lunes, 19 de noviembre de 2007

Cerrado temporalmente por reformas

Para todos aquellos que empezaban a preguntarse si mi desaparición virtual era una prueba más de mi tendencia ignata a la inconstancia está destinado este post aclaratorio en el que, humildemente, muestro la prueba feaciente de mi primera intervención quirúrgica. Razón de mi desaparición en la red y también en los papeles durante las últimas semanas y las próximas.
Como a una no le da el glamour para cirugias más interesantes, su primera experiencia médica ha tenido que ver con extirparse el hallux valgus que con cariño, punzadas y zapatos cubiertos la ha acompañado desde su más tierna infancia.
Mi particular mutilación ósea me mantendrá un tiempecito alejada de la calle, los bares y también de los teclados... A falta de wifi en mi portátil -se aceptan técnicos altruistas que lo conecten gratis- y teniendo en cuenta que lo de mantener la pierna hacia abajo en mi mesa de ordenador es una tortura de presión sanguínea que ni mi salud ni mi vocación periodística se pueden permitir, dedicaré un tiempo a leer, dormitar entre capítulos, devorar gusanitos y kojacs, ver telebasura, bajar pelis piratas, hacerle cosquillas a la Leica y recibir en casa (ocupación para la que me he agenciado de una buena remesa de pijamas la mar de monos).
Para cuando esté buena prometo haber macerado un buen número de teorías chorras con las que jugar a la polémica. Mientras, desde el encantador limbo que me proporcionan el sofá y las drogas legales, echaré de menos estos lugares.
Un besote

viernes, 2 de noviembre de 2007

La envidia del tirano

Dentro del mobbing contra las mujeres embarazadas hay que tener en cuenta factores psicológicos como la envidia del hombre ante tal estado». La frase, una verdadera perlita para pintársela en una camiseta estrecha, no es mía, es de un locuaz locutor de la radio que me sacudió la bilis el otro día, todavía sol de cara, camino al trabajo. De los colegas de la radiofrecuencia siempre me ha llamado la atención, en los buenos casos, su apabullante capacidad para tener siempre algo que decir. Algo impagable que, aunque alguno me porfíe, no me pasa ni siquiera a mí.

Como diría un amigo poeta, los silencios, cuando la cara del otro no está delante, pueden ser insoportables, y no hay peor vacío que el run run que borbotea sin palabras desde el transistor. Por eso me horroriza ante un nuevo caso de diarrea verbal tener que exculpar del delito al individuo ejecutor por estar obligado por contrato a regalar pavadas. Y como las palabras se las llevas el viento pues ahí va la perla, como si nada... Encima de ignoradas, mal pagadas, peor consideradas y embarazas habrá que ser sensible con el tirano de turno, qué dolor, al que dios no bendijo con el desequilibrio de hormonas y la agradable visita de la regla.

A riesgo de convertirme en una feminista panfletaria -en el fondo algunos ya saben mi íntima tendencia a la pancarta- y sabiendo que no por protestar conseguiré que se promulgue un Real Decreto contra las Memeces, una se reserva el derecho al pataleo frente a esta sutil fórmula para justificar que en el mundo de la empresa, como en la vida, al final, nada cambia. Ni por mujeres, ni por profesionales, humanas o preñadas.

Publicado en La Voz de Cádiz el 31 de noviembre de 2007

martes, 23 de octubre de 2007

Mi vida según los otros

Una se da cuenta de que la verdad no existe en el primer intercambio consciente de cotilleos. No valen los discursos previos, las premisas aprendidas ni las experiencias de medio pelo. Una sabe que cotillea cuando ha decidido sacudirse el yugo de la bondad y admite que todos, potencialmente, somos malas personas. Que miramos sólo por lo nuestro aunque, bendecidos por la opción de elegir, decidamos no hacer la puñeta y haya quien se proponga ser cada días mejor. Y no es cuestión de moralina, no crean, es como el gimnasio, molesta al principio, pero tiene sus satisfacciones. Dicen.


Una se da cuenta de que la verdad no existe cuando aprende, después de una buena cura de humildad, que el amigo que creíamos el peor de los traidores cuenta nuestra misma historia al revés y, encima, no está mintiendo. Una se da cuenta de que la verdad no existe cuando sus afectos, sus principios y horizontes pueden modificarse con la ductilidad de un alambre.

El ahora veneradísimo rockero Fito Cabrales está preparando su biografía -¿biografía?¿apenas cumplidos los 40? Sí, ahora, como siempre, la precocidad está de moda- y quiere que sus fans aporten recuerdos a través de su página web. En una iniciativa de participación nunca antes vista, serán los otros los que rebusquen intimidades para refrescarle la vida al cantante desde sus inicios en Platero y tú hasta el pasado año. Que el Cabrales tiene una autoestima acorazada parece claro ante tal derroche de valentía, también que no debe ser lo suyo lo de comer rabo, de pasa. Yo, personalmente, envidio tal grado de serenidad. La menda andaría poniendo filtros y pagando sobornos con el terror de conocer la otra versión, la que cuenta mi vida, pero desde la barrera.

Publicado en La Voz de Cádiz el 22 de octubre de 2007

lunes, 22 de octubre de 2007

Las separtadas


Separtarse no es ni separarse ni apartarse, es un movimiento violento -habitualmente desencadenado por una fuerza externa- por el cuál alguien nos saca de su vida con una excusa rocambolesca y un rostro inigualable sin que apenas nos demos cuenta. Una se separta -esto, tenga en cuenta la precisión del lenguaje sería incorrecto porque la forma verbal es "Una es separtada"- cuando, sin que medie explicación previa -o aunque medie y no lo vea- su pareja decide que ese bucólico ratito de fútbol viendo la televisión, esa comida familiar con la abuela o ese paseo mañanero por la playa puede ser un buen momento para dejarlo. Así, sin anestesia, mientras a la otra o el otro se le queda cara de boba mientras espera que acabe la broma.
"¿Pero estás en serio?", suele articular la separtada con un hilillo de voz cuando la que creía su media naranja adopta el rictus compasivo destinado a domesticar su aprobación. "Creo que es lo mejor. Imagino que estás de acuerdo...", continúa el ejecutor-a con cara de corderillo degollado.
A la separtada, que empieza a sentir calor frío que va evolucionando en tembleque, la cabeza le da vueltas como calcetín deportivo en una lavadora. "¿Tú crees?", acierta a decir.
Lo que la separtada no sabe, y tardará meses en saberlo, es que la decisión hace tiempo que está tomada, que es un hecho y que ella, objeto de las miradas paternales de toda la pandilla durante las últimas semanas, es la única que no se ha enterado de que "la cosa no funcionaba".
Tiene la separtada un carácter propio y una entidad que la coloca por derecho propio en el catálogo de Grandes Figuras del Sufrimiento en Pareja (GFSP), un abanico de personajes entre los que también se cuentan La Entregada-o, El/La Entusiasta, La Víctima o El/La Impasible en el que yo conozco, dada la configuración inicial de mi gameto, apenas una parte. El universo de féminas desorientadas que todavía miran cada cinco minutos el teléfono porque "en algún momento tendrá que darse cuenta de lo que ha hecho".
Lo importante de la separtada es que no es un estado perpetuo, una entra y sale de él según las circunstancias, las apuestas y lo avispada que sea a la hora de analizar las respuestas. Ser, estar, haber sido separtada no incapacita para curarse, rehacerse y hasta liarse a separtar una misma si me apuras... (Siempre se ha dicho que no hay peor separtador que el que fue separtado) Es un estado momentáneo que se alarga en el tiempo según la configuración de otras variables, estas sí, más perdurables. Hablo de Las Adictas al Drama, Las Sufridoras o Las Nadiemequierecomomerezco, dignas de otro post e inspiradoras de otras y variadas tragihistorias.

martes, 16 de octubre de 2007

Ciudad ¿moderna?


Cádiz, ciudad moderna donde las haya, provincia de contrastes, Historia e historias, patria de Hércules, guarida del genio, es una trampa. Si no tienes coche, no eres nada. Lo digo yo, que vi esfumarse mi último vaho de esperanza de la mano de un gruista que, anonadado, me pasaba un kleenex con el que secar mis lágrimas. «Mujer, ya te comprarás otro»... «Seguro...», conseguí ironizar entre mocos antes de que me dejara con el camión cerca de la Zona Franca. Desde entonces, y ello a pesar -todos los saben- de que el coche y yo nunca fuimos grandes camaradas, mi andar cotidiano me recuerda que en la ciudad con más paro de España, en la de la infravivienda, en la de la baja renta, no hay menda que se precie a merced de sus patas.

Ecología para qué te quiero, aquí en Cádiz, sin coche, sin cuatro ruedas que te liberen de los delirantes transportes públicos, eres un paria. A la segregacionista idea del autobús nocturno -no apto para mayores de treinta, ni si te olvidas el bonobús, ni para los que salgan un jueves o tengan que volver pronto a casa (sólo han puesto a funcionar cuatro vehículos para toda la noche y únicamente en sábado)-, se suma la imposibilidad real de desplazarte por esta provincia sin perder en ello tres, cinco o siete horas como si nada.

