jueves, 18 de octubre de 2012

Monkey Week, mono dosis

La Inesperada Sol Dual por JM Grimaldi
"Perdona, ¿dónde has pillado la libretita ésa?". La miras a los ojos tristes, al pelo despeinado, estás a punto de sucumbir para darle el tuyo pero lo piensas mejor. Esto es una larga prueba y te quedan quince horas por delante. Quince horas en las que todo puede cambiar con un WhatsApp, con una llamada. "Ven, esto está que arde y te lo estás perdiendo". Ya lo dijimos el año pasado, si para el segundo día del Monkey Week has despistado tu "Manual de Supervivencia" estás perdido. Más de cien conciertos celebrándose simultáneamente en los trece escenarios pueden ser una prueba muy dura si te has quedado sin itinerario. De eso saben mucho los capillitas, que en la música también los hay. Porque en el Monkey Week un local, un equipo de sonido, la buena o mala tarde de un solista, puede cambiarlo todo y, para estar ahí, es imposible andar sin mapa. Las miles de personas -en su mayoría músicos y profesionales del gremio- que durante el fin de semana se trasladaron al Puerto de Santa María desde todos los puntos de España tenían, un año más, la dura prueba de escuchar todo lo posible, de conocer todo lo posible, de no perderse -por error de planificación, despiste o elección- ese momento mágico del que todos hablarán al día siguiente, gafas de sol por delante, en una de esas terrazas soleadas de la Rivera del Marisco. Esos espacios cegadores en los que el uniforme festivalero -pantalón pitillo, camiseta o chaqueta negra- puede terminar asfixiando al más purista. Si esto no tiene algo de místico, que venga dios y lo vea.
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