Afortunadamente para ellos, los objetos carecen de memoria sentimental. A excepción de ciertas libretas y cuadernos de viaje -cuyas posibilidades de reutilización son cuanto menos cuestionables-, las historias de las cosas mueren cuando mueren las personas que vivieron con ellas. Luego son trastos anónimos -viejos, curiosos, pintorescos- objetos de nadie que alguien mete en una bolsa un día camino del Punto Limpio. A veces alguien los resetea y les da una nueva vida por el bendito reciclaje. Nuevo domicilio, nuevos afectos. Otras veces los damos en adopción, "toma, como eres tú, te doy esto". A veces alguien se rodea de ellos porque sabe que, en un vals de nostalgias y apegos, le ayudan como un andamio a la memoria. Pero también a veces una se da cuenta de que demasiados relatos, demasiados recuerdos, no dejan sitio para nada y tiene que despedirse de ellos. Uno a uno, como puede.
Al final de tantas vidas, de tantas cosas grandes, pequeñas, eternas y efímeras, tranquiliza dejar espacio y mirar hacia delante, donde hay tantos regalos por llegar...
Epifánico silencio a la hora del amar
tus ensueños ya se hicieron a la mar
un extracto del perfume del dolor
tus muñecas boca arriba y hacia el sol.
Tus regalos deberían de llegar
los elefantes locos, el vestido, el ajuar.
Caminando en la neblina
que disipa el corazón
los milagros en tu cuerpo ya serán
las violetas de tu sangre vivirán
sobre un río enamorado y en su andar.
Tus regalos deberían de llegar
las velas, las vajillas y tu felicidad.
Y no sabes si detenerte o llover
y parada sobre el mundo a tus pies
tu sonrisa que nos hace temblar
tiembla el mundo que no entiende al final
ese beso de la vida,
la sutil melancolía
el momento cuando piras
los espacios donde miras
y las gotas de tu lluvia se irán.
Y otra vez en la secuencia
de los pétalos que caen
se descubren los misterios del azar
y las manos que se encuentran en la flor,
la bestial naturaleza del amor.
Tus regalos debrían de llegar
si todo se termina,
todo vuelve a empezar.
La mañana que se viene
es una vieja sensación
que refleja los espejos del tiempo
y la niña acurrucada en el rincón
es la chica contra la furia de Dios.
Tus regalos deberían de llegar
no es mucho lo que tengo para darte, mirá.
Y no sabes si detenerte o llover
y parada sobre el mundo a tus pies
tu sonrisa que nos hace temblar
tiembla el mundo
que no entiende al final
ese beso de la vida, la sutil melancolía
el momento cuando piras
los espacios donde miras
y las gotas de tu lluvia se irán
y tus regalos deberían de llegar
y las gotas de tu lluvia se irán.
Fito Páez
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