Junto a nuestro practiquísimo servicio Búho, el siguiente premio al Absurdo en el Servicio se lo lleva el bus del aeropuerto. Un magnífico ejemplo de cómo al político de turno se la trae floja que decenas, cientos, de transeúntes abarroten la autopista para transportar a un único viajero. Lo dicho: ecología para qué te quiero. Dos ejemplos tangibles, dos casos claros de la práctica más genuinamente gaditoidiota para explicarnos porqué nunca seremos ciudad de servicios, ni turística, ni tortas. Ejem.

Publicado en La Voz de Cádiz el 16 de octubre de 2007

jueves, 11 de octubre de 2007

miércoles, 10 de octubre de 2007

El crustáceo libertino

Porque tiene que haber investigadores para todo, unos biólogos de A Coruña acaban de derribar uno de los más recurrentes mitos de la gastronomía. Para desgracia de todo aquel que se arruinaba la VISA bajo la máxima de lo que se come se cría, estos científicos se han pasado varios meses hasta demostrar que no es pene todo lo que reluce –perdonen que no hubiera precisado antes– en el percebe. Si la sabiduría popular había engalanado al cirrípedo –que para todo debe documentarse una– con la leyenda de ser el único animal cuyo órgano reproductor superaba en 20 veces su propio cuerpo, ha tenido que ser la ciencia la que, a costa de imprudente observación nocturna, ponga las cosas en su sitio. Concluye el estudio que el Pollicipes pollicipes sigue estando bien dotado, aunque su proporción, finalmente, se multiplica sólo por 1,5. Un volumen nada desdeñable por el que algún energúmeno homo sapiens con aspiraciones circenses y obsesión por la falofilia pagaría.
Parece ser que en esto de la sexualidad del percebe –capaz de, para copular, jugarse la vida– el tamaño también importa a pesar de que el crustáceo haya sorprendido a sus observadores con sus veladas reproductivas, dadas a juegos preliminares y sesiones en pandilla. Unas costumbres nada inorgánicas que lo catapultan, por obra y gracia de la ciencia, como el bicho acuático de rutinas más libertinas.
Así que, ya saben, cuando el camarero les pase la dolorosa, sepan que no hay precio por devorar al Dr. Amor bajo las aguas, al François de Sade adherido a la roca, al Nacho Vidal de la gastronomía… A lo mejor tienen suerte y no hay ningún científico rompetópicos a la vista. A lo mejor pueden darle bola al mito de Lo que se come…

Publicado en La Voz de Cádiz el 9 de octubre de 2007

Melodía de la semana

A las canciones que me ayudan a vivir, a entender mejor el mundo, las llamo medicinas. No suelo compartirlas a diestro y siniestro pero, a veces, la ocasión lo merece...

Tendré dragones verdes
mirando en otros ojos,
da igual si son rebeldes
o tienden al reposo.
Serán dragones verdes
más claros, más oscuros.
Saldrá de nuevo el sol
y de eso estoy seguro.

Tendré promesas nuevas
alimentando el verbo
y todas las estrellas,
y el cielo de los cielos.
Haré canciones buenas
de nuevo en el nosotros
y juntaré la arena
y reviviré, supongo.

Y entonces
volveré a pensar en ti,
en el amor que vuela.
Y entonces
volveré a pensar en ti,
en el dolor que queda,
diciendo adiós diré:
qué pena qué pena qué pena.

Habrá de nuevo un bosque,
mojar los labios,
un beso que me nombre,
y primavera en Mayo.
Daré lo que ya he dado
y lo que está por verse,
el tiempo y el espacio
habrán de resolverse.

Tendré dragones verdes
mirando en otros ojos,
reflejos transparentes
donde entenderlo todo.
El mundo no se acaba
donde se acaba un beso.
Encontraré las alas
para volar de nuevo.

Y entonces
volveré a pensar en ti,
en el amor que vuela.
Y entonces
volveré a pensar en ti,
en el dolor que queda,
diciendo adiós dire:
qué pena qué pena qué pena.

Diciendo adiós diré:
qué pena qué pena qué pena.

viernes, 5 de octubre de 2007

Preguntas al aire...





Ante tanto debate folk y tanta importancia...
¿Será que mañana la tele amanecerá republicana?

jueves, 4 de octubre de 2007

Desespero

Odio la burocracia, odio la burocracia, odio la burocracia, odio la burocracia, odio la burocracia, odio la burocracia, odio la burocracia, odio la burocracia, odio la burocracia, odio la burocracia, odio la burocracia, odio la burocracia, odio la burocracia, odio la burocracia, odio la burocracia, odio la burocracia, odio la burocracia, odio la burocracia, odio la burocracia, odio la burocracia, odio la burocracia, odio la burocracia, odio la burocracia... gr...

La fonética y la identidad


El español comparte con ciertos idiomas una configuración fonética de sonidos similares. Cuando uno sintoniza la televisión griega o pilla algún eco de Radio Euskadi, tiene la extraña sensación de que anda oyendo su lengua vernácula a la que algún rito satánico ha dado la vuelta. Esta regla facilona resulta imposible en determinadas circunstancias. Es por ello que el gaditano de reciente cuño no comparte con nadie ciertos sonidos guturales de difícil tasación. Uno puede pasarse la vida intentando imitarlo pero sólo una adolescencia enchufada al contralto de turno y una infancia regada por grabaciones caseras de las finales infantiles consigue lograrlo.

Directamente relacionada con las sinergias pandilleras que a unos les llevaron por el falaz camino de oxigenarse las puntas y a otros por los gloriosos adornos de la rojigualda, pertenecer a una manada con cordones de oro, camisetas sin mangas y coletilla torera en la nuca, presupone el don de ser capaz de hacer resonar la voz entre la nariz y la garganta y de gozar de un vocabulario propio cifrado en monosílabos crípticos, con el Ein a la cabeza.

Un fenómeno de fonética típicamente gadita que antes me irritaba y ahora empiezo a ver como una inteligente manera de comunicarse sin que nadie nos entienda. Si no, hagan la prueba, coloquen a su pariente de allende Despeñaperros en mitad del universo canicadi. Háganlo y lo comprobarán. Con ojos como platos tendrá que rendirse a la evidencia de nuestra peculiar fórmula para trabajar la identidad. Tendrán que morder el polvo antes de ponerse a descifrar.

Publicado el martes 2 de octubre en La Voz de Cádiz

viernes, 28 de septiembre de 2007

Frases célebres

Mi farmacéutico: "En este país ya no hay envidia, hay sentimiento de superación. Lo dicen en la tele".

Melodía de la semana

Al fin y al cabo, ¿quién quiere un amor tranquilo?



Grande

Contigo tendré que combatir
no se te puede tomar tal cual
Tienes tantos defectos
que ni Tú los conoces
Eres peor que un niño caprichoso
siempre quieres ganar
eres el hombre más egoista y prepotente
que nunca he conocido

Pero lo bueno es que en el momento preciso
sabes convertirte en otro
En un momento
Tu eres grande grande grande
No recuerdo ya mis penas

Veo a todas mis amigas
mucho más tranquilas que yo
No tienen que discutir por nada
como Tú me haces hacer
Recogen regalos y rosas
por sus cumpleaños
Siempre dicen que sí
nunca tienen problemas y estan seguras
con la vida y todo.

Pero no, pero no
la vida es aquella que Tú me das
Todos los dias en guerra me siento viva
Soy como a tí te gusta

Te odio, después te amo, después te odio, después te amo, después te odio, después te amo
No me dejes nunca
Eres grande grande grande
Tan grande como sólo tú puedes ser

Te odio, después te amo, después te odio, después te amo, después te odio, después te amo
No me dejes nunca
Eres grande grande grande
Tan grande como sólo tú puedes ser

No me dejes nunca
Eres grande grande grande
Tan grande como sólo tú puedes ser

Mina, 1972

(Por cierto, desde aquí, gracias al traductor :)

El instante

Ella: No te muevas.
Él: Mírame a los ojos.
Así hablaban cuando, en una punzada, les atravesó la vida. Duró un segundo. O quizá un minuto. O tal vez horas. El momento preciso, el instante incierto, en el que se sintieron uno. Vulnerables. A merced de un limbo narcótico. De un destello fugaz e intenso, perecedero y eterno, que hablaba de la verdad y de las mentiras, de la vida y de la muerte. El ocaso invisible tras el cuál, una vez más, volvieron a estar solos. Completamente.

miércoles, 26 de septiembre de 2007

Dialéctica bucal

Esta mañana, en la tienda del Lolo...
Antonio, uno de los mejores dependientes del mundo de la moda gaditana, intenta sacarle la ficha de identidad a una clienta...
-Me suena su cara... ¿No habrá vivido usted en Arbolí?
-Nooooo...- exclama la señora con un ademán de misterio...
Lolo, observador avizor de la escena, interviene iluminado por una revelación divina...
-¡Usted tiene cara de ser de Pasquín!
-Pues sí, has dao en el clavo. ¿Cómo lo sabes?
Mientras se retuerce por las carcajadas, decide que en ese momento llama a su amiga, una servidora. Partenaire creativa del greatest hit del verano de Pasquín a Mykonos pasando por Arbolí...
-Nena, no sabes lo que te tengo que contar...


