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Separtarse no es ni separarse ni apartarse, es un movimiento violento -habitualmente desencadenado por una fuerza externa- por el cuál alguien nos saca de su vida con una excusa rocambolesca y un rostro inigualable sin que apenas nos demos cuenta. Una se separta -esto, tenga en cuenta la precisión del lenguaje sería incorrecto porque la forma verbal es "Una es separtada"- cuando, sin que medie explicación previa -o aunque medie y no lo vea- su pareja decide que ese bucólico ratito de fútbol viendo la televisión, esa comida familiar con la abuela o ese paseo mañanero por la playa puede ser un buen momento para dejarlo. Así, sin anestesia, mientras a la otra o el otro se le queda cara de boba mientras espera que acabe la broma.
"¿Pero estás en serio?", suele articular la separtada con un hilillo de voz cuando la que creía su media naranja adopta el rictus compasivo destinado a domesticar su aprobación. "Creo que es lo mejor. Imagino que estás de acuerdo...", continúa el ejecutor-a con cara de corderillo degollado.
A la separtada, que empieza a sentir calor frío que va evolucionando en tembleque, la cabeza le da vueltas como calcetín deportivo en una lavadora. "¿Tú crees?", acierta a decir.
Lo que la separtada no sabe, y tardará meses en saberlo, es que la decisión hace tiempo que está tomada, que es un hecho y que ella, objeto de las miradas paternales de toda la pandilla durante las últimas semanas, es la única que no se ha enterado de que "la cosa no funcionaba".
Tiene la separtada un carácter propio y una entidad que la coloca por derecho propio en el catálogo de Grandes Figuras del Sufrimiento en Pareja (GFSP), un abanico de personajes entre los que también se cuentan La Entregada-o, El/La Entusiasta, La Víctima o El/La Impasible en el que yo conozco, dada la configuración inicial de mi gameto, apenas una parte. El universo de féminas desorientadas que todavía miran cada cinco minutos el teléfono porque "en algún momento tendrá que darse cuenta de lo que ha hecho".
Lo importante de la separtada es que no es un estado perpetuo, una entra y sale de él según las circunstancias, las apuestas y lo avispada que sea a la hora de analizar las respuestas. Ser, estar, haber sido separtada no incapacita para curarse, rehacerse y hasta liarse a separtar una misma si me apuras... (Siempre se ha dicho que no hay peor separtador que el que fue separtado) Es un estado momentáneo que se alarga en el tiempo según la configuración de otras variables, estas sí, más perdurables. Hablo de Las Adictas al Drama, Las Sufridoras o Las Nadiemequierecomomerezco, dignas de otro post e inspiradoras de otras y variadas tragihistorias.