¿Honestamente? Me hubiera gustado que fuera mía. Lo reconozco. Hay teorías de finura tal que lamento mucho no haberlas pergreñado yo en esta cabecita entre penca y retorcida que me dio dios. Se llama La Teoría Sentimental del Champú de Oferta y pertenece a mi amiga Pilar que últimamente, aunque algo rota, está más mona, más sesi y más lúcida que nunca. A pesar de lo que su nombre pudiera indicar, la Teoría Sentimental del Champú de Oferta no está relacionada con lavarse el pelo con marca Vidal en casa de un extraño tras una noche confusa. Tampoco con enamorarse del primero que nos mira porque la mancha de una mora con otra verde se quita. Qué va…
La Teoría Sentimental del Champú de Oferta tiene que ver con esos plastiquitos que un día te encuentras adosados a tu marca de champú favorita en el supermercado. Esos transparentes que colocan fuertemente adheridos a otra botellita de igual o menor tamaño de Body Milk, acondicionador o líquido crecepelo que tú, naturalmente, no necesitas. Seleccionado entre los stocks a punto de caducar de la multinacional Mycare&Mycare, el contenido indeseado -y a veces indeseable- de esas botellitas se convierte, por arte e ingenio del director de marketing de la firma, en tu "regalo" o "promoción" con esa compra. Un extra que a ti, fiel consumidora de tu champú para el pelo favorito, no te interesa en absoluto. ¿Problema? Que el plástico en cuestión está demasiado pegado, demasiado adherido a ambas botellitas como para separarlas limpiamente sin que alguien te vea. Cubierta diseñada para romperse con saña o con tijeras, el resultado es que no puedes salir del supermercado con tu champú del pelo favorito y haber dejado allí la promoción no electa.
¿Y toda esta parrafada sobre el packaging?¿Reoriento el blog para convertirlo en otra bitácora de prescriptores de marketing? Nada más lejos. Toda esta parrafada es para ilustrar la teoría sentimental de mi buena amiga según la cual, en toda relación, llega el momento de enfrentarse a la promo non petita, a la botella de oferta. Es decir, a ese día en el que ese ser del que te has enamorado aparece en tu vida adherido a un plástico pegado a una, dos, tres botellitas de contenido diverso que tú, ni por asomo, te hubieras comprado en la vida: su familia.
Su familia -a partir de ahora "el regalo"- como los stocks de Mycare&Mycare, puede ser fantástica, el equivalente humano a un nuevo y revolucionario lanzamiento cosmético que tu economía doméstica nunca pensó permitirse. Un chollo, un encanto, una suegra adicta a cocinar tupers y comprarse ropa súper mona que luego heredas tú. O a comprártelas a ti directamente (por teorizar…). Más frecuentemente, "el regalo" puede ser un estándar increíblemente ajeno a tu manera de ver de vida. Un crepelo muy práctico si eres calvo pero que tú no sabes dónde narices meterte. Una suegra, por ejemplo, adicta a las manualidades, enganchada a regalarte cosas del Venca u obsesionada con los gatos y tú con alergia. Finalmente, y por dejar de ser políticamente correcta, "el regalo" también puede ser, y a veces, es, mucho peor. Una crema pringosa con olor a aceite de linaza, un after sun que te da alergia. Una suegra sobreprotectora que compite por tu sitio, una adicta a la alimentación macrobiótica, o al fitnes, o la cirugía estética. Alguien con quien te descubres un día en la cocina intentando hablar en un idioma que para ti es absolutamente ininteligible.
El gran cabo suelto de la Teoría Sentimental del Champú de Oferta es que las botellitas anexas un día salen de tu casa y de tu vida "como obsequio" en el bolso de tu amiga rapiña "Uy, pues si no lo usas yo me lo llevo". O de tu cuñada o hasta de tu suegra. Pero encontrar una solución similar con la familia política pues está, la verdad, muy feo. Es en esos casos en los que una se aguanta con el obsequio y sólo espera que alguien del clan encuentre en el supermercado otra botella anexa que se le parezca. Una perfecta cuñada, o por opuestos, una cuñada imperfecta. Alguien que, al menos, haga grupo, o lo deshaga, y cubra el hueco físico o psicológico que tu dejas. Pinche en las comidas del domingo, chascarrillo en las charlas de la cocina, animadora en el grupo de guasap.
"Hay que ver lo rarita que es tu mujer… No se integra" oyes de pasada mientras tu champú del pelo favorito asiente y te disculpa "Sí, mamá, sí se integra… Es que es tímida y le cuesta abrirse. Pero os tiene mucho aprecio".
2 comentarios:
Fati, como la vida misma, sobre este tema te puedo escribir una tesis si quieres jijiji
Magnífico Fátima, veo que conservaas bien afilado tu espíritu crítico. Pues mantenlo así, que con los tiempos que corren se va a necesitar mucho
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