(Advertencia al lector: no hay nada que entender, es simplemente, una ida de olla)

martes, 25 de septiembre de 2007

El lenguaje, los medios y el artificio


En la imagen aparece una acongojada familia bajando las escaleras de un juzgado. En el centro y con gafas de sol habla una mujer maltratada que denuncia una injusta sentencia. «Estoy destrozada. No voy hacer declaraciones...» El informativo del mediodía cambia de registro, un suceso macabro y luego se detiene en una humilde familia víctima de la meteorología: «Cuando nos dimos cuenta, el desastre ya había comenzado...». Mientras corto el último trozo de pechuga las palabras me martillean en la cabeza «declaraciones», «comenzar», «desastre», «comenzar»... Expresiones que no chirrían porque, tal vez, estamos empezando a acostumbrarnos, a asumir su lenguaje, a emularlos.


Dice el director de la RAE que lo que más le preocupa del lenguaje de los medios, de los medios audiovisuales, es el tonillo rimbombante, la manía de romper los ritmos y adoptar poses interesantes de los locutores del telediario. «Están rompiendo el tono normal del español y encima la gente cree que está bien hecho...» se lamenta el académico.


Frente a la pantalla, veo a la mujer de las gafas tornarse diva del colorín. No quiere «hacer declaraciones», que es lo mismo que querer que te dejen tranquila, que no querer hablar, pero más fino. Lo de la anciana que sostiene la escoba es todavía más sutil. Tiene que ver con el impasible ademán al pronunciar las eses líquidas, con la palabra desastre y el verbo comenzar... Ambos muy dignos pero metidos con deje artificial.


Los medios de comunicación cambian el mundo, nos cambian a nosotros y, tal vez, cualquier día, entre tanto boato y alarde interesante, nos cambien del todo. Terminemos llamando a un amigo para compartir una velada, para departir en evidente complicidad, en lugar de para echar un buen rato.


Publicado en La Voz de Cádiz el martes 25 de septiembre

domingo, 23 de septiembre de 2007

Melodía de la semana


En el fondo, si no existieran los canallas, tampoco habría estas canciones...
¿O no?

El miedo fácil bajo la cama


A los que somos miedicas el sobrevivir un par de años sin ver sombras por los rincones puede convertirse en una hazaña que muy pocos, gente madura acostumbrada a relativizar, entenderían. En los últimos días y gracias a un libro que ha sacudido la conciencia de quiénes me rodean, extraños sonidos invaden mi casa. Ligeros susurros que a mí me espantan el alma y que a mi perra, organismo peludo de naturaleza zalamera, parecen no inmutarle. Hacía mucho tiempo, podría remitirme a mis años de estrenada veinteañera, que no apagaba las luces mirando con los ojos como platos alrededor.



Plantea Sánchez Piñol -en La piel fría, para más señas- un terror que raya el pánico y que algunos, los críticos comparan con las imágenes más horribles de Lovecraft y Hodgson. Una no tiene capacidad para tales filigranas y admite, sencillamente, que las pasó sobrecogida. Del argumento no contaré nada dada mi personal animadversión hacia las sinopsis pero sí que terminó recordándome algo que escuché una vez de boca de una amiga psicóloga. La cabeza tiene filtros para asumir grandes desgracias, para quedarse impasible hacia ciertos miedos, mientras es capaz de horrorizarse, de rayar la crisis nerviosa ante la más nimia de la pequeñeces.




Tal vez por eso, al culminar la metáfora que era el fin de la novela -terrible, real y definitivamente realista-, tuve menos miedo que en los momentos más fantásticos e irreales de cuando la leía. Quizás porque es mejor pensar en monstruos deformes bajo la cama, que en mentalidades monstruosas vestidas de traje y corbata, que hablan de cada mujer y de cada hombre, que pueden, si se da el caso, llevar nuestra cara.




Publicado en La Voz de Cádiz el martes 11 de septiembre

martes, 11 de septiembre de 2007

El tiempo corre, el genio no


Lo peor de tener sólo una vida es que una se va enterando de las cosas que le pasan a la gente, de los prodigios vitales circundantes, y se le lían las manos con las cuentas para resignarse de que no tendrá suficiente tiempo.


Es demasiado tarde para haberme decidido por las ciencias, demasiado tarde para optar por ser actriz o, porqué no, para lanzarme de bruces hacia una carrera loca teñida de lujo y sufrimiento.


La prensa rosa parece dar la razón a los defensores del que elquelasiguelaconsigue y, mientras el tiempo corre, una se va resignando a que probablemente nunca escriba un best seller, con dificultad parirá tres hijos y que, quizás, sólo si algún amigo te presta su parcela, podrá plantar un árbol. Uno chiquitito, por darse el gusto. De los viajes anuales recorriendo el mundo y hacerse amante de algún intelectual atormentado que te convierta en musa de un poemario, mejor, ni hablo.


Por esas cosas del azar, un director de cine al que no se le escapa prenda acaba de descubrir gracias a una maleta vieja que Puccini tenía un hijo secreto, que era un mujeriego que se inspiraba en sus affairs para sus heroínas operísticas -siguiendo un argumento dio con la pista- y que una pobre asistenta a la que no había tocado un pelo terminó suicidándose tras ser acusada por su implacable esposa de ser su querida. Tragedias colectivas, escándalos con visos de aria coloratura que a mí ni a nadie que conozco dudo que le ocurran. Avatares que posiblemente expliquen por qué aún el genio creativo no ha iluminado mis días. Cada uno se consuela como puede. Es la vida.


Publicado en La Voz de Cádiz el 11 de septiembre de 2007

viernes, 7 de septiembre de 2007

Melodía de la semana

Cuando alguien me pregunta cuál es mi disco favorito me resulta muy difícil de explicar, y de pronunciar...
Aquí va una pequeña muestra.
¿Vamos haciendo cuerpo?

Haris Alexiou
To tango tis nefelis

miércoles, 5 de septiembre de 2007

La chica del gánster


Alguien que no es el abuelito de Heidi pero que se le parece me enseñó que lo de la felicidad tiene que ver con el -a veces sucio, engrasado, límpido o deshecho- filtro con el que asumimos las cosas. Una especie de velo invisible que se antepone ante nosotros y el mundo y nos ayuda a procesar si la mancha en el traje nuevo es una desgracia más que viene a sumarse a la jodida noche en la que te ves gorda o una prueba irrefutable de que existe la vida, de que la vida mancha y que nosotros, individuos latentes en mitad de universo, estamos manchados porque estamos vivos.

Cuadro ejemplificador
Cuatro mujeres comparten tapas en El Laurel, el templo del salpicón de marisco, la pavía de merluza y otras beldades de la gastronomía local...

Mujer nº1: Vaya, lo único que tiene es que es bajito... Me había propuesto no repetir con la costumbre...

Mujer nº2: ¿Y porqué no? ¿Tú también eres de las que te los buscas más pequeños?

Mujer nº1: Sí, y ya tenía ganas de cambiar... Pero nada.

Mujer nº2: Hija, pues no sé porqué no quieres... A mí me encanta... Me flipa que sean más bajitos que yo. Imagino algo así como que soy su amante, o una prostituta... No sé, yo toda alta, convertida en la novia de un mafioso...

La nº1 se detiene antes de lanzarse a por otra bombita picante. En la cabeza, mil imágenes de altas mujeres morenas que agarran a un atractivo retaco vestido con sombrero y traje a rayas. Pelo con ondas, humo de tabaco. Todo en blanco y negro. Féminas de largas piernas que se mantienen en silencio sabiendo que, aunque en la sombra, ellas tomarán la última decisión.

Mujer nº1: Mmmm... Tal vez tengas razón...

Ese día decide que manda al cuerno los complejos. En cuanto le llegue la pírrica nómina se compra unos zapatos bien altos, que tengan de todo: plataformas, alzas, tacón. La vida es demasiado aburrida y, a veces, sólo se trata de hacer trabajar la imaginación.

martes, 4 de septiembre de 2007

Frases célebres

Mabel (frente a I.C.D.C.): "Esa actitud es muy british... ¡Y muy positiva!".

El calor y la generación de materia


Aunque hace ya algunos años que la ciencia desestimó lo de la generación espontánea de la materia, hay quién piensa aún que ciertos organismos repugnantes nacen de la caca de una mosca que se cuela por la ventana. Sabiduría popular que le llama lo más parecido a un médico que hay en los márgenes de mi vida. Dice el doctor en cuestión que nada surge de la transformación aleatoria de una sustancia en otra, es decir, que los gusanos de cualquier cuerpo en descomposición no vienen porque la piel de uno se torne en otra cosa -que también- sino porque todos y cada uno de nosotros albergamos minúsculos, microscópicos, huevos de lombriz que se activan cuando las condiciones de putrefacción, suciedad o calor son idóneas...
[Nota por si hay algún científico entre los lectores: absténgase de hacer precisiones, ésta es la forma más sencilla que una tiene de explicarse].

Que a más de uno el huevo de lombriz le ocupa más volumen que la masa encefálica, o, y aún más grave, que a alguno le ocupa más que esa pseudorrealidad sin materia que llamamos alma, es una verdad que los medios de comunicación nos desnudan, junto con la media tostada con tomate y aceite, cada mañana. Que mi vida no es la misma desde que me sé rodeada, invadida, por misteriosos huevos a la espera de mejores condiciones climáticas, es una pesadilla que hoy me ha apetecido compartir. Sobre todo para que vaya por delante mi disculpa si algún día me encuentran rodeada de viscosos gusanos negros.

