas. El festival más inclasificable de la música independiente cierra su tercera edición con un regusto de satisfacción. Sigue leyendo en MondoSonoro.es
Bajo la esfera de cristal todo es perfecto. Los copos caen suavemente, no duelen, no hace frío. La bailarina los siente caer sobre sus delgados hombros de resina. Al otro lado, la miran los ojos absortos de una niña. Cuando la última mota blanca se posa sobre el manto verde de pintura acrílica, la pequeña toma otra vez la esfera con las manos, la agita, la posa de nuevo sobre la mesa. Vuelve a nevar sobre los delicados hombros de la figura. Empieza y acaba el ciclo y todo continúa perfecto.
La bailarina no sabe, porque nadie se lo ha dicho, que su mundo es extraordinariamente frágil. Que su sistema depende de un golpe, de un movimiento brusco. La bailarina no sabe de su jaula de cristal, no sabe de su cárcel sin sonido. No sabe que fuera del agua hay un mundo donde el sol refresca, la nieve arde y la piel duele a veces, aunque a veces, también, se eriza. Mientras los copos se asientan lentamente, la bailarina cree, porque nadie se lo ha dicho, que eso que se repite sin dolor pero también sin delicia, se parece a lo que al otro lado del cristal llaman vida.