Primero dejó de opinar.
Un día encontró a bien no contestar.
Al poco tiempo descubrió las beldades de no observar.
Y, finalmente, se deshizo en la plácida comodidad de no pensar.
Por aquellas fechas, coinciden los chismorreos locales, se había convertido en una persona encantadora.
2 comentarios:
...y desde ese día, solo se dedicó a ver al televisión....
Me encantaría ponerle un rostro...
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