En los próximos meses comenzará el desfile teatral pre electoral y ante ciertos rostros de la vida política, una se va viendo cercada por cierta atmósfera, irrespirable y caliente, que nunca arde.

Publicado en La Voz de Cádiz el 4 de septiembre de 2007

viernes, 31 de agosto de 2007

Respuestas


Ella: Últimamente no me pongo perfume. Queda poco y hay que guardarlo...
Él: Hueles muy bien cuando hueles a ti.
Ella: ¿Incluso cuando huelo mucho mucho a mí?
Él: Entonces hueles excesivamente bien.
Ella dejó el bote precintado en la repisa del Duty Free y, en un gesto infrecuente, le buscó la mano. Podía ser altiva y esquiva, podía nadar entre las brumas de dudas absurdas que no llevaban a ningún sitio. Podía aparentar frialdad y un ademán infantil de estar de vuelta. Podía ignorar el teléfono y jugar a no necesitarle. Él pudo notar el tímido calambre que se filtró entre sus manos. Ella podía perderse en un sinfín de estrategias, pero no hay piel que no ceda ante una buena respuesta.

jueves, 30 de agosto de 2007

Aún quedan románticos...

INDIA-CURIOSIDADES ELEFANTE SALVAJE ROMPE VALLA CIRCO PARA RESCATAR ELEFANTA Y SE FUGAN JUNTOS
[R]
399 Palabras
30/08/2007 17h 04

Nueva Delhi, 30 ago (EFE).- Un elefante salvaje protagonizó una curiosa historia de amor, al romper la valla de un circo en la región de Bengala (este de la India) y marcharse con una de las elefantas de la empresa circense a la que ayudó a escapar, informó hoy la agencia IANS.

El suceso ocurrió este martes por la noche en el distrito de Raniganj (a unos 175 kilómetros de Calcuta), donde el Circo "Olympic" había situado la carpa hace diez días.

Un macho salvaje de 26 años arribó al lugar, rompió una valla protectora y se coló en el establo donde se encontraban las elefantas de la empresa, atraído por las llamadas de éstas.

El elefante escogió a una de ellas, "Savitri", que, pese a la insistencia de un cuidador, rompió las cadenas con las que estaba atada para escapar con el macho hacia la selva, donde ambos fueron avistados "jugueteando" junto a un lago, según IANS.

(...)

Melodía de la semana

Hace muchísimo tiempo, en una tórrida ciudad de la que siempre he estado enamorada, en mitad de una tarde esas en las que campanean las ausencias, una amiga, una de mis mejores amigas, tecleó para mí algunas letras de esta canción. Entonces, requeteenamorada y recién desgajada de la tierra, me pareció simplemente bonita, una sorpresa de la mano de un tipo al que nunca, ahora tampoco, había escuchado. De un cantautor demasiado meloso que, sorprendentemente dado mi nivel de azúcar por sangre, no me gusta.
Algún tiempo después me di cuenta de que es un consejo en forma de música. Una especie de decálogo de los afectos que habla del amor romántico pero también de muchos otros. A veces, los más importantes. Los que, aunque arrancada, pérdida, recién salida de bruces a la vida; te sostienen y te regalan manos, flores, presencias. Sin pedir nada.
Como ando rodeada de mujeres de mudanzas, aliviadas, asustadas, sorprendidas y expectantes por estar solas, acompañadas o en proceso de cambio, vaya por delante el requiebrito de este cantante cursi.
Hay muchos miedos dispuestos a paralizarte pero, en el fondo, lo único cierto es que jamás, jamás de los jamases, y sólo si tu quieres –si te vuelves oscura y fea, caes en el miedo y los alejas a todos de tu vista– vas a estar sola.
Siempre habrá quién se parta en dos en cada despedida...


No estarás sola

No estarás sola,
vendrán a buscarte batallones de soldados
que a tu guerrilla de paz se han enrolado.
Y yo en primera fila de combate
abriendo trincheras
para protegernos, mi guerrillera.

No estarás sola,
te saludarán a tu paso en mil idiomas, con mil lenguajes,
la gente a la que despertaste en cada viaje,
los que dormían en las calles,
a los que preguntaste,
por su esperanza, por su desastre.

No habrá distancias
que no cubra cualquier hombre que te busque.
No habrá rincón en que tu nombre no se pronuncie.
No habrá misterio o duda en que tu presencia no luzca,
faro solidario en ausencia de paz,
en tiempos difíciles Estrella Polar.

Sola nunca, nunca estarás.

No estarás sola,
siempre habrá quien se parta en dos en cada despedida,
quien te de aliento cuando te des por vencida.
Tu revolución llenará sonrisas,
yo la incorporé a mis aperos
de trabajo, a mi vida.

Clava hoy tus raíces en mí.
Quién pudiera retenerte en Madrid.
Visitaremos lugares a los que hemos
ido antes juntos,
antes de conocerte,
antes de encontrarte.

No estarás sola,
siempre habrá quien te ayude a hacer las mudanzas,
quien te regale manos flores presencias sin pedir nada.
Y allí estaré para amarte,
y aunque no esté,
allí estaré para amarte.

No estarás sola.
No, no estarás sola.
No estarás sola.

Ismael Serrano

Adiós, agosto, adiós

Último martes de agosto. Examen de conciencia. Verano atípico, tregua del Levante y más de un 95% de días de playa. Tú te dejaste las marcas y, vencida, no pasaste del naranja. Tu boicot al foranean family volvió a poder contigo y tus mañanas de mar volvieron a estar teñidas de vastas estirpes de interior, armadas con mesas y sillas, dispuestas a conquistar la playa. «Para el año que viene, prometo plantar cimientos en una cala», dices, furibunda, ante la prole numerosa que pudo contigo en la La Victoria, que te dejó acorralada.

En los escaparates ya campan los abrigos de lana y tú, arruinada, despistada y algo pava, no llegaste a las rebajas. «Mujer, has tenido un mes », te dice la amiga resabiada, la que tiene jornada intensiva y se ha renovado el armario a base de gangas. Vaya, con eso ahorro, te engañas.

Entrada ya la temporada de lluvias, caes que se olvidó aprovechar el solano para atajar el arreglillo bricoestetico de la casa. Amenaza con llegar la astenia y te levantas de la siesta con la cabeza como una matraca. «Claro, guapa, ¿qué creías? La resaca », te dice el angelito bueno que hoy te pilló por banda. «¿Qué fue de los libros en la reserva? ¿De correr por la mañana? ¿De conseguir un vientre perfecto y demostrar que eres inmune a la ecuación chiringuito=cubata?». ¿Perdona, querubín, no tenías otro alma errante a la que dar la lata?

A punto de sucumbir a la depre colectiva, la de los que se vuelven a casa, y de los que se quedan aquí -los que viven en la costa, es lo que pasa-, te das cuenta de que agosto es un mes hortera con demasiada gente libre, un parque temático con nada que ver con sentirse en casa. Esperanzada, corres al crápula de turno: «Oye, crees que el sábado ya abrirá el Hassan?».

Publicado en La voz de Cádiz el 28 de agosto de 2007

viernes, 24 de agosto de 2007

Melodía de la semana


UBP:¿Qué os vais a comer por ahí? ¿Y no os doy pena?
NCCH:¿Pena? Si te vas a Mallorca... ¡Lo que nos das es asco!
UBP:Tienes razón...

(Escena teñida de verde envidia a la salida de la Redacción)

miércoles, 22 de agosto de 2007

La mirada implacable


¿Las mujeres son más criticonas mirando que los hombres?


La cuestión no está en si se mira, en quién mira o a qué se mira. La cuestión, la que diferencia polos, géneros y estructuras sociales, está en la intensidad con la que se mira... Ni más ni menos, solo y sin sifón, licor puro de la verdad para explicar porqué él sabe quién es tu amiga la de los grandes pechos pero no la de los ojos verdes, el pelo grasiento o el grano en la frente. Una cosa divina, por otro lado, si tenemos en cuenta que toda una tarde pactando con el maligno -degollando animales vivos y prendiendo velas negras- para conjurar un incómodo forúnculo facial puede quedar en nada frente a una mirada absorta: «¿Qué dices que tienes qué? Anda ya...»

Que la mirada masculina es infinitamente más económica nadie lo discute. Es capaz de atisbar una idea general y resumirla en una frase perogrullesca que permita pasar pronto hacia otro tema. Esa diferencia frente a la implacable visión femenina, durante años interpretada como una tendencia a desollar a las demás miembros de nuestro género, tiene poco que ver con el afán competidor y sí con una inexplicable tendencia hormonal a complicarse la vida.

Ejemplo: «Este tío está rebueno», dice una. «Bueno, tú sabes... -añade la otra- Si te fijas bien la nalga izquierda anda caída, usa camisetas de cuello de pico y lleva perilla. Y mira, mira... Dos años, y la cabeza como una bombilla.»

