Bride of Frankenstein 1935 |
"No te hurgues en la llaga", increpó el Dr. Frankenstein a su criatura al verle tocarse, una y otra vez, la tumefacta cicatriz. Al científico le molestaba la desobediencia casi infantil del monstruo pero debía reconocer el íntimo placer que sentía al percatarse de su predisposición al dolor autoinflingido y al sentimentalismo masoca. Claro síntoma, como comprobó más tarde, de que había conseguido en él una naturaleza inequívoca y dolorosamente humana.
2 comentarios:
No es solo humana esa naturaleza...sino no habría que ponerles campanas en la cabeza a los perros....
No creo que se refiera a ese tipo de heridas...
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