Cuando la vida de una la lleva por donde la lleva, cuando va dejando atrás cosas más o menos voluntariamente -a veces, terriblemente involuntariamente- va perdiendo pistas de una vida, de unas claves que en un momento significaron mucho. Es en esos casos cuando una cree que ha perdido importantes cosas noñas -chorras en apariencia- que un día construyeron su identidad.
Hoy, un mensaje en Facebook me ha recordado mil anécdotas infantiles sobre la mesa de comedor de cualquier incauto que me dejara cantar, micrófonos que sonaban como mazos de madera y cepillos del pelo, vestidos improvisados con cortinas viejas, una larga trenza postiza hecha de lana y canciones en los columpios -que los había- de la plazoleta pequeña de La Laguna. Una polaroid sobre la cómoda del dormitorio de mi madre. Con cara de habas, mi prima y yo, las dos absortas junto a una estrella de los ochenta que sonreía con dientes Profidén después de habernos roto el corazón con una frase escupida: "Venga, sí, me hago la foto, qué gente más pesada".
Sí, de alguna manera, Dani tiene razón, Teresa Rabal ha venido sólo por mí...
4 comentarios:
Ufff, cuando vi que estaba por Cádiz me di la vuelta por si acaso me la encontraba. Marcó mi vida (para mal) de tener que soportarla mientras mis hijos se susurraban entre ellos, ¿porqué nos trae papa a ver a esta pelma?
toda una pirueta, escribir algo tan bonito con ese telón de fondo
Muy intrigante el comienzo, para terminar con una escupida frase...¡Qué desagradecida Teresa Rabal!. Le has hecho un cumplido escribiendo asi de bien.
Enhorabuena, ahora vengo!!!
¿A qué sí?? Creo que fue la primera vez que me rompieron el corazón. Y te diría que suerte tuve de que no fuera la última, porque que te rompa el corazón la pava ésta...
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