La cuestión es que esta otra parte de las inspecciones, las que tienen que ver con hacerle la ITV al maromo de turno, tiene lugar en la más estricta intimidad femenina. En esas reuniones en la que alguno pagaría dinero por escuchar. En ésas, creanlo, a solas y sin espías, las celulitis de ésta o de la otra nos importa poquísimo. Estamos en nuestro terreno y, caballeros, no es entre nosotras donde nos mola destripar, que digo, observar. Glups.

Publicado en La Voz de Cádiz en La guerra de sexos el 19 de agosto

El aroma, el recuerdo y la porquería


Lo de que los sentidos están íntimamente ligados a los recuerdos es un Mediterráneo que yo no voy a descubrir. Asociamos los aromas a una persona, a un momento, a un sentimiento que nos hace sentir mejores o peores de acuerdo con el instante asociado a tales partículas odoríficas.

Miope desde chica a pesar de las beldades de la técnica láser, soy de las narices especialmente sensibles. De esos apéndices exquisitos capaces de detectar el mal estado de un alimento en la nevera mientras subo por el ascensor hacia mi casa. «Creo que dejaste descubierta la fiambrera del gazpacho», «¿Pero qué dices? Joder...» El último taco –que también puede traducirse como interjección exclamativa– es la respuesta del interlocutor pasmado de turno, flipado por encontrarse ante una especie de híbrido entre mujer evolucionada y perro de presa.

Lo malo de ser tan sensible a los aromas es que junto a un maravilloso catálogo de recuerdos sensoriales –el primer amor, las primeras margaritas y el maravilloso tacto de las sábanas limpias, por citar– una se encuentra a merced de todo tipo de crueldades de la insensibilidad odorífica colectiva. La última de ellas se llama depuradora y está situada a escasos cincuenta metros de la vivienda de la firmante. Todo un derroche de porquería que amenaza mis experiencias actuales tiñéndolas de hedor a cañería.

Con la casa cerrada a cal y canto, y dada mi actual plenitud de vida, me pregunto si la crueldad municipal ante los vecinos de La Laguna terminará por crear en mí una especie de desviación sensitiva. Quizás, en unos años, detenida en una ciénaga cualquiera, me diga,: «Ummm... aroma inmundo a porquería... Cómo añoro aquel verano,años dorados, pestilentes, de mi vida».

Publicado en La Voz de Cádiz el 21 de agosto de 2007

El cine, la música y el empacho


El fin de una carrera en el cine lo marca una revista femenina». La frase no es mía, es de un profesor de teatro -todo el mundo tiene un pasado- que me destruyó la autoestima y me dejó, a cambio, un amplio espectro de frasecillas recurrentes. Hablaba sobre la falta de profesionalidad de las actrices del cine español. Uhhhhhh... Habrá quién desee atizarme después de tan gratuita generalización. No es mía, no me responsabilizo de su impertinencia, pero la comparto. Sabrán si me atizan o no.

Se refería el hombre a que el problema de las actrices patrias es que muy pronto, segundos después de su primera gala de los Goya, a algún redactor jefe de revista multicolor se le ocurría explotar su cara de ángel para convertirla en líder de opinión de la cosmética. Un Los secretos de belleza de... y, por arte de birlibirloque, sin que mediaran un par de pelis con las que sustentar una carrera, la nena se convertía en el rostro del cine nacional. Flor de un día para ser devorada, meses después, por otra cara bonita tampoco dispuesta a molestarse por dar un mísero cursito de interpretación.

El rollo viene -alguno se lo habrá preguntado- porque últimamente, en la música, pasa algo parecido. Hasta el alma está una de leer, festival tras festival, los mismos nombres abocados a redimiensionar la industria cultural. Abocados y abortados, tres entrevistas chorras después.

Morir de éxito es muy fácil. Se lo digo yo que no lo he tenido nunca y deseando estoy de cegarme de super yo. Ciertos gurús deberían hacer un repasito al panorama progre de la música bien vista, ésa que no es OT y marca estilo. Ésa que en ocasiones adolece de energía para encarar como se debe el reto de un segundo, un tercer disco. Ésa de la que todo el mundo habla bien y, a base de halago, empieza a producir empacho.

Publicado en La Voz de Cádiz el 14 de agosto de 2007

sábado, 18 de agosto de 2007

Elogio a la lágrima fluida


Soy llorona. No lo confieso. Lo sabe todo el mundo. Acudir al cine sin ir adecuadamente equipada puede terminar un trágico episodio de empacho por mi propia flema si nadie me avisa que en la cinta peligra un perro, dos ancianos se enamoran o se derriba un cine. Si el final es muy feliz, también lloro. Cosas de la catarsis, el happy end y el desamparo colectivo. En mi vasto catálogo de lágrimas las tengo de múltiples registros: de rabia, de pena negra, de pena mía, de pena de otro,de estallido sensorial y de alegría. Las mejores son las penúltimas, unidas a segundos memorables, habitualmente compartidos. Llorar a solas no es recomendable por eso, se me olvidaba, también tengo lágrimas telefónicas y algunas que pongo por escrito – :'( –.

Lo de la reticencia masculina hacia el salado caldo emocional es para mí una soberana tontería. A pesar de toda la industria del complejo de Elektra, eso de que el machote prescinda de las beldades del divino sollozo me parece de una crueldad infinita. Ser varón sensible en este mundo de Testosterona Inn tampoco es fácil. Y lo de las lágrimas es una de las chinas. Hace años salí con un chico que no sabía llorar. Así, simplemente, tan masculinamente Bosé como parece. Cuando le asaltaba la pena, se limitaba a encoger el tórax en una extraña mueca. El pobre sufría, lo mismo que cualquier otro, pero sin la bendita redención del llanto.

También he conocido a llorones mercaderes –una lágrima por una excusa– y llorones auténticos. Los mejores. Los más plenos. Capaces de convertir un DVD casero en una íntima catarsis de hipidos y preparar el cuerpo, destensado, para el siguiente intercambio de fluidos. «No sé que pasó, es que estaba tan tierno...» Los que se quedan con la chica, mientras el macho de gimnasio, embravecido, gasta otros fluidos. Sudoríficos. Los de la carita de morir, los más listos.

Publicado en La Voz de Cádiz, en La guerra de sexos, el sábado 11 de agosto.

miércoles, 8 de agosto de 2007

La Mujer Hiedra


Como estoy a pique de que se me considere una pseudofeminista de revisteo frivolón voy a detenerme en seco para vocear otra realidad social, esta vez, especialmente ligada a mi sexo, con el que, como ya sabréis, también se pueden hacer correr ríos de tinta a base de teorías nada científicas como las mías.
Hace unos meses, en medio de una debacle inter-intro-mega-ultra emocional, en un bar de Lavapiés.
-Estoy super pillada, todo el día pendiente del teléfono.
-Lo que tienes que hacer es llamar a otro.
-¿Estas loco?
-Por favor no te me vayas a convertir en Mujer Hiedra. Llama al chico ése tan majo y relativiza.
-Anda ya...
-Esperaba mucho más de ti, la verdad.

El diálogo tiene lugar como si tal cosa. Entre una ensalada extraña y un cous cous algo duro, antes de tomar un té de buhardilla y escuchar al maestro, antes de que tu amigo, ese rubiales políglota y polígamo cuyos útiles consejos nunca sigues, te ponga frente a la cara la terrible definición que persigue a las mujeres de tu tiempo.
Para I. T. –esto es, autor, inspirador y protagonista de la escena antes definida– la Mujer Hiedra es esa que, de manera sibilina y camuflada, se cuela en la vida de un hombre adhiriéndose con disimulo a sus tobillos, subiéndole por las piernas, hasta convertirse en una especie de apéndice al que le viene la regla cada 28 días.
Es una realidad cuya incidencia azota a la población de mi género con distinta intensidad. Es decir, a través de variables formas y modelos de acuerdo con el tipo de mujer y su lugar en la vida. Que todas –todos alguna vez– podamos tener episodios de adherencia vegetal a otros seres no nos convierte necesariamente en un miembro de la especie. Ténganlo en cuenta para evitar alarmas.
Hacen falta muchos años de entrenamiento, muchos de mirar hacia otro lado para ver la paja en el ojo ajeno, para convertirse en un representante de ese grupo de individuos capaces de mimetizarse con la vida, la piel y la existencia ajena. Y es que una de las más llamativas cualidades de la Mujer Hiedra es que no sabe que lo es. Ni siquiera cuando toca fondo es capaz de echar cuentas y ver los nocivos efectos del adhesivo para su vida.
La Mujer Hiedra es ésa que desaparece en el mismito momento en el que le sale novio. Momento, por cierto, que suele darse semanas, días, segundos después, de que corte con el anterior. La que decide, de repente, hacerse presidenta del club de fan del Atlétic porque el chorbi le salió rojiblanco. La que siempre está cansada cuando, por fin, y después de meses de cuadrar la agenda para asistir una cena, a la juergas de turno se le ocurre pronunciar las terribles tres palabras: ¿Y ahora qué?¿ Cubata?.
Las estrategias de la mujer hiedra para evitar separarse de su chico son numerosas y variadas. Van desde modificar sus gustos hasta hacer verdaderas filigranas de horarios para adaptar toda su vida, y si cuadra las de los que están al lado, y unirse como sea al personaje en cuestión.
Lo fascinante de la Hedera Helix o Hiedra Común es que no deja de sorprenderte. Una obvia la posibilidad de encontrarla en su círculo de amigos y la imagina hecha una marmota, esponjada de tanto ver la tele mientras acompaña a su chico mientras curra al otro lado de la barra del sarna del barrio (por remitirnos a un tipiquísimo ejemplo); sin embargo, cada vez más, el fenómeno salta a modelos modernos y actualizados. Véase mujeres con pearcing, ropa de marcas tarirfeñas y varios géneros de tatuajes. Máscaras para esconder que tras el modelo Soyindependienteyescuchoabebe, a una la educaron para tener un hombre al lado y no pretende, ni por asomo, desatar el entuerto.
Entre las características propias de la Mujer Hiedra está su regusto por contagiarse. Por rodearse de otras plantas trepadoras, capaces de ramificarse por sí mismas.No en vano, dicen los botánicos que, si se les elimina el ápice vegetativo, ellas mismas producen de inmediato dos o tres nuevos más abajo, y continúan con lo suyo. Implacables.
Lo peor de conocer a una Mujer Hiedra es que sea tu amiga, tu compi, tu vecina. Y que tú seas una de esas plantas entrometidas empeñadas en que nadie sufra por gusto. "Mira, nena, todas tenemos la tentación... Todas hemos tenido relaciones absorbentes... Necesitamos darnos tiempo, espacio para nosotras. Hay que saber estar sola, disfrutar de tus amigos... " Bla, bla, bla... La Mujer Hiedra te mira con cara de haba –rarísimo fenómeno de injerto- antes de escupirte: "Si yo hago muchas cosas, no voy a estar todo el tiempo contigo". Mustia, pagas el café en el bar de abajo y te muerdes la lengua. Has cruzado la línea y la has puesto a prueba. Has notado el tono de desprecio de la última sentencia. Si nunca más vuelve a llamarte; si, de repente, se cambia de pandilla para pedir "el colacao y la media tostada", no te equivocabas. Desgraciada y penosamente, esa amiga tuya no tiene arreglo. Otro arbusto trepador de hoja perenne. Otra chica hiedra, de increíble resistencia y tremenda y dura mollera.

