domingo, 28 de noviembre de 2010

Demasiados libros por leer...

De Adrian Johnson

Metáforas teatrales

Los últimos estertores de un mundo que se acaba, la despreocupada banalidad de quien no sabe lo que le espera, de quien no quiere pensarlo. Un puñado de personajes ante su destino y una sólida articulación escénica para llevar al espectador de la mano, casi sin darse cuenta, a enfrentar un final que es un cara a cara con el vacío. Julio Manrique aborda con exquisita corrección uno de los clásicos dramáticos de Chéjov en una cuidada puesta en escena que parte de la más tradicional concepción teatral sin renunciar a una revisión personal  y poética.  –en el Teatre Romea desde el 9 de noviembre hasta el 9 de enero- planta L´hort dels cirerers sus raíces en el teatro más convencional para superarlo y contar así, a través de cuidados efectos de iluminación y sonido, aquello que el propio autor quiso que quedara en el aire, que se sobreentendiera en un mensaje no dicho. (sigue leyendo en Revista de Letras).

viernes, 19 de noviembre de 2010

El lugar de Carlos Edmundo de Ory

Aquí estoy enseñando a comer nieve a la gente,
dando estrellas a la gente…


“¿De dónde vengo yo?”, se preguntaba el joven poeta. Le preguntaba a sus amigos, a sus primeros colegas, a aquellos locos con los que intentaba arrancar los velos grises de la posguerra. “¿De dónde vengo yo para ser así?”. Apenas unos días después de su muerte, muchos amigos -conocidos, desconocidos- se lo siguen preguntando. Se preguntan si ahora tendrá la respuesta, si la encontrarán ellos mismos buscando y rebuscando entre su prodigioso paisaje de letras. Mapa de imágenes mágicas, entre lo místico y lo profano, entre lo real y lo inventado, entre el orden y el desorden. Imprevisible, creativo, trasgresor. Poético, en definitiva. Carlos Edmundo de Ory (Cádiz, 1923) moría el 11 de noviembre a los 87 años de edad pero todos sabían, todos los que un día rozaron el efecto de su palabra, que esa pareja numérica no era más que otra trampa de los convencionalismos. La de Ory era una edad plástica, detenida al filo de algún poema, en el borde de un apunte metafísico en algún cuaderno. [sigue leyendo en Revista de Letras]

jueves, 18 de noviembre de 2010

Postales Típicas I

En la consulta del fisio. Paciente 1 cuenta la razón de su cojera -un accidente en moto- a Paciente 2 y Paciente 3. Paciente 4 -una servidora- acaba llegar, como puede, tirando de su pesadísima cabeza.

Paciente 1: Y no fue el golpe, fue la postura. Mala suerte que uno tiene. Me di contra el canto y me rompí los huesos. Los dos. Y no sólo eso. Si no que se me salieron... Y no veas la sangre... ¿Y lo peor? El tiempo. 45 minutos que tuve que esperar porque en Cádiz no había ambulancias. La tuvieron que traer de San Fernando.
Silencio general. La visión es bastante asquerosa. Cinco segundos de pausa aprox.
Paciente 2: En Cádiz ya no hay ni ambulancias. Ya no hay nada. Es una ciudad fantasma.
Paciente 3: En Cádiz sólo vamos a quedar los funcionarios y los jubilados.
Paciente 2: Ni eso... ¿Tú te crees que para buscar una tienda especializada en pesca haya que irse a Jerez? Ni para los jubilados va a valer esto...

Paciente 4 cierra los ojos. Es verdad, ahora mismito ni siquiera sabría dónde pillar ahora una caña del país...

lunes, 15 de noviembre de 2010

Lo humano y lo inhumano

Cuando era todavía una niña mi madre me sentó a ver esta película.

-Si es de es de miedo no quiero, mami, porfa.
-Que no tonta, que se llama así pero es de risa.

Vi aquella película entre absorta y aburrida, no la entendía demasiado bien, como tampoco entendía El principito o aquella canción del lobo al que maltrataban todos los corderos -¿por qué no les mordía?-. Por supuesto, no me reí nada de nada. Luego, con los años, volví a verla, he vuelto a verla hoy para despedirme de Berlanga, y he vuelto a entender porqué hay gente que cuenta cosas que nunca cambian. Porqué es humano este verdugo de trabajo inhumano. Porqué la miseria sólo engendra miseria. Porqué es tan fácil juzgar a los demás cuando todos tenemos cadáveres dentro del armario. Cuando, cada uno en su tiempo, cada uno con sus valores, todos hemos visto aplicar garrotes, todos hemos dado de lado a la hija del verdugo, todos nos hemos visto arrastrados por las circunstancias.

Hoy la he visto y, como otras veces, me he reído, con cierta amargura, con ese guardia civil buscando a José Luis por las cuevas del Drach, con esos chutes de coñac y ese champán robado a un reo. "Yo quiero vivir tranquilo con mi mujer y con mi hijo...". Lástima que para conseguir eso, tuviera que aplicar el garrote. Lástima que, para conseguirlo, mucha gente aplique el garrote a sus valores, a sus convicciones, cada día.
¿Qué no? Sólo hay que poner la tele...



-Me hacen reír los que dicen que el garrote es inhumano. ¿Qué es mejor, la guillotina? ¿Usted cree que se puede enterrar a un hombre hecho pedazos?
-José Luis: No. Yo no entiendo de eso.
-Y que me dice de los americanos. La silla eléctrica son miles de voltios. Los deja negros, abrasados. ¡A ver dónde está la humanidad de la silla!
-Yo creo que la gente debe morir en su cama ¿no?
-Naturalmente, pero si existe la pena de muerte, alguien tiene que aplicarla.



El Verdugo, 1963
Luis García Berlanga

jueves, 11 de noviembre de 2010

¿El mundo es suyo?

Hasta luego

Un niño disfrazado en una piel experta, un travieso agitador de las palabras, hoy el mediodía trae malas noticias y recuerdo cosas, personas y momentos. Recuerdo al hombre anciano ya, el libro fetiche lleno de dibujos hechos con un bolígrafo. Recuerdo aquel regalo de Ana, los comentarios geniales al borde de una cena. Recuerdo que hay cosas que nunca debí decirle a nadie, recuerdo que quizás, en realidad, habría que ser valiente para decirlas todas. Valiente para muchas cosas, muchas más cosas.
Recuerdo a un poeta, no sé si era un viejo o era un chico.
No me gusta despedirme, prefiero un hasta luego.

Dame

Dame algo más que silencio o dulzura
Algo que tengas y no sepas
No quiero regalos exquisitos
Dame una piedra

No te quedes quieto mirándome
como si quisieras decirme
que hay demasiadas cosas mudas
debajo de lo que se dice

Dame algo lento y delgado
como un cuchillo por la espalda
Y si no tienes nada que darme
¡dame todo lo que te falta!

Carlos Edmundo de Ory

martes, 9 de noviembre de 2010