viernes, 4 de febrero de 2011

Malos, malísimos, pobrísimos

En realidad, salvo honorables excepciones como Cruella de Vil, Adolf Hitler, y la bruja de Blancanieves, la mayoría de los malos tienen una profunda y cruel razón para serlo. Con los insultos infantiles y los corazones rotos en el top ten de sus agravios, la mayoría de las veces los malos malísimos van jodiendo las vidas ajenas con una mezcla de pena de sí mismos y sed de venganza que sólo en extraños casos como el de Carrie responden a patrones de ataque cara a cara.

No, en la mayoría de los casos, los malos malísimos actúan a medio/largo plazo y lo hacen siempre con la certeza de estar empuñando una especie de espada justiciera. Un arma mortífera usada habitualmente con esa técnica que en Cádiz se llama "por lo bajini" y que la mayoría de los mortales denomina sangre fría. Una respuesta comprensible teniendo en cuenta que el malo malísimo suele considerar que ha de actuar antes de que le ataquen, antes de que le quiten, antes de que le insulten, antes de que le desbanquen... En definitiva, protegiéndose porque -he aquí la clave de su pauta de conducta- según su visión de las cosas, los malos son los otros. Y como los malos son los otros, y el malo malísimo no se ve más que como una desvalida víctima de las circunstancias es normal que infrinja su castigo con tranquilidad beatífica: "Ya está. Aniquilado. Menos mal que no me han hecho daño. ¿A quién regalo ahora mi inocente sonrisa".

En definitiva, algo muy comprensible si atendemos a las razones objetivas de su tremendo déficit de autoestima, algo muy humano, algo hasta digno de lástima... Hasta que es uno el neuras del montón que se cruza en su camino. Al final, a fuerza de experiencias propias y observaciones ajenas, mi amigo B lo tiene bastante claro: "Por favor, si van a putearme que me lo hagan con clase, de cara y por derecho. Empiezo a tener miedo de los que van jodiendo la vida de los demás para purgar complejos". En definitiva B habla un poco por todos, si me van a putear, que me toque un malo de raza y vocación, no un infeliz Oso Lotso.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Que gran verdad!!!!!!! Evacuol!!!!!!

Aprendiz de Arpía

Anónimo dijo...

A B le gusta esto.Diletantes fuera!!!

Equilibrista dijo...

Buenísimo Fátima :) Me ha encantado el tema y cómo lo has desarrollado. Ay esos malos maltratados. Se me viene a la cabeza toda la galería de traumas de los malos de Spiderman.

Mira, al hilo de esto si tienes un ratito, pásate por Érase otra vez... Es una exposición de fotografía ilustrada que ha hecho mi tío Pacoabad. Son retratos inspirados en cuentos tradicionales y algunos cómics. Está en la Casa de la Cultura de Chiclana hasta el día 11 y también puedes verla online: www.pacoabad.com/exposición

A él también le recomendaré tu texto ^^

Besos!

juanma dijo...

Como dice un amigo, de los buenos buenísimos, cuando te encuentras la maldad tan cerca, hay que encararla y mirarla con ternura, porque procede de algún complejo muy muy profundo, y por eso sólo es posible advertirla en la proximidad.
¡Es tan fácil...ser malo! que todos los mediocres lo son, a veces por ignoracia y otras por deporte. Pero en ambos casos esconden dentro un problema de educación, de placenta educativa. Vamos, que se han criado en el fango. Así que, como dices, salvo honrosas excepciones en las que el mal era un vehículo y no un motivo final,lo demás es lodo,contaminación, polución y cloaca social.

genialsiempre dijo...

Crfeo que todo lo dicho es cierto, pero como yo soy un malo malíosimo escritor...no se me ocurre otra cosa que reafirmarlo