martes, 7 de agosto de 2007

Oración de la semana

Escolar de mi vida
eres periodista como yo
por eso te quiero tanto
y te doy mi corazón
tuyo es
mío no


Esto es lo que pasa cuando la desesperación colectiva transforma a un periodista de carne en una figura mística.

Canícula y perversión


Lo maravilloso del periodismo es que siempre estás aprendiendo cosas nuevas. Lo maravilloso del cotilleo es que siempre estás aprendiendo cosas nuevas que sirven para relativizar el periodismo. En esos momentos vitales en los que un plumilla devora su alabado rotativo nacional, escudriña a los columnistas y se enchufa a la versión on line de CNN para «enterarse mejor de las cosas», siempre hay una inestimable amiga que, sin proponérselo, te devuelve al suelo con una cachetada de realidad.

El último episodio de Nosabesdequévalavida tuvo lugar el sábado mientras, medio atontada por el conflicto espaciotemporal de encontrar un coro mientras sudaba la canícula, la inestimable amigademiamiga me contó su velada de la noche anterior.

«Estuve en una despedida de soltera». «No me interesan ese tipo de eventos», escupes antes de que la tercera en cuestión te tome del brazo. «Eh... Escucha, esto te va a interesar». Levantas la barbilla y acercas la nariz, solícita, para escuchar, como si también hediera, el prometedor cotilleo.

Segundos después, cuando la cerveza ha dejado salirte por las narices y las carcajadas te aplacaron el corazón, interrumpes la elevada charla de tu mejor amiga para ponerla al tanto: «Nena, ¿sabes que en Cádiz hay streapers que se despelotan con música y tipo de Juan Carlos Aragón

Como tú vives en Babia y no eres carnavalera -Sólo de calle. Sirva de disculpa para los lectores que se sientan ofendidos por mi incultura- el lunes, te metes en internet para ver el disfraz que a la criatura le resultaba tan erotizante... Tipo: inmortal. Carnaval: 2004. Vampiros románticos liberales. Ojeras y negras pelucas incluidas. Mmm... Perversiones... Oscuro mundo de bajas pasiones que nunca dejará de sorprenderme.

Publicado en La Voz de Cádiz el martes 7 de agosto de 2007

viernes, 3 de agosto de 2007

Qué venga Dios, y la vea...


(última campaña publicitaria de Vuitton. Naturalmente obvio colgar a Gorbachov)

miércoles, 1 de agosto de 2007

Hombre + Proyecto + Viceversa


Entre las grandes mentiras de la vida de cada cual se cuentan un ramillete de sentencias que pertenecen al ideario colectivo. Si el cómo los padres de una se las ingeniaban para hacerle comer los higadillos o evitar que andara descalza daría para escribir un ensayo sobre fabulaciones familiares, frases como "Trabajando duro lo conseguirás", "Todos los cerdos tienen su San Martín" o "El tamaño no importa" sirven de ejemplo para ese catálogo de expresiones con las que a una le perforan la cabeza para que, ya de adulta, se gaste los cuartos en un psicoanalista que le explique que, sencillamente, todo es mentira.
Una de las expresiones más recurrentes, aderezada además con el gustillo de la ciencia matemática, es la de que el el "Orden de los factores no altera el producto", cosa harto falaz que, en el caso de las relaciones, deja curiosísimas muestras de ingeniería del cuchipandeo. [Esto es, toda clase de expresiones, frases hechas y otras beldades del lenguaje con las que un grupo de individuos aprende a distinguirse del resto creando para sí una identidad colectiva]
Últimamente el orden de los factores se antoja importantísimo cuando, en mi círculo de cuchipandeo, nos referimos a dos realidades cada vez más habituales en esta sociedad moderna de las relaciones express y el complejo peterpanesco. Me refiero al Hombre Proyecto y al Proyecto de Hombre. Dos maneras parecidas lingüísticamente pero diametralmente opuestas en lo que al objeto referido se refiere.
El primero de ellos es ese individuo que se cuela en tu vida y te la llena de planes. Esa persona un poco friki que, de repente, aterriza en tu existencia y, ante tu propio estupor, te soluciona los fines de semana de aquí a tres años, paraliza el resto de tus citas y termina proyectando una especie de vida multicolor de la que tú eres la actriz principal y él un especie de galán enamorado agradecido al mundo por haberte conocido.
El Hombre Proyecto es una especie de Guía del Ocio de carne que al principio te repele y, después, si andas con la defensas bajas y con un cierto regusto por que te mimen, termina alicatando con su decálogo de frikadas tu vida. Se le detecta por la naturalidad con la que, de repente, no utiliza otro tiempo verbal que la primera persona del plural, por su furor por presentarte a su familia, comprar un perro o, en su defecto, montar un negocio a medias para alimentar a la cohorte de retoños que, algún día, tendréis juntos.
El Hombre Proyecto es ése cuya naturaleza hiede a kilómetros aunque tú seas la única que no se da cuenta. Ése con el que tus amigos hocican porque te ven contenta. Un individuo de sonrisa profidén al que todo le parece de perlas hasta que un día, de repente, decide hacer proyectos por otro sitio.
Si una no ha conocido hasta el momento a ningún Hombre-mujer Proyecto -siento desatar las iras de los -istas de poca monta pero la incidencia de esta especie es mayor en el género masculino- el paso de un personajillo de este tipo por la vida de uno puede ser desolador. Litros de llanto y borracheras varias para lograr entender qué narices pasó con "lo nuestro" y determinar una salida viable a la cantidad de fines de semana que, de repente, se te quedaron cojos.
Lo del Proyecto de Hombre es otra historia. Tiene que ver con la madurez tardía, la salida del regazo materno y la inicapacidad de ciertos individuos para enfrentarse a esa amalgama de facturas y lavadoras por poner que es irremediablemente la vida. Es ese hombre-mujer -aquí la cosa se va igualando- que uno sabe que terminará mereciendo la pena pero que anda... ¿Cómo decirlo? Un poco verde.
El Proyecto de Hombre -permitidme -istas del mundo que me refiera mi género reflexivo- es ése que una cree que conoce demasiado pronto. Un individuo de aparente buena pasta, que bien podría algún día arrebatarte el corazón si no fuera porque aún no practicas el canibalismo y lo de dar hervores ajenos te parece fuera de tus competencias. Del Proyecto de Hombre una se despide con un saborcillo agridulce en los labios. Si tienes suerte, y no vuelves a verlo, su imagen -difuminada en la amalgama de recuerdos de tu mollera- se convierte en un altar recurrente al que regresar cuando el novio de turno la caga mortal. "Ay... con zutanito de tal hubiera sido diferente". Como los amores platónicos, el proyecto de hombre puede instalarse en tu catálogo de personajes de ficción y servir de requiebro eterno. En estos casos, resulta útil.
No obstante, en la mayoría de las ocasiones y para pena de tu imaginación, el Hombre Proyecto continúa apareciendo en tu vida de vez en cuando, confundiéndote algunas veces, decepcionándote otras tantas, hasta comprobar que, una vez más que después de soportarle la enésima perorata sobre el sentido de la vida o el funcionamiento de su PSP, lo tuyo era una exagerada confianza en el ser humano.
Finalmente, y como bien señala mi amigo Pablo -defensor de la inexistencia biológica de la diferencia sexual y tamiz crítico de este tipo de teorías- a esta amalgama de expresiones podría unirse la de Proyecto Hombre, asociación de ayuda a los toxicómanos que, en ciertos individuos, constituye la tríada magnífica del lenguaje.
Si chocas con uno que aglutine las tres puntas, te llevaste el Bingo.

