"Hay muchas cosas que no puedo decir a nadie, casi todas se refieren a las matemáticas". Carlos Edmundo de Ory
sábado, 18 de agosto de 2007
Elogio a la lágrima fluida
Soy llorona. No lo confieso. Lo sabe todo el mundo. Acudir al cine sin ir adecuadamente equipada puede terminar un trágico episodio de empacho por mi propia flema si nadie me avisa que en la cinta peligra un perro, dos ancianos se enamoran o se derriba un cine. Si el final es muy feliz, también lloro. Cosas de la catarsis, el happy end y el desamparo colectivo. En mi vasto catálogo de lágrimas las tengo de múltiples registros: de rabia, de pena negra, de pena mía, de pena de otro,de estallido sensorial y de alegría. Las mejores son las penúltimas, unidas a segundos memorables, habitualmente compartidos. Llorar a solas no es recomendable por eso, se me olvidaba, también tengo lágrimas telefónicas y algunas que pongo por escrito – :'( –.
Lo de la reticencia masculina hacia el salado caldo emocional es para mí una soberana tontería. A pesar de toda la industria del complejo de Elektra, eso de que el machote prescinda de las beldades del divino sollozo me parece de una crueldad infinita. Ser varón sensible en este mundo de Testosterona Inn tampoco es fácil. Y lo de las lágrimas es una de las chinas. Hace años salí con un chico que no sabía llorar. Así, simplemente, tan masculinamente Bosé como parece. Cuando le asaltaba la pena, se limitaba a encoger el tórax en una extraña mueca. El pobre sufría, lo mismo que cualquier otro, pero sin la bendita redención del llanto.
También he conocido a llorones mercaderes –una lágrima por una excusa– y llorones auténticos. Los mejores. Los más plenos. Capaces de convertir un DVD casero en una íntima catarsis de hipidos y preparar el cuerpo, destensado, para el siguiente intercambio de fluidos. «No sé que pasó, es que estaba tan tierno...» Los que se quedan con la chica, mientras el macho de gimnasio, embravecido, gasta otros fluidos. Sudoríficos. Los de la carita de morir, los más listos.
Publicado en La Voz de Cádiz, en La guerra de sexos, el sábado 11 de agosto.
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3 comentarios:
Hola guapa! te entiendo tanto... Como Chapu se ha olvidado de darme tu teléfono, te mando por aqui un beso enoooooooooooooooooooooooorme por la chapa del toro. A mí me parece más una vaquita pero el entendido en toros díce que no. Le haremos caso. Un beso muy fuerte,nena, y muchas gracias!
....snif...
Antoñín
jajajajajaja
sniff, sniff,
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