Cuando los momentos más placenteros de la semana se suceden de 16 a 17 horas sobre una camilla que te aplasta media cara, la frase más bonita del día puede llegar a ser:
-Quédate quietecita, que te voy a meter bien los dedos por los occipitales.
Mmmmmm...
"Hay muchas cosas que no puedo decir a nadie, casi todas se refieren a las matemáticas". Carlos Edmundo de Ory
lunes, 27 de septiembre de 2010
jueves, 23 de septiembre de 2010
La buena noticia del día, del mes, del año...
Hall de una administración pública, la ordenanza se acerca a consolar a la pupas de la temporada...
-Pero, ¿porqué lloras? ¿Ha pasado algo??
-No, sniff... Es que estoy muy contenta... Una de mis mejores amigas va a tener un bebé...
-Ah... ¿Y estáis muy unidas?
-Sí, sí... sniff, sniff...
-Ya... como hermanas...
-Bueno, en realidad nos vemos muy poco, vaya, no nos vemos casi nunca. Pero, no sé, sniff... es muy muy importante para mí y la quiero mucho.
-Ah... [mohín de extrañeza antes de la retirada]
Así he recibido esta mañana la mejor noticia del año.
Felicidades chicos.
Os quiero mucho: a los dos y medio.
-Pero, ¿porqué lloras? ¿Ha pasado algo??
-No, sniff... Es que estoy muy contenta... Una de mis mejores amigas va a tener un bebé...
-Ah... ¿Y estáis muy unidas?
-Sí, sí... sniff, sniff...
-Ya... como hermanas...
-Bueno, en realidad nos vemos muy poco, vaya, no nos vemos casi nunca. Pero, no sé, sniff... es muy muy importante para mí y la quiero mucho.
-Ah... [mohín de extrañeza antes de la retirada]
Así he recibido esta mañana la mejor noticia del año.
Felicidades chicos.
Os quiero mucho: a los dos y medio.
Invitada en la galaxia de los libros II
También estuvimos de prospección galáctica por el escaparate de Quorum. Sí, lo he colgado a destiempo... Sí, lo reconozco, me he pasado unas semanas "bajita"...
Regalos a destiempo
Hoy el menú izquierdo (o es derecho??) del gmail me ha hecho un regalo. Ha aparecido MR, desde tan lejos, aunque tan cerca. Gmail me trae un regalo y comparto letras, palabras completas e incompletas porque faltan de ese abrazo nervioso y apretado que siempre suele darme agitando la cabeza. Ese abrazo que las letras no pueden darme aunque casi consigan que lo sienta.
Desde muy lejos, MR cruza sus sueños, camina paso a paso, sorteando esquinas vacías llenas de cosas que no le interesan. Anda con el alma en un puño desde que se sentó a oír su corazón -si es que alguna vez no lo oyó, si es que alguna vez dejamos de oírlo el resto- y apostó todo por un sueño. Ése al que todos renunciamos a costa de cobardías.
Hablamos de colaboraciones malpagadas y gratuitas, de VISAS de las buenas y de las malas, de blogs recién nacidos. Hablamos de decepciones y de libros que viajarán en el próximo envío, desde Sevilla a Jerusalén. Estrellas invitadas que, ahora que caigo, viajarán sin dedicatoria, faltas de letras manuscritas que habrá que escribir a destiempo. Pero, ¿no ocurren a destiempo la mayoría de las cosas bonitas? Los chats de gmail, el mensaje de aquella amiga, el amor que, de repente y aunque ya sea demasiado tarde, un día ya no vacila...
Le escribo a MR desde la cama, con mi mantita eléctrica en el cuello y el valum 10 mg en la barriga. Intercambiamos claves, no hace falta mucho, ya hace tiempo que somos esa cosa tan rara que se conoce como amigas. Yo me lamento un poco, ella, por fin, después de meses de papeles y luchas periodísticas, da buenas noticias.
-Mándame fotos, no te olvides.
-Tú cuídate, pero no cambies.
Después de tantos años, media hora de chat puede resumirse en un par de frases. En el aire, queda un grupo de palabras -una clave íntima y compartida-:
"Pase lo que pase, que no te manchen".
Desde muy lejos, MR cruza sus sueños, camina paso a paso, sorteando esquinas vacías llenas de cosas que no le interesan. Anda con el alma en un puño desde que se sentó a oír su corazón -si es que alguna vez no lo oyó, si es que alguna vez dejamos de oírlo el resto- y apostó todo por un sueño. Ése al que todos renunciamos a costa de cobardías.
Hablamos de colaboraciones malpagadas y gratuitas, de VISAS de las buenas y de las malas, de blogs recién nacidos. Hablamos de decepciones y de libros que viajarán en el próximo envío, desde Sevilla a Jerusalén. Estrellas invitadas que, ahora que caigo, viajarán sin dedicatoria, faltas de letras manuscritas que habrá que escribir a destiempo. Pero, ¿no ocurren a destiempo la mayoría de las cosas bonitas? Los chats de gmail, el mensaje de aquella amiga, el amor que, de repente y aunque ya sea demasiado tarde, un día ya no vacila...
Le escribo a MR desde la cama, con mi mantita eléctrica en el cuello y el valum 10 mg en la barriga. Intercambiamos claves, no hace falta mucho, ya hace tiempo que somos esa cosa tan rara que se conoce como amigas. Yo me lamento un poco, ella, por fin, después de meses de papeles y luchas periodísticas, da buenas noticias.
-Mándame fotos, no te olvides.
-Tú cuídate, pero no cambies.
Después de tantos años, media hora de chat puede resumirse en un par de frases. En el aire, queda un grupo de palabras -una clave íntima y compartida-:
"Pase lo que pase, que no te manchen".
lunes, 13 de septiembre de 2010
Melodia de la semana, del mes, del año...
Muchos domingos, muchos lunes de madrugada, muchas tardes de aeropuerto recuerdo a Mara con las gafas de poeta terminando un verso, en mitad de un ejercicio de palabras: "... todavía no he aprendido a resolver las despedidas". La frase era ésta o se le parecía. Tengo que preguntarle, le hará gracia: "¿De verdad que para ti ha sido tan importante? Resolver las despedidas como quien se enfrenta a una fórmula matemática, como quien aplica un método y se pierde, porque nunca ha sabido leer bien los libros de instrucciones.
Luego un día, un poeta te enchufa en el spotify esta canción y descubres que las casas, como las pieles, como las lágrimas, tampoco son buenas para el álgebra de las soledades, que también ellas se pierden en los decimales del silencio y en las ecuaciones de las esquinas vacías.
Mi casa se queja, te echa de menos...
Mi casa está enferma no sé que le pasa.
Las luces se encienden.
No puedo apagarlas.
Las puertas chirrían
Y crujen los muebles.
Los grifos gotean
Y el suelo se mueve.
Mi casa no sabe que aún nos queremos.
Mi casa se queja, te echa de menos.
Si no estás en casa se escucha un lamento.
Mi casa se queja no aguanta el silencio.
No puedo orientarme
Si no estás en casa.
No encuentro la cama,
no encuentro nada.
Mi casa está fría,
mi casa está helada,
desde que te has ido,
no sé que le pasa.
Mi casa no sabe que aún nos queremos.
Mi casa se queja, te echa de menos.
Si no estás en casa se escucha un lamento.
Mi casa se queja, no aguanta el silencio.
Marc Parrot
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