Dialéctica bucal

–¿A qué te dedicas?
–Soy proyector.
–¿De cine?
–No, de mi vida.

martes, 31 de julio de 2007

Prácticas de Riesgo


Como tengo la cuenta granate y las vacaciones secas, este año voluntaria y placenteramente -por nones- me he apuntado a la saludable moda de pasear los atardeceres. Leica y yo, prometedoras representantes del militarismo femenino local, acompañadas de otros amigos, tan dignamente pobres como nosotras, alargamos la salida vespertina para recorrer -de aquí para allá, de allá para aquí- las tres avenidas paseables de la capital. Un deporte fino y moderno donde los haya que este año, en su edición 2007, con la inclemencia de la canícula y el sopor estival, en mitad de un año de amenazante sequía, se enriquece con el regusto aventurero de las prácticas de riesgo.

Y es que lo que mi menesterosa pandilla desconocía es que para recorrer ciertas arterías de la ciudad va haciendo falta una visitilla al Centro de Enfermedades Raras del Ministerio de Sanidad. Ése que coloca las vacunas cuando uno, en su fiebre turística por jugarse la vida, se planta en un país donde las bacterias y los virus llevan corbata y carnet de identidad. Un par de inyecciones y una buena mascarilla están empezando a hacer falta para atajar las caminatas de la Peña Menestora de la Andadora Disciplinar. Sobre todo si tenemos en cuenta que algunos adoquines de ciertas avenidas de nuevo cuño han visto menos el agua que el supuesto búnker de Gibraltar.

Que el despilfarro de H2O no es un defecto municipal está más claro que el Beefeter -es por no repetir-. También que el paisaje de hedores de las calles gaditanas empieza a ser más típico que las ortiguillas.

Humildemente, una se conforma con buscar el riesgo -si la Visa lo permite- en los paquetes de aventura de alguna agencia de viajes local. Para casa le va más lo del paseo tranquilo y el fresquito en la cara. Claro que ésta, si se puede, sin mascarilla.

Publicado en La Voz de Cádiz martes 31 de julio

lunes, 30 de julio de 2007

sábado, 28 de julio de 2007

Melodía de la semana

Sugerencia de Tamara para la superación de las crisis de ansiedad que azotan a los individuos-as circundantes:
-Es que lo pienso...
-Pues no pienses, no sufras... Tú haz como Las Grecas.
Impagable.

martes, 24 de julio de 2007

Oteadores del buen gusto


Acérrima enemiga de las frases demagógicas, de ésas que cierran las conversaciones con «hay que dejar que cada uno piense lo que quiera», «cada cuál es como es» y mil y una formas de acabar con los debates -práctica de la dialéctica verbal benditamente desestresante para los culos inquietos-, hago hoy de mi capa un sayo -esto es, me muerdo la lengua otra vez--para calzarme una tipiquísima sentencia que, en esta ocasión, me viene de perlas.

«El libro de los gustos tiene las hojas en blanco». Fátima dixit, después de que muchos otros seres humanos dixit a lo largo y ancho de la vasta historia de la demagogia intelectual. Fátima dixit porque la polémica portada de la semana pasada parece haber desperezado las narices de los oteadores del buen gusto. El buen gusto, así, por las buenas, tipificado y hecho carne como si de una pechuga de pollo se tratara.

Y es que a ante un porrazo del poder -decretazo, secuestrazo y otros muchos palabros posibles- las mentes neutras, ésas que no se mojan ni un día de bochorno en la Caleta, adoran eso de subirse al carro de «no hay que ser tan ordinario».

Los límites de la zafiedad, señores, no seré yo quien los ponga. No en mitad de un quiosco reventado de portadas del colorín, hembras flacas como arañazos y pseudomachotes inflados de hormonas al servicio de la pornografía física y mental. Y como, gracias a Dios, cada uno compra lo que quiere sin un bazuca en la frente, desde mi humilde sitio apenas pido que se llamen las cosas por su nombre.

El límite de lo soez es tan personal como la cochura de las lentejas, tan abierto como uno lo quiera imaginar, y mandar a retirar una revista -considérela usted hortera, bellísima o vulgar- se llama censura y, eso, tiene poco sobre lo que polemizar.

Publicado en La Voz de Cádiz el martes 24 de julio de 2007

lunes, 23 de julio de 2007

Conjugación de la semana

Yo somatizo
Tú somatizas
Él somatiza...

Memorias de verano


A veces, normalmente en día libre, después de un día de playa y recién duchadita, me sacuden recuerdos bisagra entre la buena vida y la vida real. Memorias que separan la plácida existencia de ésa otra que empieza cuando, sin que te des cuenta, se acaban los exámenes chorras y aparecen los difíciles, cuando las decisiones cuentan y comienza a ser más difícil echarse para atrás. Debe ser por la savia playera que a una gaditana le corre como linfa por el cuerpo, que en mi caso la nostalgia suele latir al compás de las ultimas horas de una tarde de verano, cuando la luz vira a amarilla y en las terrazas huele a caballa con piriñaca y, un poco antes, a caracoles.

Son los recuerdos del aftersun Ecran, de una amiga que siempre llena de arena el salón de tu casa, de tu madre que le riñe, del gel de olor a frutas y del cine de verano. Al que había que llegar prontito para pillar las mesas del fondo, como si estuvieras en casa, en un salón propio donde hartarse de pipas y beber coca cola. «Nena, píllate algo de abrigo que vamos al Brunete», oyes gritar a tu madre, supermorena de todo el día de playa.

A veces, normalmente en día libre, pillo a mi perra para dar un paseo por los aledaños de aquella salita de lujo que un día, como en un expolio, me arrebataron. Construyen pisos. Qué sorpresa. Ahora, de vez en cuando, ponen una pantalla en la playa. Con el super éxito del momento. Buagh... Ni te acercas... Fábulas con esa especulación constructiva, temporal y afectiva que cambia tu mundo y te transforma a ti misma, robando un poco de tu vida, confundiendo las existencias. Hay cosas curiosas en este gira y gira. Recuerdas tu bautizo en las frescas butacas de García de Sola, la historia un hombre que asiste absorto a que otro le robe su vida. Sonríes y recuerdas a Totó, a Totó, el héroe.

Publicado en La Voz de Cádiz el martes 17 de julio de 2007

jueves, 19 de julio de 2007

El rincón


Él: Te tengo clavada en mis pensamientos.
Ella: Ya. Por favor, no reflexiones mucho. Se está muy apretada aquí dentro.
Y allí, buceando pesadamente entre la masa encefálica, mientras acariciaba recuerdos infantiles y cauterizaba instantes de miedo, decidió quedarse para siempre. Parada entre las brumas de una tarde de merienda y la tabla de multiplicar del cinco. Adormilada, cálidamente, en ese lugar tierno dónde habitan los versos libres, las cosquillas y las misivas a los Reyes Magos. En el lugar exacto en el que, socializado y hecho carne pensante, cada ser humano guarda, sin saberlo, el tacto húmedo de la primera piel estremecida.

Frases célebres

María: "Joder nena, habla con propiedad. No es cabezona, es anoréxica".

lunes, 16 de julio de 2007

Relax vacacional


Te levantas a las siete de la mañana y corres como una gacela hacia el salón del buffet. Hay que adaptarse al horario europeo y estos hoteles de saldo están llenos de hambrientos jubilados germanos listos para arrebatarte los huevos revueltos. Calzada con la ropa cómoda que recién estrenas porque tú no usas esas cosas, agarras la pesada mochila con botellas rellenas de agua -en ciertos países del extranjero el H2O es más caro que el platino- para lanzarte a las tórridas calles a devorar datos, kilómetros de marcha.

Sobas y resobas la malhadada guía que se ha convertido en tu texto sagrado, subrayas lugares, priorizas visitas y juegas a la ruleta rusa con los nombres que no entiendes, con sitios chorras que en tu ciudad no pisarías ni por dinero. Bueno, sí, sólo por dinero.

Convertida en una experta del patrimonio local, comprobando que aún te queda impudor como para pedir la cena en inglés y saboreando como cava el éxito de una construcción sintáctica, te acostumbras a dormir una media de cuatro horas, cargar dos veces al día la cámara de fotos y todavía tener fuerzas para susurrarle a tu amiga... «Qué relax eso de no llevar el móvil encima».

Recién bautizada como «una experta en la decodificación de mapas», con lo que a ti te cuesta eso, a ti y a tu deslocalización, consigues aplicar los cambios justo el día que cambias la frontera pero, no importa, después de tres circuitos eres la experta del menudeo. Nunca te quedas con calderilla y es, casi, imposible que te timen. Un crack.

