La Inesperada Sol Dual por JM Grimaldi |
"Perdona,
¿dónde has pillado la libretita ésa?". La miras a los ojos tristes, al
pelo despeinado, estás a punto de sucumbir para darle el tuyo pero lo
piensas mejor. Esto es una larga prueba y te quedan quince horas por
delante. Quince horas en las que todo puede cambiar con un WhatsApp, con
una llamada. "Ven, esto está que arde y te lo estás perdiendo". Ya lo
dijimos el año pasado, si para el segundo día del Monkey Week has
despistado tu "Manual de Supervivencia" estás perdido. Más de cien
conciertos celebrándose simultáneamente en los trece escenarios pueden
ser una prueba muy dura si te has quedado sin itinerario. De eso saben
mucho los capillitas, que en la música también los hay. Porque en el
Monkey Week un local, un equipo de sonido, la buena o mala tarde de un
solista, puede cambiarlo todo y, para estar ahí, es imposible andar sin
mapa. Las
miles de personas -en su mayoría músicos y profesionales del gremio-
que durante el fin de semana se trasladaron al Puerto de Santa María
desde todos los puntos de España tenían, un año más, la dura prueba de
escuchar todo lo posible, de conocer todo lo posible, de no perderse
-por error de planificación, despiste o elección- ese momento mágico del
que todos hablarán al día siguiente, gafas de sol por delante, en una
de esas terrazas soleadas de la Rivera del Marisco. Esos espacios
cegadores en los que el uniforme festivalero -pantalón pitillo, camiseta
o chaqueta negra- puede terminar asfixiando al más purista. Si esto no
tiene algo de místico, que venga dios y lo vea.
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