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Como a una no le da el glamour para cirugias más interesantes, su primera experiencia médica ha tenido que ver con extirparse el hallux valgus que con cariño, punzadas y zapatos cubiertos la ha acompañado desde su más tierna infancia.
Mi particular mutilación ósea me mantendrá un tiempecito alejada de la calle, los bares y también de los teclados... A falta de wifi en mi portátil -se aceptan técnicos altruistas que lo conecten gratis- y teniendo en cuenta que lo de mantener la pierna hacia abajo en mi mesa de ordenador es una tortura de presión sanguínea que ni mi salud ni mi vocación periodística se pueden permitir, dedicaré un tiempo a leer, dormitar entre capítulos, devorar gusanitos y kojacs, ver telebasura, bajar pelis piratas, hacerle cosquillas a la Leica y recibir en casa (ocupación para la que me he agenciado de una buena remesa de pijamas la mar de monos).
Para cuando esté buena prometo haber macerado un buen número de teorías chorras con las que jugar a la polémica. Mientras, desde el encantador limbo que me proporcionan el sofá y las drogas legales, echaré de menos estos lugares.
Un besote