Al regreso, más flaca, con más ojeras y una inexplicable sonrisa de boba en la cara, te cruzas con la vecina en la escalera: «Hija... pero qué malita cara tienes... ¿Te queda mucho para coger las vacaciones?». «No... si ya las gasté». Glups.

Publicado en La Voz de Cádiz el martes 10 de julio de 2007

domingo, 15 de julio de 2007

Mi momento

Extraordinaria, casuística, amorosa y felizmente yo estuve allí.

La playa, el territorio y el café


Consustancial a los seres humanos, los grandes simios y otras criaturas de dios, el instinto de territorialidad es esa tendencia animal a querer dominar una área, a hacernos un sitio propio a base de dejar nuestros tiestos, arrasar al enemigo o perfumar con meadas. En mitad del tórrido verano, superviviendo como se puede frente al calor implacable y la falta de espacio, en Cádiz, ya en los incipientes días de julio, la preciada franja de arena que bordea el océano se convierte, según las mareas, en todo un tablero de estrategia bélica.
La táctica es llegar el primero, plantar la bandera, digo, la sombrilla, e ir extendiéndose paulatina y sibilinamente, sin que el enemigo te vea. Poco a poco. Primero la bolsa, después la toalla, suavemente la nevera... Tu pequeño mundo se extiende por la rubia arena y tú, feliz, te sientes reina de la morería. «Hoy hemos triunfado», suspiras.
Tiene la territorialidad, como otras costumbres antropológicas y sociales –véase la Declaración de la Renta o el alquiler de pisos–, una acusada inclinación a desproteger a los débiles en favor de la gran manada. Ésa que coloniza a golpe de sombrillas, mesas, hinchables y gastronomía infinitamente más trabajada. Puritica ley del más fuerte que, de repente, te descubre invadida, cercada por un sobaco que no es el tuyo, por una conversación ajena y un pestilente y a destiempo olor a tortilla.
Es entonces cuando, frente a tu indignación que galopa, triunfa el instinto de adaptación del ejemplar más listo. «Calla, nena, que te van a escuchar quejarte». «Es que me han puesto un pie en la cara...». «Tú calla, calla... Traen de todo, ¿no lo ves?" «Para no verlo, si tengo una de sus chanclas en la garganta». «Chiss... verás cómo no te molestan tanto cuando nos inviten a café...».

Publicado en La Voz de Cádiz el martes 3 de julio de 2007

sábado, 30 de junio de 2007

Melodía de la semana

A veces hacen falta cuatro botellas de vino y un montón de mujeres desconocidas con ganas de conocerse. A veces hace falta caerse, recaerse, levantarse, quedarse sentada y volverse a levantar para aprender que en el fondo uno es más dueño de su destino de lo que parece. A veces, después de una buena comida y de un millón de palabras, uno termina reverenciando al refranero español que tanta veces susurra "Cada uno tiene lo que se merece".
Y se sabe que cuesta eso de sacudirse el yugo del quebuenosoy y hayqueverlomalquemetratalavida para mirarse el ombligo -de verdad y sin pelusas– y exponerse a lo que nos buscamos nosotros mismos. Porque uno es feliz sólo si le da la gana, ama si se deja entrar y vive sólo si no tiene miedo a llorar, da algo de rabia tener que cumplir años para aprender eso que en casa, si tienes suerte, te han dicho desde que eras niña.
Es la historia de siempre y, al final, todos terminamos expurgando razones y cambiando de bando para darnos cuenta de que, después de todas las vueltas, de todos los kilómetros, de los amores, halagos y todas las cualesquiera cosas que creíamos nos ponían contentos, somos nosotros quienes, entre el punto chi y el agujero del cordón umbilical, tenemos la llave de esa cosa placentera, repanchinaga y plácida que llamamos felicidad.
Por eso a veces, en mitad de un barco que al ritmo de Volare cruza el Danuvio, te descubres dando gracias a eso que un amigo llama el Demiurgo. Regalando una lagrimilla de emoción en honor a las papillas de buena calidad, a las riñas a tiempo, a la intuición y a ese saber elegir que todavía no sabes en qué tómbola cósmica te ganaste.
A veces hacen falta cuatro botellas de vino y un montón de mujeres con ganas crecer para agradecerle al Demiurgo el que la tuya sea pasta ultrasensible, fotofóbica y algo reactiva pero bendecidamente resistente, cálida y empeñada en ser feliz.
Chicas, esto va por vosotras...

Eso que llevas ahí

Lo importante no es llegar
Lo importante es el camino
Yo no busco la verdad
Sólo se que hay un destino

Y eso que llevas en tu corazón
Y eso que llevas ahí
Y eso que llevas en tu corazón
Quizás también te hará reír

Lo importante es amar
Tan inmenso es el abismo
Lo importante es desear
Y no ser un muerto-vivo

Cabalgué sólo en la oscuridad
De las crinas de un caballo malo
Te di amor hasta el fondo del mar
Y lloré entre las flores de Mayo

Sólo una oportunidad
Sólo hay un solo tiro
Yo nací en una ciudad
De allí también son mis hijos

Y eso que espera en tu corazón
Y eso que espera salir
Y eso que espera en tu corazón
Tal vez un día te hará feliz

Conocí una muchacha de miel
Con aceros reforzó la casa
No dejó entrar a nadie después
Sin querer me devolvió mi alma

Lo importante no es quedar
Que todo pende de un hilo
Lo importante somos vos y yo
Y el amor que construimos

Y eso que llevas en tu corazón
Y eso que espera salir
Y eso que sangra en tu corazón
Confiá también te hará feliz

Fito Paez

jueves, 28 de junio de 2007

Frases célebres

María: "Tía, hay que probarlo... Si no te has acostado con una tía no eres nada moderna".

miércoles, 27 de junio de 2007

El módulo profanado


La alarma ya ha saltado y el rumor echado a correr. Una anda medio en pijama -calcetines con chanclas y pelo anudado en una cola- cuando el reality del momento te pega un cosquis en el cogote. Frente a tu mismísima cara, distorsionada por la mala calidad de la tecnología aún macarrónica, pero suficientemente reconocible como para que te des cuenta, ves la característica ducha pintada de rojo, la silla de plástico en la puerta de la pared a rayas, la maruja al fondo sacudiéndose la arena. «Joder, es mi módulo». Allí en mitad de la televisión nacional, como si alguien te hubiera robado para siempre la intimidad de tu sitio de recreo, te sientes morir ante la pantalla. Una chica en topless se enjuaga en las duchas públicas de tu playa -TU playa- ante el objetivo indiscreto de un móvil o cámara oculto.
«Es el colmo», repites sabiendo que a partir de ahora tus tetas -TUS tetas- pueden ser de dominio público por arte y gracia de la represión y el cutrerio patrios Porque, vamos a ver, en pleno siglo XXI, en un país que se dice desarrollado, ¿todavía hace tanto lo de espiar sin permiso unas mamas que además se muestran en toda su imperfección? ¿O es que resulta que con tanta prótesis de soja y tanta simetría se echa de menos la disimilitud de los pechos de veras?
Mientras tus compañeros rompen a reír ante el panorama, tú lamentas haber nacido en un lugar tan ridículamente sexuado. Resoplas ante la profanación de tu rincón playero y te vas haciendo a la idea de que este año, para broncearte, tendrás que pillar el coche. Una puede soportar el voyerismo en directo pero convertirte en streaper sin encima ver un duro es el colmo.

Publicado en La Voz de Cádiz el martes 27 de junio

lunes, 25 de junio de 2007

De nervios y vocación


Hay días para borrar del calendario. Hay conjunciones capaces de hacer que 24 horas de tu existencia se conviertan en una pesadilla con monstruos incluidos bajo la cama. El teléfono te revienta, te azotan los compromisos y serías capaz de vender tu alma a Lidia Lozano con tal de sumar 180 minutos más a la jornada para seguir sufriendo, pero sin estrés.

Para los individuos hipersensibles la cosa se salda con un incómodo grano en la barbilla, una taquicardia galopante y una sensación paralizante de no poder más. A algunos, en versiones epiteliales, les sacude la dermatitis, a otros la infección de las mucosas y las incómodas llagas. En esos momentos, en los que la pastillita bicolor late sin freno al fondo de tu bolso, en los que el ansiolítico parece ser la única solución, ocurre que puedes toparte con un buen amigo. Tener la suerte de verte reflejado en sus ojos de perro viejo, tranquilo que no manso, siempre con la mano tendida para la confianza. A veces una parada a tiempo aplaca el alma y recoloca las cosas.

Son los casos en los que vuelves a charlar con un reportero de sangre y gasolina, con un conocedor de millas de información, con un lobo de la noticia del que siempre fuiste cómplice. Él te refresca que la literatura es un refugio -¿cómo es que casi se te olvida?-, que el mundo tiene más aristas de lo que parece, que un día tú también saliste con los dientes apretados en busca de una noticia. Recuerdas entonces tu primera firma a los veinte años, tus entrevistas, tus contactos, tus amigos y esa encantadora sensación de ser siempre un aprendiz. Te das cuenta entonces de que al margen de todas las movidas, liberada del teléfono infame, de la catarata de compromisos, tranquila y liviana sin tocar el suelo, difícilmente serías feliz.

Publicado en La Voz de Cádiz el martes 19 de junio