"Hay muchas cosas que no puedo decir a nadie, casi todas se refieren a las matemáticas". Carlos Edmundo de Ory
miércoles, 25 de abril de 2007
El móvil y el apego
Las nuevas tecnologías son un filón inconmensurable para la regeneración emocional. De la mano de la renovación de soportes, del fashionvictimismo en las TICs, los aparatos que a diario nos acompañan en nuestros ires y venires sentimentales, laborales y gastrocibernéticos se renuevan sin dejarnos espacio para el apego. Hace muchos años un raterillo de Sevilla me ahorró muchas horas de terapia robándome el terminal donde guardaba los sms de la persona a la que más he querido en mi vida. En aquel momento el hurto me resultó doloroso, imperdonable. Hoy lo recuerdo desde lejos con el alivio de saber que aquel quinqui anónimo me libró de la espiral compulsiva de acudir a un bicho de plástico para encontrar respuestas.
La semana pasada cambié de móvil. Sin mucha preocupación, con ligereza. Canjeé mis puntos y salí de la tienda mirando al chisme como el chimpancé de Kubrick al monolito. Por el camino, la saudade me sacudió frente al McDonalds.
«Disculpe señorita... acabo de estar aquí. Me he dado cuenta de que no se me han copiado las fotos y quisiera recuperarlas...».
«Uy... como no compres el cable...».
Tentada durante unos segundos, recuerdas aquella foto-testimonio -a veces es una imagen, otras una carta, incluso hasta un billete de avión -que te recuerda que aquello -para qué más detalles, puede ser cualquier cosa- no fue un espejismo. «Vale 40 euros, pero si tienes mucho interés...».
La voz de la dependienta te sacude las bobadas. Sabes que en esta vida, salvo un saldo de Hoss, unas buenas entradas, una ración de maquis o una tarde de compras locas entre JM y Manuel de Falla, hay pocas cosas que requieran sacrificar cuarenta pavos.
«No... en realidad no hace falta».
Sales de la tienda y te sientes extrañamente libre. La nueva cámara tiene 2 megapíxeles. Y el mundo está tan lleno de momentos exquisitos por fotografiar...
Publicado en La Voz de Cádiz el 24 de marzo de 2007
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5 comentarios:
Con lo que me dolió a mí que se mojaran todas las diapos... Di que sí, que no hay nada como tirar fotos para valorar realmente las que están por venir. Cuídate. Un beso.
jajaja... pero las diapos se salvaron. Un poquito de agua y mistol y... como nuevas...
Fátima, soy el Iván, ese híbrido cantor entre el profesor Mauler (?) y Enrique Bunbury. Na, era sólo pa mandarte un besito y a ver si nos vemos pronto por cadi. Hasta pronto, quilla.
mmmmm... profesor, qué honor!!!!
pues claro que hay que verse por Cádiz... En mi caso, sobre todo, intentar verse bien. No doble... glups
Besitos ;)
Se hace difícil si, desprenderse de ciertas cosilas.
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