Cuando una decide meter el diente, o la piedra pómez, al callo que la trae loca. Cuando encuentra un podólogo dispuesto a dejarle los pies limpitos a pesar de lo que duele eso de que arranquen las durezas, no puede evitar hacer algo así como una evangelización podal a todo el que le rodea. “¿Cómo que vas con esas uñas? ¿Cuánto dices que llevas arrastrando esos hongos?” “¿Quieres que te dé el teléfono de mi clínica?”. Y así, sin quererlo, termina convirtiéndose en una podóloga del CCC como diría la Coronada. La cuestión es que no siempre los callos nos salen en los pies. Entonces, nos convertimos en una especie de Pepito Grillo molesto, de Petete tocapelotas. Algo así como el Morfeo de Matrix pero a lo petardo (bueno, Morfeo es petardo, sobre todo doblado al castellano). Como le decía la rubia de la cuarta temporada a Don Draper: “A nadie le gusta que le recuerden que se puede reducir su vida y su personalidad a un cliché”.
Una tarde en casa de una amiga. Se incorpora una más. Más mayor, con familia. Se supone que nos contaron que, con el tiempo, nos hacíamos más listas.
-Todos los hombres son unos mierdas.
-Hombre, no te pases… No es exactamente así.
-Sí, todos nos hacen daño.
-No, mujer, a ver, para empezar la mala baba no es una cuestión de género. Y además nadie te daña si tú no le dejas.
-¡Ahora voy a tener la culpa yo que él sea un cabrón!
-Bueno, tú sabrías cómo era cuando empezaste la relación con él y, si no lo sabías, quizás te precipitaste al entregarte tanto. O, más aún, sabiendo que era un cabrón como dices, deberías preguntarte por qué estabas con él. Podrías haberle dejado…
-Es que le quería.
-¿Le querías o querías al modelo ideal que habías proyectado en tu cabeza?
-¿Cómo?
-Te pregunto si le querías a él como era, con sus defectos, o querías a la persona que podría ser cuando cambiara.
-Hombre, no te pases… No es exactamente así.
-Sí, todos nos hacen daño.
-No, mujer, a ver, para empezar la mala baba no es una cuestión de género. Y además nadie te daña si tú no le dejas.
-¡Ahora voy a tener la culpa yo que él sea un cabrón!
-Bueno, tú sabrías cómo era cuando empezaste la relación con él y, si no lo sabías, quizás te precipitaste al entregarte tanto. O, más aún, sabiendo que era un cabrón como dices, deberías preguntarte por qué estabas con él. Podrías haberle dejado…
-Es que le quería.
-¿Le querías o querías al modelo ideal que habías proyectado en tu cabeza?
-¿Cómo?
-Te pregunto si le querías a él como era, con sus defectos, o querías a la persona que podría ser cuando cambiara.
En este punto la que se quejaba lanza una mirada asesina de Vetealamierdatía¿dequévas? y cambia de tema. Gracias a dios.
La evangelizadora sonríe con cierta cara de haba.
Cuando un elemento del sistema cambia… El resto empieza a cuidarse los pies.
5 comentarios:
cuanta razon.... a veces,nos enamoramos de la persona que creemos que crearemos con el tiempo
La mayoría de las veces, pero no sólo de las personas, sino de los proyectos: de lo que seremos cuando tengamos dinero, cuando nos casemos, cuando tengamos hijos, cuando pase la mala racha... Y así nos perdemos lo que es, lo que está siendo cada segundo desperdiciado en imaginar cosas y buscar culpables. Con lo corta que es la vida :(
Creo que hemos hablado mucho de eso mismo. Es el futuro recreado -inventado- en el presente, Choni, el que en todas sus formas es una mierda.
Me gusta nuestra podóloga...
...pero creo que tengo muchos papilomas. Quitármelos e intentar no contagiarlos me va a salir por una pasta, joder!!
Cielo, intentar no contagiarlos no es responsabilidad tuya!!! Además, no hay que quitárselos todos, sólo los que duelen, los que nos hacen hacer el tonto, perder el tiempo, perder personas, perdenos a nosotros mismos...
Tú sigue dándote cremita que verás que las cosas cuestan y tardan menos de lo que nos creemos :)
La hiperresponsabilidad, la búsqueda de aprobación y el complejo de salvadora, Chiquiiii! Estos uñeros no se van en tres sesiones...
:)
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